'El 11 de septiembre, una parte del capital mundial atac¨® a la otra parte'
El que fuera ide¨®logo de la extrema izquierda italiana vuelve a estar de actualidad gracias al ¨¦xito de su ¨²ltimo libro, Imperio, que alude a un ente global que controla el mercado y cuyo poder est¨¢ en un 'no-sitio'.
El panorama mundial ha cambiado por una sola raz¨®n, porque deja a Europa en una posici¨®n minoritaria dentro del grupo de ¨¦lite
El profesor Toni Negri (Padua, 1933) vive en un precioso apartamento en el coraz¨®n del barrio romano de Trastevere, todav¨ªa en arresto domiciliario, como consecuencia de la condena que el polit¨®logo se avino a cumplir en 1997 cuando decidi¨® dejar Par¨ªs para ingresar en la c¨¢rcel italiana de Rebibbia. A su regreso a Italia, el otrora incendiario profesor de Ciencias Pol¨ªticas escribi¨® un libro, Imperio, en colaboraci¨®n con el profesor Michael Hardt, y publicado el a?o pasado por la Universidad de Harvard (Estados Unidos), que se ha convertido en un acontecimiento editorial . Negri advierte de que el 'libro es viejo', porque fue escrito entre 'la guerra del Golfo y la Balc¨¢nica', y porque los atentados del 11 de septiembre han dado un vuelco a la situaci¨®n internacional. Este terrible suceso, que el profesor explica como 'un gran golpe de mano en el que una parte del capital mundial ataca a la otra parte', ha agudizado el proceso de formaci¨®n de una nueva entidad, el imperio que da t¨ªtulo a su libro, un ente global que controla un mercado global y cuyo poder se sit¨²a en un 'no-sitio'. Los atentados contra las Torres Gemelas han puesto en evidencia, seg¨²n el profesor, el trasfondo de la batalla en la que 'los talibanes del petr¨®leo se han enfrentado a los talibanes del d¨®lar'. Negri se exalta cuando expone algunas de sus opiniones y critica con gran virulencia verbal a gobiernos y gobernantes de los Estados-naciones en fase de extinci¨®n, sobre todo al presidente de Estados Unidos, George W. Bush, cuya respuesta armada al terrorismo coloca a los ciudadanos ante una crisis sin soluci¨®n, seg¨²n Negri, frente a la cual la ¨²nica respuesta es 'la deserci¨®n'. 'Nuestra responsabilidad de ciudadanos est¨¢ en criticar esta sociedad, en desertar de ella, desertar de la guerra, de la pol¨ªtica, desertar de esta sociedad para crear otra nueva'.
PREGUNTA. Su libro Imperio es un intento de explicar la situaci¨®n actual, el estadio actual del capitalismo.
RESPUESTA. S¨ª, el libro explica lo que ha sucedido, y el motivo de su ¨¦xito precisamente es ¨¦se, el de transformar en razonamientos lo que es un sentimiento com¨²n: que el Estado-naci¨®n, tal como es, no est¨¢ en condiciones de gestionar los asuntos, es decir, de mantenerse en el plano de la pol¨ªtica militar, en el de la pol¨ªtica monetaria y, desgraciadamente, tampoco en el plano de la pol¨ªtica cultural. Hay otras potencias, y eso es algo que todo el mundo percibe, colocadas aqu¨ª y all¨¢ en el mundo, nosotros decimos que est¨¢n en un no-lugar, que gobiernan este desarrollo.
P. ?Y ¨¦se es el imperio?
R. Est¨¢ en formaci¨®n. No es una cosa acabada, es una din¨¢mica, que se ha ido determinando a partir de los a?os setenta, en nuestra opini¨®n, cuando hablo en plural es porque incluyo a mi compa?ero y amigo norteamericano, Michael Hardt, con el que he escrito el libro. Y por tanto, estamos en este proceso de formaci¨®n.
P. Un imperio que no ser¨ªa otra cosa que una fase avanzada del imperialismo.
R. S¨ª, la superaci¨®n del imperialismo. El imperialismo es un periodo ligado al Estado-naci¨®n, que ha sido superado porque se ha 'autodestruido'. El Estado-naci¨®n europeo se ha hundido por dos problemas fundamentales: uno, el imperialismo interno, las grandes guerras, porque no hay que olvidar que hemos tenido dos guerras mundiales terribles. El Estado-naci¨®n se ha demostrado un Estado asesino y la gente lo rechaza. Adem¨¢s es un Estado colonial, con un imperialismo externo de los pa¨ªses de Europa, y los desastres que ha producido el colonialismo est¨¢n todav¨ªa a la vista. No hay m¨¢s que ver la manera terrible en la que ha desordenado el mundo. La cultura europea ha intentado imponerse de una manera inhumana. Poblaciones y civilizaciones han sido destruidas. Las reacciones a estos dos procesos han determinado una situaci¨®n en la que el capital mismo se ha dado cuenta de que no era posible seguir dominando. De ah¨ª la necesidad de dar nueva vida al Fondo Monetario Internacional (FMI), a la Banca Mundial, instrumentos que hab¨ªan sido creados al final de la guerra para regular la reconstrucci¨®n y que se han convertido en instrumentos de regulaci¨®n mundial. Toda una serie de poderes han sido transferidos del Estado a estas instancias supranacionales, que son figuras profundamente irresponsables porque una democracia internacional no existe.
P. Su libro no identifica, sin embargo, ese imperio que se est¨¢ formando con Estados Unidos. Al menos no considera que sea Estados Unidos el ¨²nico que manda.
R. No, pero le gustar¨ªa controlar todo el poder. Y est¨¢ haciendo lo imposible por conseguirlo. Es la cuesti¨®n que se plantea ahora. Nuestro libro, lo decimos en el pr¨®logo, ha sido escrito entre la guerra del Golfo y la Balc¨¢nica. Por tanto, nos referimos en ¨¦l a lo que era una configuraci¨®n inicial, institucional, p¨²blica, pol¨ªtica, del desarrollo imperial. Es evidente que las contradicciones que exist¨ªan entre los grupos dirigentes se han ido desarrollando. Y una de las cosas m¨¢s interesantes que hemos visto es que la superaci¨®n de estas contradicciones tiende a excluir a Europa del debate del dominio imperial. Ha sido muy duro para los europeos reconocer que su oferta de aplicar el art¨ªculo 5 del Tratado del Pacto Atl¨¢ntico no ha sido considerada, mientras ha tenido m¨¢s importancia la relaci¨®n de la ¨¦lite americana con la ¨¦lite rusa y con la de los pa¨ªses ¨¢rabes moderados. El 11 de septiembre cambia el panorama mundial por una sola raz¨®n, porque deja a Europa en una posici¨®n minoritaria dentro del grupo de ¨¦lite. Por otra parte, a m¨ª no me parece casual que desde los a?os setenta, cada vez que Europa intenta dar pasos institucionales importantes, hay una respuesta mundial que le descoloca la situaci¨®n. Las crisis petrol¨ªferas, por ejemplo, han sido para Europa mortales, y se han desencadenado siempre que Europa intentaba avanzar en ese camino. Lo digo entre par¨¦ntesis, no creo que la ca¨ªda de las Torres Gemelas sea un plan diab¨®lico para impedir que el euro se convierta en una realidad importante.
P. Es cierto que Estados Unidos no ha visto nunca con demasiada simpat¨ªa la convergencia europea, ni el euro.
R. No, no. Recuerdo cuando Kissinger declar¨® 1973 el a?o de Europa y fue cuando estall¨® la peor crisis petrol¨ªfera de las habidas, que dio un golpe tremendo a la unidad europea. Hay una guerra sorda, y en esa guerra vemos que la ¨¦lite europea es incapaz de moverse como una ¨¦lite pol¨ªtica y el capital europeo es totalmente incapaz de organizar el mercado. Europa no se formar¨¢ jam¨¢s as¨ª, porque ¨¦stos se sienten imperiales.
P. ?No ser¨¢, de acuerdo con el an¨¢lisis de su libro, que Europa est¨¢ en la fase previa al imperio, que es un continente atrasado, viejo?
R. No lo s¨¦ si es viejo o joven, pero s¨¦ que en Europa hay fuerzas jovenc¨ªsimas. Hay una intelectualidad productiva amplia, la fuerza de trabajo intelectual que hay en Europa no la hay ni en Am¨¦rica ni en Jap¨®n ni en Rusia. Europa es riqu¨ªsima en esta materia.
P. Me refer¨ªa al capital europeo. Quiz¨¢ le falta esa mentalidad global que est¨¢ dando paso al imperio.
R. Puede ser. A m¨ª me parece que hay sobre todo ignorancia, bellaquer¨ªa...
P. O que los Estados nacionales en Europa son todav¨ªa muy fuertes.
R. No me lo parece. El Estado-naci¨®n en Europa es tan d¨¦bil que no ha sido capaz de poner en pie ni siquiera un ej¨¦rcito. El problema es que en Europa hay una mentalidad de rentiste, c¨®mo se dice...
P. S¨ª, rentistas.
R. Hay que decir como Keynes, que todo lo que se puede esperar es que se opte por la eutanasia, para poder dar vida a un esp¨ªritu nuevo. El keynesismo no es la intervenci¨®n del Estado en la econom¨ªa, porque esta intervenci¨®n ha existido siempre y siempre existir¨¢, sobre todo en los momentos en que se dec¨ªa que el Estado era neoliberalista. El problema es saber en qu¨¦ sentido va esta intervenci¨®n. Pero estamos en una fase de eutanasia de los rentistas. Esto no se afronta en el libro, porque lo que hace es describir una fase previa.
P. Aunque ustedes sostienen que el poder est¨¢ en un no-sitio, en un art¨ªculo suyo en Le Monde se refiri¨® al G-8 como una vaga encarnaci¨®n del poder de ese imperio.
R. Bueno, a estas alturas quiz¨¢ valdr¨ªa la pena preguntarse si el G-8 no ha sido el ¨²ltimo punto de un recorrido que se est¨¢ agotando ya. En el G-8, los americanos no estaban a gusto. Por otra parte, yo no soy antiamericano. No lo he sido nunca. Es m¨¢s, creo que si un d¨ªa se produce una revoluci¨®n en el mundo la har¨¢ Estados Unidos. Marx pensaba que la revoluci¨®n se producir¨ªa en Alemania.
P. Se equivoc¨®.
R. Bueno, pero se hizo en Rusia.
P. El sitio equivocado.
R. No s¨¦ hasta qu¨¦ punto equivocado. Lo cierto es que se ha mantenido durante un siglo, y nos ha permitido a todos vivir mejor.
P. Usted acusaba a los Estados nacionales de haber causado enorme da?o, pero tambi¨¦n la revoluci¨®n sovi¨¦tica cre¨® un imperio y provoc¨® millones de muertos.
R. S¨ª, pero me irrita la gente que lo analiza todo en t¨¦rminos antisovi¨¦ticos. Ha sido una posici¨®n que ha provocado una guerra, la guerra fr¨ªa y ahora hay much¨ªsima gente que tiene nostalgia de esta ¨¦poca, tanto en los pa¨ªses ex sovi¨¦ticos como fuera de ellos. Pero hay que decir que la falta de civismo, la incultura y la violencia han aumentado enormemente. Pese a todo, la sovi¨¦tica, con sus aspectos orientales, con su tradici¨®n zarista, con su totalitarismo, era una gran corriente de civilizaci¨®n. Pese a todo, Stalin logr¨® hacer avanzar a la URSS en t¨¦rminos de productividad, a niveles que los talibanes no han logrado. Y la liberaci¨®n de la mujer en la URSS no me parece que se pueda comparar a lo que ha ocurrido en Afganist¨¢n. Y conste que cuando cay¨® el muro de Berl¨ªn sent¨ª una alegr¨ªa infinita, porque he luchado toda mi vida contra el socialismo burocr¨¢tico.
P. Entonces, usted no es antisovi¨¦tico ni antiamericano.
R. Yo he estado contra Estados Unidos y contra la URSS, pero no contra los pueblos. Yo me siento neoyorquino hasta el final, porque me siento parte de esa civilizaci¨®n que, adem¨¢s, me parece que es la ¨²nica que puede producir revoluciones o transformaciones radicales. La sociedad americana es la que tiene capacidad de hacerlo y lo har¨¢. Bush es un fantoche horrible, el fantoche del capital mundial que se ha instalado all¨ª, es una bestia, tras la que asoman las componentes talibanes, esos gestores de fondos de d¨®lares capaces de todo, ¨¦sta es verdaderamente la cuesti¨®n. El capital es la fea m¨¢quina que nos mortifica a todos. La familia Bush es verdaderamente una familia shakesperiana. All¨ª hay dos almas que se combaten, la del petr¨®leo y la de los d¨®lares. Hasta los israel¨ªes, pobrecillos, est¨¢n comprendiendo ahora lo que ocurre, porque ¨¦stos siguen cometiendo los antiguos errores, se al¨ªan ahora con los terroristas contra los terroristas. Antes se aliaban con los terroristas contra los sovi¨¦ticos. ?Basta, basta! Ahora los enemigos de Israel forman parte de la coalici¨®n antiterrorista, no lo digo para defender a Israel -yo estoy del todo con los palestinos-, sino para aclarar las contradicciones insolubles en las que la direcci¨®n capitalista del imperio ha ca¨ªdo, y que nos prometen guerra.
P. De hecho y aunque usted dice que el imperio no es Estados Unidos, reconoce que su moneda es el d¨®lar. El idioma parece claro que ser¨ªa el ingl¨¦s. Mientras la cultura ser¨¢, seguramente, la que irradia ese pa¨ªs. Esa actitud de 'buenismo', que permite a Estados Unidos bombardear Afganist¨¢n con gentileza, evitando al m¨¢ximo las v¨ªctimas civiles, dejando caer al mismo tiempo alimentos.
R. ?sta no es una guerra buena, sino una guerra mala combatida por los talibanes del d¨®lar contra los del petr¨®leo.
P. ?A qui¨¦n se refiere exactamente?
R. A ese grupo de poder que intentaba el control general de los precios del petr¨®leo, y a trav¨¦s de ¨¦ste un control fuerte sobre el desarrollo occidental. Si uno tiene un poco de experiencia y es capaz de analizar las cosas con frialdad, se da cuenta de que estamos ante un conflicto antiguo, un conflicto real en el que se pod¨ªa producir una tragedia.
P. Usted critica al Gobierno de Estados Unidos, pero est¨¢ con el pueblo americano, ?no cree que en sociedades democr¨¢ticas el ciudadano tiene tambi¨¦n una responsabilidad considerable en la elecci¨®n de un gobierno?
R. Ser¨ªa una larga discusi¨®n. Yo creo que en la crisis del Estado-naci¨®n hay que incluir la crisis de la representaci¨®n, no hay m¨¢s que ver el aumento cada vez mayor de la abstenci¨®n. Adem¨¢s, es evidente que dentro del imperio, las reglas b¨¢sicas de la representaci¨®n democr¨¢tica, un hombre (o una mujer), un voto, no sirven, porque en ese caso lo decidir¨ªan todo los chinos. La crisis, como ve, es extra?a, porque es una crisis vivida subjetivamente por el ciudadano, y al mismo tiempo una crisis a la que no se le ve la soluci¨®n. Lo que nos proponen es esta soluci¨®n medi¨¢tica, de personas carism¨¢ticas que no son muy distintas de las que propon¨ªa el fascismo, salvando las diferencias. Por eso yo no creo que se pueda hablar hoy de responsabilidad. Mejor dicho, se debe hablar de responsabilidad, pero la responsabilidad est¨¢ en criticar, en desertar esta sociedad. Y desertar esta sociedad significa desertar de la guerra, de la pol¨ªtica, muchas cosas, pero para construir otra.
BIBLIOGRAF?A
Empire. Harvard University Press. Cambridge, 2001. Marx m¨¢s all¨¢ de Marx. Akal. Madrid, 2001. Spinoza subversivo. Akal. Madrid, 2001. Arte y multitudo: ocho cartas. Trotta. Madrid, 2001. El exilio. El Viejo Topo. Barcelona, 1998. Las verdades n¨®madas: por nuevos espacios de libertad. (En colaboraci¨®n con F¨¦lix Guatari). Iralka. San Sebasti¨¢n, 1996. El poder constituyente: ensayo sobre las alternativas de la modernidad. Libertarias-Prodhufi. Madrid, 1993. La anomal¨ªa salvaje. Anthropos. Barcelona, 1993. Fin de siglo. Paid¨®s. Madrid, 1992.
Vida e ideas
NACIDO en Padua, en el Veneto, el 1 de agosto de 1933. Profesor de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad de su ciudad natal, se convierte en uno de los principales te¨®ricos del obrerismo italiano en los a?os setenta y lidera Autonom¨ªa Operaia (Autonom¨ªa Obrera) en esa turbulenta etapa conocida como 'los a?os de plomo'. Detenido en abril de 1979, acusado junto a otros dirigentes de Autonom¨ªa de 'insurrecci¨®n armada contra los poderes del Estado', es condenado en primer grado a 30 a?os de c¨¢rcel, sentencia que ser¨¢ reducida a 12 a?os por el Tribunal Supremo en 1988. Toni Negri fue absuelto por la justicia de la acusaci¨®n de ser el verdadero dirigente de las Brigadas Rojas, el principal grupo subversivo italiano de aquellos a?os, que llev¨® a cabo el secuestro y asesinato del l¨ªder democristiano Aldo Moro. Tras cuatro a?os y medio en prisi¨®n, en junio de 1983 es elegido diputado del Parlamento italiano en las listas del Partido Radical, lo que le permite salir de la c¨¢rcel. Cuando, en septiembre de ese mismo a?o, la C¨¢mara de Diputados vota a favor de la abolici¨®n de su inmunidad parlamentaria, Negri huye a Francia y se instala en Par¨ªs, donde encuentra refugio junto a casi 150 militantes de la extrema izquierda italiana. Durante los 14 a?os que ha residido en la ciudad del Sena, Negri ha sido profesor de la Universidad de Par¨ªs VIII y ha trabajado como investigador de ciencias sociales, publicando diversos libros. En 1997, Negri decide regresar a Italia para cumplir el resto de su condena, es decir, tres a?os y once meses de prisi¨®n. Es internado en la c¨¢rcel de Rebibbia, a las afueras de Roma. En 1999 obtiene la semilibertad. Desde entonces vive en su domicilio de Roma, con la obligaci¨®n de no salir de casa entre las diez de la noche y las siete de la ma?ana y la prohibici¨®n de ausentarse del Lazio (la regi¨®n a la que pertenece Roma) sin autorizaci¨®n.
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