Opus dei y res p¨²blica
La transici¨®n pol¨ªtica del franquismo a la monarqu¨ªa parlamentaria dej¨® abiertas no pocas cuestiones capitales para la democratizaci¨®n del entramado institucional y de la vida de los ciudadanos. Uno de estos asuntos no terminados de resolver es la laicizaci¨®n del Estado, de las administraciones p¨²blicas. La Iglesia cat¨®lica conserva, despu¨¦s de gobiernos de diferente signo, muchos de los privilegios obtenidos a lo largo de siglos de dominaci¨®n reaccionaria, muy especialmente en el campo educativo, desde donde continua ejerciendo una gran influencia ideol¨®gica, social y pol¨ªtica.
Apenas comenzado el curso, viene frecuentando los medios de comunicaci¨®n la situaci¨®n del profesorado de religi¨®n cat¨®lica en los centros educativos p¨²blicos. El despido de unas profesoras a causa de su estilo de vida, en contra de lo que se ha querido dar a entender, no representa ninguna novedad, ni tan siquiera es un acto ilegal. De hecho, o mejor, de derecho, seg¨²n la legislaci¨®n vigente, no constituye un despido. Este indudable perjuicio causado a personas que ven¨ªan trabajando para la Iglesia de Roma responde a la aplicaci¨®n estricta de lo que el Estado espa?ol pact¨® con el Vaticano: los obispos presentan cada curso una lista con las personas que se han de ocupar de impartir doctrina cat¨®lica en los centros p¨²blicos y el Estado tiene que limitarse a hacerles un contrato laboral y a pagar su salario.
A partir de este anacr¨®nico privilegio -directamente heredado de la perfecta simbiosis entre jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica y r¨¦gimen franquista- reconocido por el mismo Tribunal Supremo, pero in¨¦dito en el resto de Europa, casi todo es posible. As¨ª pues, se considera profesorado de los centros p¨²blicos, a todos los efectos, personas encargadas de adoctrinar en la fe cat¨®lica a ni?os y j¨®venes. Nada diremos de estas ense?anzas puesto que no es ¨¦sta la cuesti¨®n. Como no responden de su trabajo m¨¢s que ante su obispo, no han de pasar por ninguno de los procesos de selecci¨®n o de provisi¨®n p¨²blicos. De la mano de la Iglesia, este profesorado entra directamente a los claustros y a los consejos escolares a participar de una ense?anza democr¨¢tica que permite que se pueda hablar de todo y de todos, pero no de su cometido: el Estado paga y calla.
Hay que contar con esta reliquia del anterior r¨¦gimen confesional para poder razonar cualquier salida que se quiera dar a los profesores de doctrina cat¨®lica cuyo obispo no los considere 'id¨®neos'. Pero si ha de haber cierta coherencia democr¨¢tica y jur¨ªdica, no ser¨¢ posible intervenir, para preservar lo que ser¨ªan derechos laborales inalienables si se tratara de cualquier otra empresa, sin trastocar el convenio con la Santa Sede. Abordar la cuesti¨®n con el laicismo como condici¨®n, pasa por poner a la Iglesia cat¨®lica -a todas las iglesias- al menos fuera del tiempo escolar, y al margen de la organizaci¨®n del servicio educativo. Todo ello ser¨ªa perfectamente constitucional. Tambi¨¦n en la cat¨®lica Italia se usan los colegios p¨²blicos para el mismo adoctrinamiento, pero cuando ya no queda nadie m¨¢s que los fieles en las aulas y los pasillos. Por otra parte, si los obispos necesitan recurrir al pago de los servicios de quienes les hacen la misi¨®n, que lo hagan con su propia hacienda, con la ayuda de los fieles, y que contraten privadamente, y seg¨²n el Estatuto de los Trabajadores. No temblar¨ªa ning¨²n estatuto jur¨ªdico si la Iglesia fuera la patronal de sus catequistas. Ahora bien, la Iglesia cat¨®lica no ha renunciado nunca a establecer exclusivamente la idoneidad de los propagadores de su fe. No acept¨® a los curas juramentados durante la Revoluci¨®n Francesa como no reconoce actualmente el ministerio del clero cat¨®lico asimilado por el estado chino. Querr¨¢, por tanto, que el estado contin¨²e otorg¨¢ndole unas prerrogativas no constitucionales para poder echar, sin contemplaciones, al personal si no le gusta su estilo de vida o su testimonio de fe.
Imposible encaje entre derechos democr¨¢ticos y vida sobrenatural. Habr¨¢ que elegir. O continuar¨¢ todo revuelto: opus dei y res p¨²blica.
Vicent Esteve es miembro del STEPV.
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