La comunicaci¨®n entre las artes
Jos¨¦ Antonio Orts combina en sus instalaciones de 'esculturas' distintos lenguajes pl¨¢sticos con la m¨²sica y la danza, unidos en una sola propuesta conceptual.
La idea de una 'obra de arte total' s¨®lo pod¨ªa proceder de un m¨²sico visionario de rasgos visionarios. La propuso Wagner, y desde entonces ha funcionado como ep¨ªtome del sue?o de una integraci¨®n de las artes y como pendant de la opuesta tendencia modernista a la progresiva depuraci¨®n de cada una de ellas.
En nuestros d¨ªas, con la eclosi¨®n de las orientaciones multimedia, muchos artistas que no son ni John Cage ni Bob Wilson suelen acogerse a aquella perspectiva ut¨®pica apelando al vagaroso principio de la intercomunicaci¨®n o entreveramiento de las artes, con resultados tan bienintencionados como frecuentemente infecundos.
El caso de Jos¨¦ Antonio Orts (Meliana, Valencia, 1955) se presenta, por fortuna, bajo una luz diferente, tal vez porque lo decisivo en ¨¦l estriba en el bagaje que le procura su formaci¨®n como compositor, que le permite articular los diferentes lenguajes art¨ªsticos en funci¨®n de un fondo unitario de rigurosidad que s¨®lo puede prestarles la m¨²sica.
Desde hace a?os viene traba
jando en una serie de instalaciones de 'esculturas' compuestas de unos artilugios de su invenci¨®n en los que unos peque?os receptores de luz, conectados a unos altavoces y unos tubos a manera de los de los ¨®rganos, transforman en sonidos las oscilaciones luminosas producidas por los espectadores, generando as¨ª un espacio sonoro cambiante en donde se combinan el azar de los movimientos de los cuerpos con la exactitud de los sonidos con que son correspondidos.
En esta ocasi¨®n, ha dado un paso m¨¢s, y por cierto que en el sentido m¨¢s coherente. De lo que se trata es de la escenificaci¨®n espacial de los elementos fundamentales de la m¨²sica (los seis acordes principales desarrollados en forma de contrapunto).
Por otro lado, ya no son s¨®lo los espectadores los que motivan el sonido, sino que es un grupo de seis bailarines el que, provisto de una especie de trajes emisores de luz a trav¨¦s de las manos, y captores de luz en la garganta, van ejecutando con sus complicadas evoluciones y sus gestos una partitura, una m¨²sica que responde inmediatamente a los movimientos del cuerpo, sencillamente porque son ¨¦stos los que la producen en la misma medida en que generan la luz a la que se han hecho sensibles los distintos elementos de la instalaci¨®n. Se dir¨ªa que a todo esto s¨®lo le falta la palabra.
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