Ceguera
Los dietarios de los grandes intelectuales proporcionan a menudo dosis destiladas de sabidur¨ªa ¨²tiles para el an¨¢lisis. 'La civilizaci¨®n nos habr¨¢ llegado cuando los gobiernos pierdan la insolencia del cargo', anot¨® Bioy en el suyo (Sudamericana). Podr¨ªa tambi¨¦n haber a?adido que nos acercar¨ªamos a ese resultado con tan s¨®lo evitar la ceguera de la clase pol¨ªtica. A menudo es tan patente que provoca m¨¢s la piedad o el instinto de conservaci¨®n que la indignaci¨®n o la ira.
Desde hace un siglo, Pareto y Mosca acu?aron el concepto de 'clase pol¨ªtica'. En tiempos m¨¢s recientes, Von Beyme ha se?alado que en las democracias actuales resulta v¨¢lido para designar a quienes forman un cuerpo homog¨¦neo, cada vez m¨¢s profesional, cada vez menos diferenciado desde el punto de vista ideol¨®gico y, ante todo, solidario. Para quien est¨¦ instalado en esa situaci¨®n, la percepci¨®n atinada de la realidad se convierte en dif¨ªcil. El reparto de los puestos institucionales ha obedecido a este tipo de l¨®gica. La Constituci¨®n se basa en el consenso y s¨®lo puede funcionar desde el consenso, pero esos organismos no son otra cosa que recept¨¢culos de cuotas. A muchos de los que han estado en esas instituciones les ruborizar¨ªa la desfachatez con que hoy aparecen los candidatos adscritos a siglas partidistas. En estas circunstancias la ruptura del acuerdo entre los dos grandes partidos es positiva, no s¨®lo porque los nacionalistas hayan sido excluidos ni tampoco porque una de las partes haya sido intemperante en una ocasi¨®n concreta, sino porque el reparto se ha convertido en una exhibici¨®n imp¨²dica que s¨®lo un ciego podr¨ªa no percibir como tal. Ser¨ªa necesario empezar desde el principio y con otros criterios.
La ceguera afecta de forma especial, cuando apunta la curva descendente, a quienes est¨¢n en las alturas del Ejecutivo. Parecen ciegos quienes en el PP se asombran de que, excepto entre los m¨¢s adictos, no pasan por delante las noticias del juicio sobre los fondos reservados a las relativas a la CNMV. El tribunal decidir¨¢ lo que proceda en torno a la primera cuesti¨®n; a mi modo de ver no hay nada que pueda ni remotamente justificar un indulto. Pero lo entonces sucedido ya lo conoc¨ªamos y bastante nos avergonz¨® en su momento. Lo nuevo es c¨®mo una instituci¨®n oficial, de la que resulta tan patente la necesidad de que transpire confianza, puede haber funcionado tan rematadamente mal con sus miembros incapaces de ponerse de acuerdo no ya en una posible intervenci¨®n, sino en los motivos por los que se reun¨ªan o en la redacci¨®n de un acta acerca de por qu¨¦ lo hicieron. A estas horas empieza ya a carecer de sentido hablar de hipot¨¦ticas responsabilidades pol¨ªticas porque ¨¦stas se han hecho ya meridianas alcanzando de pleno a los responsables de la pol¨ªtica econ¨®mica.
Ceguera es no darse cuenta de que la meteorolog¨ªa puede ser una ciencia poco precisa pero que en la vida pol¨ªtica las tormentas resultan previsibles. Quiz¨¢ la protesta estudiantil universitaria es dif¨ªcil de sortear a largo plazo. No resulta dif¨ªcil que se produzcan huelgas auspiciadas por los sindicatos en una Universidad que gasta la mitad de la media por estudiante que en Europa. Hacer una reforma de la Universidad contra todos los rectores parece casi inimaginable. Pero argumentar las resistencias a una ley muy discutible en el 'corporativismo' y el 'progresismo trasnochado' ajenos cuando lo que en realidad existe es la incompetencia y la inseguridad propias, presupone invocar la llegada del tif¨®n. Ya lo tenemos a la vista.
?Hay m¨¢s ejemplos de ceguera? Existe, por lo menos, uno, todav¨ªa peor, que consiste en la apariencia de severa imperturbabilidad, la megaloman¨ªa endiosada o el arte de no desaprovechar cualquier ocasi¨®n para multiplicar la aspereza y el desabrimiento. Cuiden algunos altos dirigentes en no caer en ella. Aparte del de Bioy, recientemente se ha publicado tambi¨¦n la edici¨®n castellana de los dietarios de Josep Pla (Espasa Calpe) y en ellos hay una frase que parece pintiparada para este g¨¦nero de gente campanuda. Dice as¨ª: 'Hay personas tan considerables, solemnes y augustas que s¨®lo consigo imaginarlas sentadas en el v¨¢ter leyendo el TBO o consultando, papel y l¨¢piz en mano, la Gu¨ªa de Ferrocarriles'.
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