Acuerdo con ausencias

Populares y socialistas cerraron ayer el acuerdo sobre la renovaci¨®n de los cargos institucionales (20 vocales del Consejo General del Poder Judicial, cuatro magistrados del Constitucional y 12 consejeros del Tribunal de Cuentas) en t¨¦rminos muy semejantes a los manejados en julio pasado. Despu¨¦s del toma y daca mantenido por ambos partidos y sus sucesivas rupturas por el excesivo perfil pol¨ªtico o el extremismo ideol¨®gico atribuido a alg¨²n candidato, el acuerdo prescinde de cada parte que consider¨® de principio. El PP ha transigido con la designaci¨®n del ex ministro y parlamentario socialista Luis Mart¨ªnez Noval para el Tribunal de Cuentas, tras haber sido el principal escollo de las negociaciones. Y el PSOE ha retirado su rechazo a que el juez del Supremo Roberto Garc¨ªa Calvo se sentara en el Tribunal Constitucional por su pasado vinculado al franquismo.

El consenso implica renuncias, pero no deja de resultar fr¨ªvolo y nada pedag¨®gico pol¨ªticamente que se incumplan los plazos y se tensen las negociaciones por cuestiones aparentemente de principio que luego se resuelven en un simple intercambio de cromos. M¨¢s grave es que al acuerdo haya dejado por primera vez al PNV fuera del Poder Judicial y marginado a CiU del Constitucional. Se trata de un serio error pol¨ªtico que desconoce los delicados equilibrios del Estado de las autonom¨ªas y que servir¨¢ para alimentar el victimismo nacionalista. El acuerdo pol¨ªtico deber¨ªa suplir la ausencia de un Senado que garantice la presencia de formaciones minoritarias en el Parlamento, pero mayoritarias en su ¨¢mbito inmediato de representaci¨®n.

La responsabilidad ¨²ltima de esa ausencia hay que achac¨¢rsela al PP y al PSOE, que se bastan y sobran con el 88% de diputados para formar la mayor¨ªa parlamentaria exigida para esta elecci¨®n. Alguna responsabilidad puede caberle al PNV por su empecinamiento en mantener la candidatura de la diputada Margarita Ur¨ªa como ¨²nica opci¨®n para el CGPJ, pero de nada le ha valido a CiU proponer hasta cuatro nombres para el Constitucional. Los dos partidos mayoritarios han resuelto un problema que no deb¨ªa prolongarse, pero han dado una imagen de chalaneo y han agraviado al tiempo a nacionalistas catalanes y vascos.