D¨ªas felices en Marraquech
El pintor norteamericano Robert Rauschenberg y el fot¨®grafoDarryl Pottorfdecidieron compartir un viaje a Marruecos el a?o pasado para recoger im¨¢genes que han utilizado para un trabajo conjunto. Marraquech, en Madrid, est¨¢ formada por una serie de grabados del artista, otra del fot¨®grafo y una tercera realizada por los dos.
Desde el siglo XVIII en que se instaura el grand tour como forma de conocimiento cultural, el viaje ha sido una de las actividades necesarias en la formaci¨®n del erudito, el arquitecto y el pintor. El descubrimiento de otras culturas, la estancia en otras ciudades, el trato con gentes de costumbres diferentes, ha enriquecido las vivencias de cientos de artistas. El punto ¨¢lgido de estos viajes en busca del conocimiento y la experiencia se puede situar en el romanticismo, con figuras como William Turner interpretando la luz de Venecia en contraposici¨®n con la bruma del T¨¢mesis.
Todos los pintores han realizado sus viajes inici¨¢ticos, Robert Rauschenberg (Tejas, 1925) recorri¨®, tras la Segunda Guerra Mundial, Europa y el norte de ?frica. El a?o pasado ha vuelto a repetir la experiencia con una estancia art¨ªstica en la ciudad marroqu¨ª de Marraquech, acompa?ado de su amigo el fot¨®grafo Darryl Pottorf, que ha dado como resultado tres series de estampas, una del propio Rauschenberg, otra de Pottorf y una tercera firmada por ambos.
Desde sus comienzos, la obra de Rauschenberg se ha caracterizado por una enorme osad¨ªa e iron¨ªa que le vali¨® el calificativo de neodada¨ªsta. Frente al esencialismo del expresionismo abstracto, triunfante desde finales de los a?os cuarenta, Rauschenberg propuso un tipo de obra pict¨®rica a la que adhiere objetos encontrados y recuperados en las calles y en las papeleras. Estos assemblages en los que se reconocen fragmentos de objetos reales fueron bautizados por ¨¦l con el nombre de 'combine paintings', ya que entre la pintura aparecen im¨¢genes fotogr¨¢ficas, fragmentos de ilustraciones de revistas y objetos clavados, m¨¢s o menos voluminosos, poniendo de esta manera en entredicho la esencia de la pintura y el principio de ficci¨®n art¨ªstica que es suplantado en su obra por la propia realidad.
En paralelo a la creaci¨®n de sus assemblages ha desarrollado una extensa obra gr¨¢fica, serigrafiando y transfiriendo por diferentes procedimientos im¨¢genes de los medios de masas al papel. En muchos casos, las im¨¢genes transferidas, que construye y superpone en grandes collages, son tomadas aleatoriamente como fragmentos ocasionales extra¨ªdos de la propia vida, de tal forma que el artista estaba m¨¢s interesado en atrapar instantes de realidad que en conseguir resultados est¨¦ticamente compuestos o bellos.
El eco de aquellas voluntades y t¨¦cnicas est¨¢ a¨²n presente en estas ¨²ltimas obras gr¨¢ficas. Las fotograf¨ªas, tomadas por Pottorf durante ese viaje a Marraquech vivido en toda su realidad, son combinadas y superpuestas en coloristas composiciones que construyen unas estampas muy bien trabajadas y ejecutadas, como corresponde a un gran maestro que ha depurado una t¨¦cnica durante a?os, pero este dominio t¨¦cnico hace que aquella fogosidad intuitiva de la juventud se haya difuminado de tal manera que la imagen casual se ha convertido ahora en la estampa tur¨ªstica, mientras que la aleatoriedad ha dado paso a la sabia composici¨®n de colores e im¨¢genes. La aventura del grand tour del siglo XVIII se ha transformado hoy en la gira tur¨ªstica, mientras que la vida que exudaban sus obras m¨¢s iconoclastas se ha convertido en un bello t¨®pico, pr¨®ximo al ¨¢lbum de fotos del turista que embalsama el recuerdo de los momentos felices.
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