La coalici¨®n m¨¢s dif¨ªcil de forjar
Conseguir un compromiso contra el terrorismo est¨¢ siendo m¨¢s complicado que la alianza de la guerra del Golfo
Conseguir una coalici¨®n antiterrorista como la que anunci¨® el presidente Bush a ra¨ªz de los atentados del d¨ªa 11 de septiembre es un compromiso m¨¢s dif¨ªcil de conseguir que una alianza militar como la que se form¨® durante la guerra del Golfo. De momento, y adem¨¢s de los acuerdos bilaterales a los que est¨¢ llegando, el secretario de Estado, Colin Powell, quiere que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas apoye una nueva resoluci¨®n, de forma que quede codificada en derecho internacional, por primera vez, la obligaci¨®n que tienen los Estados de negar ayuda a los grupos terroristas.
El texto alude tambi¨¦n a la obligaci¨®n de perseguir sus redes de financiaci¨®n y aconseja a los Gobiernos compartir la m¨¢xima informaci¨®n posible al respecto. La resoluci¨®n se aprobar¨¢ probablemente en unas horas, pero deja sin resolver un problema b¨¢sico: qui¨¦n decide qu¨¦ es terrorismo y cu¨¢les son esas organizaciones.
El primer problema es fijar un objetivo claro que no implique discutir sobre qu¨¦ es terrorismo
Powell tiene el empe?o de que la Administraci¨®n de Estados Unidos no choque con la ONU
El primer gran problema para formar una coalici¨®n antiterrorista va a ser, precisamente, c¨®mo fijar un objetivo claro que no implique una larga discusi¨®n te¨®rica sobre qu¨¦ es terrorismo, un fen¨®meno que los organismos internacionales nunca han podido definir con exactitud. El segundo gran problema es que Estados Unidos, en una guerra a medio o largo plazo, no precisar¨¢ ayuda militar, pero s¨ª el apoyo de los servicios de espionaje de muchos otros pa¨ªses, algo casi imposible en un mundo en el que la informaci¨®n ayuda tambi¨¦n a conseguir contratos y concesiones petrol¨ªferas.
Powell se ha tomado como un empe?o personal conseguir que la Administraci¨®n de Bush se mueva de acuerdo con ciertas bases legales y sin provocar enfrentamientos dentro de la ONU. Para aumentar su credibilidad, logr¨® que el presidente Bush enviara hace dos d¨ªas al Congreso y por la v¨ªa de urgencia dos acuerdos internacionales patrocinados por la ONU precisamente sobre medidas para combatir la financiaci¨®n de grupos terroristas (de octubre de 1999) y sobre cooperaci¨®n frente a actos terroristas cometidos con explosivos, que EE UU no se hab¨ªa dado prisas en ratificar hasta ahora. Adem¨¢s, el Congreso aprob¨® repentinamente el pago de 585 de los 862 millones de d¨®lares que EE UU debe a la ONU y que los republicanos se negaban a abonar. El pasado mi¨¦rcoles, Powell llam¨® a Washington al representante de Irlanda ante Naciones Unidas, Brian Cowen, que relevar¨¢ inmediatamente a Francia en la presidencia del Consejo de Seguridad, y le propuso una serie de nuevas medidas. La propuesta norteamericana supone invocar el cap¨ªtulo 7 de la Carta de la ONU y convertir en obligaci¨®n internacional, derecho internacional y no meras recomendaciones, mecanismos que ayuden a controlar tanto las organizaciones terroristas como sus v¨ªas de financiaci¨®n, desplazamientos e instalaciones. Los Estados que no se sometan a esas reglas podr¨ªan ser sancionados internacionalmente.
La anterior resoluci¨®n del Consejo de Seguridad (n¨²mero 1.368), fue adoptada el d¨ªa siguiente de los atentados y se refiere s¨®lo a esos actos en concreto, calificados de 'terrorismo internacional'. El texto, aprobado por unanimidad, pide a los Estados 'que trabajen conjuntamente para llevar a la justicia a los autores, organizadores y patrocinadores de esos actos terroristas', y subraya la responsabilidad de 'quienes ayuden, apoyen o alberguen a los autores, organizadores y patrociandores de dichos actos'. Finalmente hace un llamamiento a los pa¨ªses miembros de la ONU para que 'redoblen sus esfuerzos para prevenir y suprimir los actos terroristas'. La mayor¨ªa cree que el texto aprobado el d¨ªa 12 ser¨ªa suficiente para justificar legalmente la respuesta militar norteamericana sobre Bin Laden y Afganistan, si existen pruebas de su implicaci¨®n en los atentados de Nueva York y Washington. Otra cosa es que d¨¦ cobertura legal a una campa?a antiterrorista global. Israel, por ejemplo, y su gran grupo de influencia en Estados Unidos, desear¨ªan que todo el mundo se comprometiera a perseguir las v¨ªas de financiaci¨®n de algunas organizaciones que considera terroristas como Ham¨¢s, pero muchos pa¨ªses ¨¢rabes moderados y organizaciones internacionales creen que no se puede meter a todos estos grupos en el mismo saco. Para ellos hay que tener en cuenta que participan en una lucha de liberaci¨®n nacional y que adem¨¢s algunas de ellas prestan una gran labor social. Ham¨¢s, por ejemplo, cuenta en Palestina con hospitales y redes de escuelas que no pueden quedar ahogados financieramente sin causar verdaderos problemas asistenciales.
Las luchas anticolonialistas en su momento, y hoy d¨ªa de los palestinos por recuperar el control en los territorios ocupados por Israel, han sido siempre una fuente de confusi¨®n sobre el tema del terrorismo. La ONU, en una resoluci¨®n de 30 de noviembre de 1970, reconoci¨® la legitimidad de la lucha 'de los pueblos bajo dominaci¨®n colonial o extranjera' y su derecho a utilizar 'todos los medios a su disposici¨®n'. Considera tambi¨¦n que adquirir y conservar territorios en conflictos armados es una violaci¨®n del derecho internacional. Estados Unidos se encuentra, pues, con que definir el terrorismo ha sido hasta ahora una tarea acad¨¦mica imposible. Cada organismo cuenta con su propia definici¨®n (ni tan siquiera coinciden las del FBI, el Departamento de Estado y el Departamento de Defensa norteamericanos). Naciones Unidas tampoco ha logrado un consenso. Sobre todo, porque se trata de una organizaci¨®n destinada a defender a los Estados de ataques exteriores y en la mayor¨ªa de los casos el terrorismo ha estado vinculado y se ha desarrollado en escenarios 'interiores'.
Los atentados del d¨ªa 11 de septiembre han abierto, sin embargo, una nueva puerta y un camino que normalmente el resto de Occidente hubiera necesitado una d¨¦cada para recorrer. No s¨®lo porque los aviones secuestrados se estrellaron contra Nueva York y Washington, es decir, contra el pa¨ªs m¨¢s poderoso, pr¨¢cticamente hegem¨®nico, sino tambi¨¦n porque se trata de un nuevo tipo de terrorismo 'global' o internacional que ni tan siquiera presenta reivindicaciones pol¨ªticas concretas (nadie ha emitido un comunicado explicando por qu¨¦ atentaba contra las Torres Gemelas y el Pent¨¢gono y nadie ha pedido que Washington haga o deje de hacer algo en concreto para evitar nuevos ataques).
Algunos expertos estadounidenses lo califican adem¨¢s de 'terrorismo privatizado', es decir, llevado a cabo por estructuras que pueden contar con el apoyo y ayuda de algunos Estados, pero que son b¨¢sicamente organizaciones 'privadas' que funcionan utilizando todos los recursos de la nueva globalizaci¨®n. La paradoja es que, para hacer frente a ese nueva violencia, una buena parte de la sociedad americana pide la renacionalizaci¨®n de la seguridad, de forma que sean cuerpos federales los que se ocupen, por ejemplo, de la seguridad de los aeropuertos y de los aviones. Los esfuerzos de Powell para asentar la posici¨®n norteamericana desde el punto de vista del derecho internacional est¨¢n m¨¢s relacionados con acciones futuras que con el posible ataque contra Bin Laden y Afganist¨¢n, un pa¨ªs ligeramente m¨¢s peque?o que Tejas. La decisi¨®n cr¨ªtica para el futuro de la alianza que empieza a forjarse ser¨¢ el alcance y el calendario de estas otras acciones. El sector m¨¢s conservador de su partido sigue exigiendo que Powell 'no convierta el primer paso en el ¨²ltimo paso' y reclamando a Bush que extienda sus ataques a Irak y otras zonas musulmanas del mundo. Pero otras voces casi tan conservadoras como Pat Buchanan salieron ayer sorprendentemente en defensa del secretario de Estado: la guerra que quieren Israel y Wolfowitz, viene a decir Buchanan, es la misma que quiere Bin Laden, en la que las primeras victimas ser¨ªan los musulmanes moderados.
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