Cogidas de Mariano Jim¨¦nez y Alfonso Romero
La corrrida fue un puro drama. El primer toro de la tarde ya hab¨ªa cogido a Mariano Jim¨¦nez de forma espeluznante cuando intentaba prender un par de banderillas. El cuarto corne¨® tambi¨¦n de mala manera a Alfonso Romero al iniciar un derechazo. Intentaban hacerle un torniquete a este diestro mientras las asistencias se lo llevaban a la enfermer¨ªa, y al llegar se encontraron con que a¨²n no hab¨ªa terminado la intervenci¨®n quir¨²rgica a Jim¨¦nez, que padec¨ªa importantes destrozos. Ambos percances los califc¨® de graves el doctor M¨¢ximo Garc¨ªa Padr¨®s, cirujano jefe de la plaza, si bien el de Mariano Jim¨¦nez parece ser mucho peor.
Luis Miguel Encabo se tuvo que hacer cargo de cinco toros. Cinco toros: se dice pronto con lo que estaba cayendo. Y lo que estaba cayendo eran precisamente los toros, que sacaron un fuerza inusual en estos tiempos (para empezar, ni se ca¨ªan) y adem¨¢s esa casta brava que parecen haber borrado los taurinos de la gen¨¦tica del ganado bravo.
N¨²?ez / Jim¨¦nez, Encabo, Romero
Toros. 1? de Valdeolivas, grande, manejable. Cinco de Joaqu¨ªn N¨²?ez, desiguales de presencia aunque sacaron trap¨ªo, fuertes y con casta, 5? bravo, 2? y 3? nobles, resto dificultosos. Mariano Jim¨¦nez: cogido grave al banderillear al 1?. Luis Miguel Encabo: estocada trasera ca¨ªda (ovaci¨®n y salida al tercio); bajozano -aviso- y descabello (ovaci¨®n y tambi¨¦n pitos cuando sale al tercio); estocada corta ca¨ªda (palmas); bajonazo trasero y dos descabellos (silencio); media trasera ladeada (oreja). Alfonso Romero: pinchazo, estocada muy trasera baja y tres descabellos; se le perdon¨® un aviso (ovaci¨®n y tambi¨¦n pitos cuando sale al tercio); cogido grave cuando pasaba de muleta al 4?. Plaza de Las Ventas, 12 de octubre. 4? corrida de feria. Cerca del lleno.
Los aficionados sospechan que si siempre salieran los toros con esa presencia, esa entereza y esa casta, la mitad del escalaf¨®n se retiraba o, si no, los pon¨ªan firmes. A la parte superior del escalaf¨®n se refiere el barrunto.
Toreros con pundonor y valent¨ªa har¨ªan falta para lidiar esos toros encastados. Y resulta que los hab¨ªa en la plaza. All¨ª se encontraba Luis Miguel Encabo, que con capote y muleta cuaj¨® lances y pases de excelente factura; muchos de ellos los mejores que se le hayan visto durante a?os en esta plaza.
Lo lamentable es que no rematara. Lo lamentable fue que en un toro crucial, el que hizo tercero, de encastada nobleza, al que marc¨® lances de capa de excelente corte y tandas de derechazos interpretados con quietud y armon¨ªa, no pasara de ah¨ª.
Llevaba Encabo seis minutos de faena y a¨²n segu¨ªa con los derechazos; como si no tueviera ganas de echarse la muleta a la izquierda. Al fin lo hizo y dio la sensaci¨®in de que tiraba por la borda todo lo anterior: fuera cacho, sin templar ni reunir, cada pase constitu¨ªa una decepci¨®n y concluy¨® la faena sin ¨¦xito.
Algo similar sucedi¨® con Alfonso Romero, que suscit¨® las mejores expectativas con el toro segundo, otro estupendo ejemplar de encastada nobleza. Lo tore¨® a la ver¨®nica con gusto y hondura, destacando las medias ver¨®nicas y los recortes a una mano, y ya en el turno de muleta se gan¨® entusiastas ol¨¦s al ligar los derechazos. Pero ah¨ª segu¨ªa, vengan derechazos, sin sentir la necesidad, innata en cualquier torero con vocaci¨®n y coraz¨®n, de torear al natural. Y cuando lo hizo (al final, en un tiempo en que la faena deb¨ªa estar terminada) se puso igual que su colega a torear fuera cacho, a repetir pases insustanciales, a defraudar a un p¨²blico que se le hab¨ªa entregado. Y no salv¨® la situaci¨®n ni cuando mud¨® a los ayudados, que tanto gustan en el coso vente?o.
La faena de Alfonso Romero al cuarto toro iba tambi¨¦n de derechazos y a la tanda tercera, al engendrar uno de ellos, el toro lo cogi¨® y corne¨® de mala manera.
Qued¨® solo Luis Miguel Encabo que banderille¨® a todos sus toros con m¨¢s voluntad que acierto pues clavaba bajo. En el primero le hab¨ªa cedido los palos Mariano Jim¨¦nez. Este torero prendi¨® un par, el siguiente lo intent¨® saliendo del estribo pero se le fue de la suerte el toro y entonces pretendi¨® cuartearlo, sin preparaci¨®n previa. Y sobrevino la cogida, horrorosa. El pit¨®n entr¨® en la ingle y el derrote brutal campane¨® en lo alto a Mariano Jim¨¦nez que a¨²n sufrir¨ªa varios pitonazos en plena voltereta.
Encabo estuvo tremendamente voluntarioso con este toro del percance, con el que pudo valerle y con los tres ¨²ltimos. Y hasta con los elementos, que se desataron de forma impresionante. Ya noche cerrada, lleg¨® una nube negra como el carb¨®n acompa?ada de viento huracanado, y solt¨® agua a mantas empleando una furia apocal¨ªptica, ¨²nicamente concebible en las venganzas b¨ªblicas. Y Encabo sigui¨® toreando hecho un h¨¦roe, y mat¨® a la primera, y obtuvo una oreja que parec¨ªa un trofeo de guerra.
Babelia
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