TENSAS RELACIONES FRATERNAS
Carlos de Inglaterra ha pedido a su hermano menor, Eduardo, que elija entre su productora de televisi¨®n y los compromisos que le obligan como miembro de la familia real. La ya tirante relaci¨®n entre los dos hijos de Isabel II se ha vuelto a envenenar tras conocerse que Ardent, la empresa del conde de Wessex, film¨® esta semana sin permiso al pr¨ªncipe Guillermo, de 19 a?os y primog¨¦nito de Carlos, en la selecta universidad escocesa de Saint Andrews, donde el pasado lunes comenz¨® sus estudios de Historia del Arte. El episodio ha enfurecido a Carlos, de 51 a?os, quien -seg¨²n un portavoz del palacio de Saint James, residencia oficial del pr¨ªncipe de Gales- est¨¢ 'muy decepcionado' y que, nada m¨¢s conocer el incidente, mantuvo una corta pero turbulenta conversaci¨®n telef¨®nica con Eduardo, de 37 a?os, para expresarle su ira por un suceso que algunos peri¨®dicos brit¨¢nicos han calificado de 'traici¨®n' y que supone en la pr¨¢ctica la ruptura del compromiso t¨¢cito de la prensa para respetar la intimidad del joven pr¨ªncipe. Tras la metedura de pata de Ardent, una compa?¨ªa que econ¨®micamente s¨®lo se mantiene a flote por sus series documentales sobre la familia real brit¨¢nica, Carlos ha instado a Eduardo a escoger entre sus deberes p¨²blicos como pr¨ªncipe o sus intereses privados como empresario. Pero ambos hermanos no siempre se llevaron como el perro y el gato. Hubo un tiempo en el que Carlos sent¨ªa adoraci¨®n por Eduardo y viceversa. El bi¨®grafo del pr¨ªncipe de Gales, Jonathan Dimbledy, cuenta que un adolescente Carlos, hechas las maletas para irse a estudiar a Australia, coment¨®: 'No me agrada dejar a nadie durante tanto tiempo, especialmente a Eduardo'. Afirma tambi¨¦n el bi¨®grafo que Eduardo sent¨ªa una gran admiraci¨®n por su hermano mayor, todo un ¨ªdolo y un modelo a seguir por el benjam¨ªn del palacio de Buckingham. Ahora, Dimbledy tiene ya material para escribir otro cap¨ªtulo sobre la vida de Carlos de Inglaterra: la historia de dos hermanos a los que el complicado mundo de los adultos convirti¨® en enemigos irreconciliables.
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