"Gracias a la comisi¨®n pagada, la operaci¨®n fue muy buena"
Lo?k Le Floch-Prigent, que presidi¨® la compa?¨ªa petrolera Elf entre 1989 y 1993, ha creado cierto revuelo al publicar un libro en el que relaciona a decenas de pol¨ªticos -el presidente franc¨¦s Jacques Chirac entre ellos- con operaciones de su empresa por las que la justicia francesa tiene abiertas varias causas por desviaci¨®n de fondos. Ha sido condenado a tres a?os y medio de c¨¢rcel por uno de los flecos del caso Elf. Aunque esa sentencia ha sido recurrida, los sumarios amenazan a quien fue su m¨¢ximo responsable y ¨¦l ha respondido con un libro concebido como un aviso a navegantes. De la parte que se refiere a Espa?a habla en esta conversaci¨®n, mantenida d¨ªas antes de que la juez Teresa Palacios le comunicase su imputaci¨®n en el caso Ercros.
Pregunta. ?Qu¨¦ puede explicar sobre la operaci¨®n de Elf en Espa?a?
Respuesta. Hubo tres operaciones. La primera consisti¨® en obtener una minor¨ªa importante en Cepsa, en aquel tiempo la primera compa?¨ªa privada espa?ola de distribuci¨®n de carburantes y la segunda petrolera, despu¨¦s de Repsol. Esto condujo a la segunda operaci¨®n: tomar el 5% del Banco Central y poner la sigla de Elf al lado de Cepsa en todas sus estaciones de servicio. Yo lo negoci¨¦ con Alfonso Esc¨¢mez, el presidente del Banco Central. El hombre de Elf en Espa?a, Daniel de Busturia, se encarg¨® de los trabajos necesarios.
P. Pero los problemas judiciales proceden de la compra de Ertoil.
R. En esa ¨¦poca, KIO era propietario de Ercros y de Ertoil. Y quer¨ªa vender Ertoil, que pose¨ªa refiner¨ªas y estaciones de distribuci¨®n. Tanto los equipos de Elf como los del Banco Central y de Cepsa coincidieron en que si dej¨¢bamos a cualquier otro competidor que se apoderara de Ertoil, en Espa?a se montar¨ªa una tercera red de distribuci¨®n y perder¨ªamos la situaci¨®n conseguida de competir s¨®lo con Repsol. Cepsa no ten¨ªa valor si Ertoil iba a parar a cualquier otro. Todos est¨¢bamos de acuerdo en que no pod¨ªamos permitir que Ertoil se nos escapara, pero era seguro que la Comisi¨®n Europea nos habr¨ªa impedido entrar, a la vez, en Cepsa y en Ertoil. El banco Paribas, que dise?aba la operaci¨®n, nos aconsej¨® que un tercero comprase Ertoil y nos lo revendiera. Paribas ten¨ªa un socio, la General Mediterranean Holding (GMH), a quien se le pod¨ªa pedir que comprara Ertoil y nos lo revendiera despu¨¦s. Paribas mont¨® la operaci¨®n: GMH compr¨® Ertoil y se lo revendi¨® a Cepsa. Esta operaci¨®n fue un ¨¦xito. Ertoil pas¨® a formar parte de Cepsa; Repsol y Cepsa continuaron siendo las dos grandes distribuidoras de carburantes en Espa?a, y tanto Cepsa como Ertoil alcanzaron una buena rentabilidad. Es decir, la operaci¨®n fue muy buena, tanto para los espa?oles como para los franceses. No comprendo qui¨¦n se queja ahora. As¨ª se lo explicar¨¦ a la juez espa?ola.
P. Pero al margen del resultado econ¨®mico de esas operaciones, lo que la justicia investiga es si se pagaron sobreprecios o se desvi¨® dinero en comisiones injustificadas.
R. ?Ah, pero es que las comisiones fueron legales en Francia hasta 1997! Esas comisiones fueron autorizadas por el Ministerio de Finanzas, daban origen a una deducci¨®n fiscal y estaban contempladas en la ley como tales. A partir del momento en que eso qued¨® prohibido se cambi¨® el nombre por el de gastos de lobbying, pues muy bien: el concepto es el mismo.
P. En definitiva, ?De Busturia dispuso de 56 millones de francos (1.416 millones de pesetas) de Elf para pagar comisiones en Espa?a relacionadas con las operaciones que usted ha descrito?
R. Exactamente.
P. ?Y sabe usted qui¨¦nes fueron los destinatarios de esas comisiones?
R. Por supuesto que no. Pero eso es inherente al negocio petrolero. Busturia dispuso de ese dinero y lo entreg¨® a quien le pareci¨® m¨¢s oportuno para conseguir los objetivos que le hab¨ªamos confiado. M¨¢s all¨¢ del caso de Espa?a, lo que yo explico en mi libro es c¨®mo funciona el mundo de los negocios: el que quiera jugar a la moral, ning¨²n problema, pero moral y negocios son incompatibles.
P. Entonces, ?autoriz¨® los pagos sin saber qui¨¦n iba a cobrar?
R. Yo inform¨¦ al presidente de la Rep¨²blica, Fran?ois Mitterrand [Elf era una compa?¨ªa estatal] de que hab¨ªa que pagar ese dinero. Y si el ministro de Finanzas de la ¨¦poca autoriz¨® la desgravaci¨®n fiscal de esa cantidad, no fue para retribuir a De Busturia, sino para que ¨¦ste llevara las operaciones a buen t¨¦rmino. A m¨ª lo que me interesaba era el resultado: lo tuve; De Busturia dijo que era necesario pagar esa comisi¨®n, y como es habitual una comisi¨®n de hasta el 2,5% de cada operaci¨®n, se hizo. Gracias a esto, todo el mundo qued¨® satisfecho de la operaci¨®n espa?ola, tanto en Espa?a como en Francia. Si yo no hubiera permitido el pago, se habr¨ªa instalado en Espa?a una tercera compa?¨ªa refinera y de distribuci¨®n, los precios se habr¨ªan hundido y Cepsa hubiera ido mucho peor. As¨ª es la vida.
P. Si usted dice ahora que no conoce los nombres de los destinatarios de la comisi¨®n en Espa?a, ?por qu¨¦ alude en su libro a personas 'pr¨®ximas' al Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez y personas 'pr¨®ximas' al Rey?
R. Porque eso es lo que me dijeron las personas que me pidieron el dinero para la comisi¨®n.
P. ?Le dice algo el nombre de Piqu¨¦?
R. No me pregunte por nombres, tengo mala memoria.
P. ?Se refiere a De Busturia cuando habla de las personas que le pidieron dinero para comisiones?
R. A Daniel de Busturia y a otros. Eso es lo que yo comuniqu¨¦ a Mitterrand y al ministro de Finanzas. La comisi¨®n fue autorizada y obtuvo la correspondiente deducci¨®n fiscal, porque todo lo que se refiere a un sistema opaco es opaco en Francia y en el resto de Europa. ?Cree usted que las empresas espa?olas no pagan comisiones secretas cuando hacen operaciones fuera de su pa¨ªs?
P. Los datos que usted ofrece son muy imprecisos para lanzar acusaciones.
R. Yo no soy un acusador: me limito a explicar c¨®mo funciona el sistema. Al igual que en el ajedrez, conviene prever las jugadas con antelaci¨®n. Con la ventaja, para m¨ª, de que yo no temo a la muerte.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.