Las batallas y la guerra
Van pasando los d¨ªas y todo nos va aproximando a las acciones militares. No es f¨¢cil razonar en medio de la pasi¨®n, pero la raz¨®n es un imperativo categ¨®rico. Razonemos entonces, con l¨®gica simple. Refugi¨¦monos en los grandes principios y contest¨¦monos las preguntas fundamentales de estas horas.
?Es esto realmente una guerra? Dec¨ªa Proudhon que todos tenemos una idea de la guerra, por haber sido testigos o por haberla hecho. Sin embargo, hoy no es tan claro. No estamos ante una guerra convencional, tradicional, donde se enfrentan Estados y soldados uniformados. Se trata de una guerrilla irregular que act¨²a por medio del terror. Pero no nos perdamos en la sem¨¢ntica: sea ¨¦sta la I Guerra del siglo XXI o como quiera llam¨¢rsele, es un descomunal acto de violencia ajeno a la delincuencia com¨²n y que se produce por m¨¦todos terroristas.
?Pueden invocarse hoy los errores hist¨®ricos de EE UU para explicar el atentado? Si hacemos balances hist¨®ricos, justificar¨ªamos atentar contra Rusia por sus invasiones a sus vecinos u Holanda por su colonialismo y as¨ª terminar¨ªamos todos contra todos. Este ataque se dirigi¨® contra EE UU pero lo fue, mucho m¨¢s all¨¢, a la Humanidad. Ninguna raz¨®n pol¨ªtica puede explicar la toma de rehenes de la sociedad civil. Ante el terrorismo no puede haber ambig¨¹edades.
?Ser¨¢ decisiva la reacci¨®n militar? No parece. En estos casos, lo fundamental es la 'inteligencia', la informaci¨®n. Si no se poseen datos, es in¨²til tirar misiles como palos de ciego. ?Es un choque de civilizaciones, como dice Huntington? No es un enfrentamiento global de civilizaciones, pero estamos ante la dificultad de su convivencia. Como lo fue Kosovo y el drama balc¨¢nico. En todo caso, la fuente del conflicto no es pol¨ªtica ni econ¨®mica, hace a la cultura.
?Hasta d¨®nde un pa¨ªs agredido tiene derecho a su leg¨ªtima defensa? Al igual que cualquier ciudadano, todos tenemos derecho a defendernos de una agresi¨®n, con una reacci¨®n proporcionada. Por eso es que puede ser leg¨ªtimo contestar un pu?etazo, pero no con una ametralladora. En cualquier caso, m¨¢s importante que la defensa es el desmantelamiento de la organizaci¨®n para que no siga actuando. M¨¢s que un derecho ¨¦se es un deber de la comunidad internacional. ?Nace este conflicto con la situaci¨®n del Oriente Pr¨®ximo y la intransigencia de Sharon? Es parte del tema, pero en este caso no se aprecia una relaci¨®n directa: el atentado se ven¨ªa preparando mucho antes de Sharon, los fundamentalistas tienen su propia l¨ªnea de acci¨®n y ella no pasa por la paz en ning¨²n lado, que despu¨¦s de todo es lo que buscan, a su modo, tanto Arafat como Israel. Quiero creer que esta desgracia est¨¢ ofreciendo hoy una oportunidad ¨²nica para una paz entre esos vecinos.
?Puede afirmarse que Bin Laden es realmente el responsable? Es ingenuo imaginar que cualquier organizaci¨®n se va a ubicar hoy delante de la maquinaria de guerra mayor del mundo y declararse responsable. Bin Laden no lo reconocer¨¢ entonces, pero desde a?os viene amenazando y amenazando. Aqu¨ª, en el lejano Uruguay, una radio hizo un art¨ªculo sobre la amenaza de Bin Laden y su idea de destruir una ciudad con aviones radiocontrolados, all¨¢ por el mes de julio, con relaci¨®n a la reuni¨®n de G¨¦nova.
?Podemos esperar fuertes repercusiones econ¨®micas? Todos queremos apostar a la esperanza, pero no hay duda de que un EE UU en clima recesivo, al cual, para empezar, le entran en n¨²meros 'rojos' sus empresas de seguros, de aeron¨¢utica y de turismo, pagar¨¢ un precio. Y ello repercutir¨¢ de inmediato en Am¨¦rica Latina, a partir de M¨¦xico, y complicar¨¢ tambi¨¦n a Europa.
?Cu¨¢nto podr¨¢ durar esta situaci¨®n? Si a¨²n no hemos podido terminar con la violencia en Irlanda y en el Pa¨ªs Vasco, no es razonable pensar en lapsos cortos. Se puede desmantelar una organizaci¨®n y aparecer otra, que es la historia de los fundamentalistas. En Buenos Aires, la voladura de la AMIA y de la Embajada de Israel ocurri¨® hace casi una d¨¦cada. Nadie puede predecir cu¨¢ndo y d¨®nde ser¨¢ el pr¨®ximo golpe. No olvidemos que el objetivo terrorista no est¨¢ definido, se hunde en una nebulosa extra?a y confusa. Aqu¨ª no aparece el eterno dilema entre el fin y los medios, porque el fin no est¨¢ a la vista.
?Hasta qu¨¦ punto estamos obligados a colaborar con EE UU? El combate al terrorismo, como al narcotr¨¢fico, es internacional o no es posible. Espa?a lo sabe bien. Y nadie tiene el derecho a desentenderse.
?Cambiar¨¢ esta situaci¨®n nuestra vida diaria? En los Estados Unidos, pa¨ªs que ni carn¨¦ de identidad personal tiene, no hay duda de que los cambios ser¨¢n grandes. En el resto del mundo, salvo el ¨¢rea candente, no se vislumbra.
?Para intentar extirpar el problema, no hay que saber d¨®nde est¨¢ su ra¨ªz profunda? Radica en la intolerancia, en el dogmatismo. Las batallas ser¨¢n puntuales, pero la verdadera guerra se libra en las conciencias, en los esp¨ªritus, en que la cultura de la paz sustituya a la psicolog¨ªa del odio. Bien sabemos lo dif¨ªcil que siempre ha sido y ser¨¢ esa mutaci¨®n de almas. Sin embargo, all¨ª est¨¢ la fuente del conflicto. Las batallas pueden ser desgraciadamente imprescindibles, pero la guerra real est¨¢ en otro escenario. Como dec¨ªa Her¨¢clito: 'La guerra es madre de muchas cosas. A unos los convierte en Dioses, a otros los hace esclavos o bien hombres libres'. De eso se trata, nada m¨¢s ni nada menos: ser gente libre que pueda vivir sin miedo, cada uno con su religi¨®n, su cultura, sus sue?os y sus realidades.
Julio Mar¨ªa Sanguinetti ha sido presidente de Uruguay (l985-1990 y 1995-2000).
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