LOU: una aproximaci¨®n pol¨ªtica
El debate de la LOU que comienza me parece interesante no s¨®lo por su contenido, sino tambi¨¦n por la forma en que se est¨¢ planteando. La necesidad de un cambio profundo en la LRU, a fin de remediar sus defectos y omisiones, era sentido como general en la comunidad universitaria, en las administraciones educativas y en los grupos parlamentarios. Nadie ha sostenido que la LRU, cuya evaluaci¨®n general es positiva, mal que pese a algunos sectarios, no requiriera cambios, a comenzar por sus propios autores. Adem¨¢s hab¨ªa acuerdo general en que eran precisos cambios en el sistema de gobierno, en el r¨¦gimen de profesorado, en los sistemas de becas, en la regulaci¨®n de las actividades no acad¨¦micas y en la financiaci¨®n. Pero mientras en cuestiones como las dos ¨²ltimas el acuerdo no presentaba dificultades insalvables la cuesti¨®n de las becas entra?a cambios en profundidad en su ordenaci¨®n y cuant¨ªa que ponen en cuesti¨®n el sistema de financiaci¨®n y ah¨ª hay un acuerdo general negativo: las universidades prefieren no insistir m¨¢s all¨¢ de lo formulario en la cuesti¨®n becaria porque no desean otro cambio en el sistema de financiaci¨®n que no sea el aumento de las subvenciones. El compromiso ap¨®crifo se viste con las galas de la un¨¢nime petici¨®n de mayores subvenciones: es preferible librar la batalla del dinero con el consejero que con los alumnos reconvertidos en clientes. Adem¨¢s, aunque el compromiso ap¨®crifo sea esencialmente reaccionario (el m¨¦todo de financiaci¨®n actual opera como un sistema de transferencia de rentas a favor de los grupos sociales bienestantes que obtienen la mayor parte de sus rentas de fuentes que no son el trabajo), suena 'progre' y queda bien. Y permite reclutar infanter¨ªa.
En llegando a gobierno y profesores el acuerdo es dif¨ªcil, si no imposible: las actuales autoridades acad¨¦micas lo son del sistema de gobierno que se pretende cambiar y ellos y el grueso de sus votantes son beneficiarios del sistema de profesorado realmente existente, que tambi¨¦n se pretende cambiar. En consecuencia pedir el acuerdo con los beneficiarios del statu quo se parece bastante a exigir una reforma de m¨ªnimos en tales asuntos. Si en verdad se pretende cambiar el consenso no parece la v¨ªa m¨¢s f¨¢cil: los destinatarios no quieren cambiar, de ah¨ª que no haya faltado voz que defienda un sistema de provisi¨®n de profesores que ha ocasionado que se nos ponga en la picota en revistas cient¨ªficas extranjeras. No se puede hacer la Desamortizaci¨®n con el permiso de los frailes.
En su deseo de combatir el mal gobierno el proyecto de la LOU pretende apartarse de la LRU, mas como el mal gobierno no procede de la sumaria regulaci¨®n de ¨¦sta, sino del mal uso que las Universidades han hecho de su potestad de autoorganizaci¨®n, reeditando las m¨¢s de las veces t¨¦cnicas de representaci¨®n corporativa que recuerdan irresistiblemente a los tercios de las Cortes franquistas, la se?ora Ministra, se ve forzada a impulsar una ley extens¨ªsima, agotadora y detallista, que reduce a la nada la competencia auton¨®mica en la materia y a muy poco la potestad de autoorganizaci¨®n de las Universidades, lo que, a m¨¢s de ser bien poco deseable desde una perspectiva federal y autonomista, resulta ser razonablemente sospechoso de inconstitucionalidad. Por eso la oposici¨®n socialista, que en ¨¦ste como en otros puntos est¨¢, en el fondo, de acuerdo con el an¨¢lisis gubernamental, hace una oposici¨®n suave para cubrir el expediente: que los conservadores carguen con los costes de una limpieza de todo punto necesaria que ya llegaremos nosotros para cambiar la ley en sentido autonomista, eso s¨ª, despu¨¦s que se haya pasado el bulldozer.
Algo similar ocurre con el problema del profesorado. El sistema LRU adolec¨ªa de ingenuidad: en la Universidad nunca se han reclutado profesores seg¨²n criterio de m¨¦rito y capacidad, se han reclutado siempre seg¨²n mecanismos de cacicato y clientela. Al ignorar el sistema realmente existente el m¨¦todo LRU era sumamente vulnerable al fraude, como se ha visto. Tal m¨¦todo, empero, ten¨ªa una virtud de la que carec¨ªa su predecesor: era m¨¢s flexible y descentralizado, y, por ello si ha fracasado en punto a mejorar la calidad de los candidatos, ha sido m¨¢s eficaz en punto a proveer personal. N¨²meros cantan: si en 1982, el profesorado no funcionario se hallaba por encima del ochenta por ciento hoy se halla en el entorno de la mitad. La idea de sustituir el modelo actual por uno de habilitaci¨®n, destruyendo as¨ª una de las claves del sistema de patronazgo realmente existente, esto es, que los concursos de acceso no sean generales y al cuerpo, sino particulares y a un puesto determinado, no es mala, y se corresponde con el proyecto ministerial paralizado por la oposici¨®n de CiU durante la ¨²ltima legislatura socialista, raz¨®n por la cual el PSOE adopta aqu¨ª la misma postura: que los conservadores carguen con los costes de la necesaria ruptura, que luego ya vendremos a arreglar el estropicio.
Y la verdad es que lo que en estos momentos est¨¢ en el Congreso, una suerte de mixtura entre habilitaci¨®n y oposiciones de ¨¢mbito nacional, tiene la propiedad de reunir las pegas de ambos sistemas y muy pocas de las virtudes de ambos, se lo pone como a Fernando VII. Aunque ciertamente pueda argumentarse en su favor, como se ha hecho, que al menos el sistema anterior garantizaba por s¨ª mismo, un grado de preparaci¨®n y conocimientos que, por s¨ª mismo, no da su sucesor. Intuyo que buena parte de la oposici¨®n profesoral va por ah¨ª: si antes se entraba por concurso nacional y ahora se va a volver a entrar por concurso nacional, los creados por el m¨¦todo de localista de la LRU ?c¨®mo van a escapar a la imputaci¨®n de ser numerarios de segunda? Por cierto que la l¨®gica del sistema arrastra una consecuencia que a m¨¢s de un patr¨®n pone los pelos de punta: la habilitaci¨®n ¨®ptima por ministerio de la ley de los numerarios pre-LRU que hoy no sean c¨¢tedros. Y no por la competencia, sino porque esos est¨¢n mayoritariamente fuera de las clientelas y por ello introducen un factor de adicional incertidumbre acerca del mapa del poder en cada disciplina, que es la madre del cordero.
Tal parece como si aqu¨ª nadie quisiera estar en su papel, fuera de los sindicatos, que son los ¨²nicos coherentes: tras haberse olvidado de los numerarios y colaborado a construir el tinglado corporativo es l¨®gico que no les guste un proyecto destinado a potenciar los primeros y minorar lo segundo, aunque se trate de un posicionamiento a corto que, como dice el castizo, 'es m¨¢s de derechas que San Patr¨¢s'. Lo que no acabo de entender en esta historia es la falta de cintura del Gobierno. Su inflexibilidad est¨¢ permitiendo la formaci¨®n de una suerte de Frente ?nico anti-LOU, entre fuerzas y grupos cuyos proyectos est¨¢n frecuentemente m¨¢s distantes entre s¨ª que respecto del gubernamental. Con lo f¨¢cil que ser¨ªa descargar el proyecto de paja y dejarlo en un tercio para dar espacio legislativo a los nacionalistas en el poder, a lo que tendr¨ªa que asentir el PSOE, pactar un sistema presentable de habilitaci¨®n, que es lo que los expertos socialistas piensan es la mejor soluci¨®n si han de mantenerse los cuerpos de funcionarios y plantear directamente una articulaci¨®n m¨¢s presentable de sistema de financiaci¨®n y becas, lo que coger¨ªa con el pie cambiado a m¨¢s de uno. Pero, a lo que parece, los tiros no van por ese camino, si por las declaraciones del Sr. Presidente del Gobierno hay que juzgar. Y es que dejarse aconsejar por las v¨ªsceras nunca ha sido muy inteligente.El debate de la LOU que comienza me parece interesante no s¨®lo por su contenido, sino tambi¨¦n por la forma en que se est¨¢ planteando. La necesidad de un cambio profundo en la LRU, a fin de remediar sus defectos y omisiones, era sentido como general en la comunidad universitaria, en las administraciones educativas y en los grupos parlamentarios. Nadie ha sostenido que la LRU, cuya evaluaci¨®n general es positiva, mal que pese a algunos sectarios, no requiriera cambios, a comenzar por sus propios autores. Adem¨¢s hab¨ªa acuerdo general en que eran precisos cambios en el sistema de gobierno, en el r¨¦gimen de profesorado, en los sistemas de becas, en la regulaci¨®n de las actividades no acad¨¦micas y en la financiaci¨®n. Pero mientras en cuestiones como las dos ¨²ltimas el acuerdo no presentaba dificultades insalvables la cuesti¨®n de las becas entra?a cambios en profundidad en su ordenaci¨®n y cuant¨ªa que ponen en cuesti¨®n el sistema de financiaci¨®n y ah¨ª hay un acuerdo general negativo: las universidades prefieren no insistir m¨¢s all¨¢ de lo formulario en la cuesti¨®n becaria porque no desean otro cambio en el sistema de financiaci¨®n que no sea el aumento de las subvenciones. El compromiso ap¨®crifo se viste con las galas de la un¨¢nime petici¨®n de mayores subvenciones: es preferible librar la batalla del dinero con el consejero que con los alumnos reconvertidos en clientes. Adem¨¢s, aunque el compromiso ap¨®crifo sea esencialmente reaccionario (el m¨¦todo de financiaci¨®n actual opera como un sistema de transferencia de rentas a favor de los grupos sociales bienestantes que obtienen la mayor parte de sus rentas de fuentes que no son el trabajo), suena 'progre' y queda bien. Y permite reclutar infanter¨ªa.
En llegando a gobierno y profesores el acuerdo es dif¨ªcil, si no imposible: las actuales autoridades acad¨¦micas lo son del sistema de gobierno que se pretende cambiar y ellos y el grueso de sus votantes son beneficiarios del sistema de profesorado realmente existente, que tambi¨¦n se pretende cambiar. En consecuencia pedir el acuerdo con los beneficiarios del statu quo se parece bastante a exigir una reforma de m¨ªnimos en tales asuntos. Si en verdad se pretende cambiar el consenso no parece la v¨ªa m¨¢s f¨¢cil: los destinatarios no quieren cambiar, de ah¨ª que no haya faltado voz que defienda un sistema de provisi¨®n de profesores que ha ocasionado que se nos ponga en la picota en revistas cient¨ªficas extranjeras. No se puede hacer la Desamortizaci¨®n con el permiso de los frailes.
En su deseo de combatir el mal gobierno el proyecto de la LOU pretende apartarse de la LRU, mas como el mal gobierno no procede de la sumaria regulaci¨®n de ¨¦sta, sino del mal uso que las Universidades han hecho de su potestad de autoorganizaci¨®n, reeditando las m¨¢s de las veces t¨¦cnicas de representaci¨®n corporativa que recuerdan irresistiblemente a los tercios de las Cortes franquistas, la se?ora Ministra, se ve forzada a impulsar una ley extens¨ªsima, agotadora y detallista, que reduce a la nada la competencia auton¨®mica en la materia y a muy poco la potestad de autoorganizaci¨®n de las Universidades, lo que, a m¨¢s de ser bien poco deseable desde una perspectiva federal y autonomista, resulta ser razonablemente sospechoso de inconstitucionalidad. Por eso la oposici¨®n socialista, que en ¨¦ste como en otros puntos est¨¢, en el fondo, de acuerdo con el an¨¢lisis gubernamental, hace una oposici¨®n suave para cubrir el expediente: que los conservadores carguen con los costes de una limpieza de todo punto necesaria que ya llegaremos nosotros para cambiar la ley en sentido autonomista, eso s¨ª, despu¨¦s que se haya pasado el bulldozer.
Algo similar ocurre con el problema del profesorado. El sistema LRU adolec¨ªa de ingenuidad: en la Universidad nunca se han reclutado profesores seg¨²n criterio de m¨¦rito y capacidad, se han reclutado siempre seg¨²n mecanismos de cacicato y clientela. Al ignorar el sistema realmente existente el m¨¦todo LRU era sumamente vulnerable al fraude, como se ha visto. Tal m¨¦todo, empero, ten¨ªa una virtud de la que carec¨ªa su predecesor: era m¨¢s flexible y descentralizado, y, por ello si ha fracasado en punto a mejorar la calidad de los candidatos, ha sido m¨¢s eficaz en punto a proveer personal. N¨²meros cantan: si en 1982, el profesorado no funcionario se hallaba por encima del ochenta por ciento hoy se halla en el entorno de la mitad. La idea de sustituir el modelo actual por uno de habilitaci¨®n, destruyendo as¨ª una de las claves del sistema de patronazgo realmente existente, esto es, que los concursos de acceso no sean generales y al cuerpo, sino particulares y a un puesto determinado, no es mala, y se corresponde con el proyecto ministerial paralizado por la oposici¨®n de CiU durante la ¨²ltima legislatura socialista, raz¨®n por la cual el PSOE adopta aqu¨ª la misma postura: que los conservadores carguen con los costes de la necesaria ruptura, que luego ya vendremos a arreglar el estropicio.
Y la verdad es que lo que en estos momentos est¨¢ en el Congreso, una suerte de mixtura entre habilitaci¨®n y oposiciones de ¨¢mbito nacional, tiene la propiedad de reunir las pegas de ambos sistemas y muy pocas de las virtudes de ambos, se lo pone como a Fernando VII. Aunque ciertamente pueda argumentarse en su favor, como se ha hecho, que al menos el sistema anterior garantizaba por s¨ª mismo, un grado de preparaci¨®n y conocimientos que, por s¨ª mismo, no da su sucesor. Intuyo que buena parte de la oposici¨®n profesoral va por ah¨ª: si antes se entraba por concurso nacional y ahora se va a volver a entrar por concurso nacional, los creados por el m¨¦todo de localista de la LRU ?c¨®mo van a escapar a la imputaci¨®n de ser numerarios de segunda? Por cierto que la l¨®gica del sistema arrastra una consecuencia que a m¨¢s de un patr¨®n pone los pelos de punta: la habilitaci¨®n ¨®ptima por ministerio de la ley de los numerarios pre-LRU que hoy no sean c¨¢tedros. Y no por la competencia, sino porque esos est¨¢n mayoritariamente fuera de las clientelas y por ello introducen un factor de adicional incertidumbre acerca del mapa del poder en cada disciplina, que es la madre del cordero.
Tal parece como si aqu¨ª nadie quisiera estar en su papel, fuera de los sindicatos, que son los ¨²nicos coherentes: tras haberse olvidado de los numerarios y colaborado a construir el tinglado corporativo es l¨®gico que no les guste un proyecto destinado a potenciar los primeros y minorar lo segundo, aunque se trate de un posicionamiento a corto que, como dice el castizo, 'es m¨¢s de derechas que San Patr¨¢s'. Lo que no acabo de entender en esta historia es la falta de cintura del Gobierno. Su inflexibilidad est¨¢ permitiendo la formaci¨®n de una suerte de Frente ?nico anti-LOU, entre fuerzas y grupos cuyos proyectos est¨¢n frecuentemente m¨¢s distantes entre s¨ª que respecto del gubernamental. Con lo f¨¢cil que ser¨ªa descargar el proyecto de paja y dejarlo en un tercio para dar espacio legislativo a los nacionalistas en el poder, a lo que tendr¨ªa que asentir el PSOE, pactar un sistema presentable de habilitaci¨®n, que es lo que los expertos socialistas piensan es la mejor soluci¨®n si han de mantenerse los cuerpos de funcionarios y plantear directamente una articulaci¨®n m¨¢s presentable de sistema de financiaci¨®n y becas, lo que coger¨ªa con el pie cambiado a m¨¢s de uno. Pero, a lo que parece, los tiros no van por ese camino, si por las declaraciones del Sr. Presidente del Gobierno hay que juzgar. Y es que dejarse aconsejar por las v¨ªsceras nunca ha sido muy inteligente.
Manuel Mart¨ªnez Sospedra es profesor de Derecho de la Universidad Cardenal Herrera-CEU.
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