Y los sabios, lo que se cierne
El primer d¨ªa Dios cre¨® el sol. / El diablo... cre¨® el ocaso. / El segundo d¨ªa Dios cre¨® el sexo. / El diablo... invent¨® el matrimonio. / El tercer d¨ªa Dios cre¨® a un economista, / El diablo, despu¨¦s de una larga reflexi¨®n... / Acab¨® por crear un segundo economista.
La cita de Andr¨¦ Four?ans L'economie expliqu¨¦ a ma fille me ha venido a la memoria ahora que a medida que se va disipando el polvo que ensombreci¨® Nueva York el 11 de septiembre, los economistas empiezan a explicar sus recetas contra la crisis. Unos apuestan por rebajar los tipos de inter¨¦s como ya hicieran por cierto con poco ¨¦xito los japoneses. Los otros abogan por aumentar el gasto p¨²blico siguiendo el ejemplo del sorprendentemente neo-keynesiano George W. Bush. Los m¨¢s, siguiendo el consejo ignaciano de no hacer mudanza en tiempos de destemplanza, se inclinan por no hacer demasiados cambios en la pol¨ªtica econ¨®mica. Si como dec¨ªa Fil¨®strato (Vida de Apolonio de Tiana), 'los dioses saben lo venidero, los hombres lo acontecido y los sabios lo que se cierne', hasta ahora s¨®lo han hablado los hombres.
Esta cacofon¨ªa es tanto m¨¢s preocupante cuanto sabemos que la crisis que hoy sufre la econom¨ªa mundial es mucho m¨¢s grave que la que sufri¨® en 1993, despu¨¦s de la guerra del Golfo, porque afecta al mismo tiempo, por primera vez en la historia desde 1929, a las tres grandes econom¨ªas: a la econom¨ªa americana, a la econom¨ªa europea y a la econom¨ªa japonesa.
La producci¨®n industrial americana, por ce?irme a la econom¨ªa m¨¢s importante del mundo, lleva cayendo m¨¢s de 12 meses consecutivos, lo que constituye el declive m¨¢s largo desde la Segunda Guerra Mundial. En Europa las cosas no van mucho mejor. Los sabios creen que este a?o la zona euro crecer¨¢ solo un 1,5%, cuando hace s¨®lo unos meses anunciaban un crecimiento medio del 2,8%. Este pesimismo parece bien fundado puesto que el ¨ªndice Reuters-NTC mostr¨® a comienzos de mes fuertes ca¨ªdas en el sector de la manufacturaci¨®n, as¨ª como en el sector servicios, que cay¨® por primera vez desde 1998 por debajo de los 50, considerado como la l¨ªnea divisoria entre expansi¨®n y contracci¨®n. ?Y qu¨¦ decir de Jap¨®n?, donde parece llover sobre mojado y la actual crisis mundial est¨¢ afectando especialmente a su ya maltrecha econom¨ªa.
Las primeras discrepancias entre los economistas empiezan cuando se trata de descifrar la naturaleza de la crisis. Se sospecha que esta crisis no es una crisis de demanda -como la crisis de la posguerra- ni una crisis de oferta -como la que sucedi¨® a la guerra del Yon Kippur- sino que se trata de una crisis de confianza, pero mientras unos insisten en que la ra¨ªz del problema radica en la falta de confianza de los consumidores, otros vislumbran que dicha crisis afecta sobre todo a las empresas que est¨¢n paralizando sus inversiones.
Pero es en el momento de encontrar recetas aplicables cuando las discrepancias entre los sabios alcanzan proporciones c¨®smicas. La Reserva Federal ha rebajado en varias ocasiones los tipos de inter¨¦s y parece perfectamente dispuesta a bajarlos a¨²n m¨¢s. El presidente Bush por su parte parece creer, como ya advirti¨® Keynes en los a?os treinta, que la actual recesi¨®n es el resultado del desfallecimiento de la demanda efectiva, singularmente del consumo, y consiguientemente que es imprescindible reactivar la econom¨ªa con ayudas p¨²blicas.
En Jap¨®n existen serias dudas sobre el papel que la pol¨ªtica monetaria puede tener en la reactivaci¨®n de la econom¨ªa, puesto que los tipos de inter¨¦s son all¨ª pr¨¢cticamente nulos. En estas condiciones la pol¨ªtica estrella para salir de la crisis parece ser la pol¨ªtica presupuestaria, pero aqu¨ª el primer ministro japon¨¦s Koizumi tropieza con un obst¨¢culo casi insalvable, como es el compromiso electoral de limitar fuertemente la deuda p¨²blica.
En Europa la situaci¨®n es preocupante, encontr¨¢ndonos con un claro divorcio entre el Consejo, la Comisi¨®n y el Banco Central Europeo, aunque todos coinciden en que la econom¨ªa europea est¨¢ hoy mucho mejor preparada que antes para hacer frente a esta crisis. Tenemos, como se ha dicho, una moneda ¨²nica que nos protege de las crisis cambiarias; tenemos una pol¨ªtica monetaria que nos protege de las alzas de precios exorbitantes; y tenemos un Pacto de Estabilidad que nos defiende de la prodigalidad de las administraciones p¨²blicas.
En el Consejo, las posiciones de los distintos estados miembros parecen venir condicionadas por la proximidad de las elecciones. Por eso Schroeder anuncia unas medidas de mejora fiscal para aquellos sectores de la poblaci¨®n m¨¢s desprotegidos cuyo entusiasmo puede verse traducido en votos; pero sobre todo se empecina en desplazar la responsabilidad al BCE (Banco Central Europeo). En el mismo sentido se expresa el franc¨¦s Laurent Fabius. En auxilio de sus colegas ha acudido el belga Reynders cuando ha sugerido al presidente del BCE una bajada del precio del dinero como mejor manera de ayudar a la recuperaci¨®n de Europa; dado que la inflaci¨®n est¨¢ relativamente bajo control. Lo que pasa es que los mandarines del Banco Central no parecen muy dispuestos a hacerse cargo de la factura por las copas rotas y asumir en solitario la tarea de sacar a la econom¨ªa europea de su actual letargo. Duisenberg se ha mostrado contrario a la expansi¨®n del gasto p¨²blico y parece remiso a bajar los tipos de inter¨¦s, alegando que es mejor mantener la p¨®lvora seca.
La Comisi¨®n se mueve en un terreno intermedio: advierte que la econom¨ªa europea no sufre desequilibrios tan acusados como la estadounidense; se niega a revisar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento; y espera una recuperaci¨®n gradual de la demanda interna en los pr¨®ximos trimestres como resultado de una serie de factores: la disminuci¨®n de la inflaci¨®n, las recientes reducciones de impuestos y las condiciones monetarias m¨¢s favorables.
En casa, el gobierno espa?ol ha declarado que en ning¨²n caso adoptar¨¢ decisiones que frenen los procesos de liberalizaci¨®n, lo que en rom¨¢n paladino quiere decir que no parece dispuesto a caer en la tentaci¨®n de gastar m¨¢s de lo debido, y sobre todo que parece m¨¢s decidido que nunca a pedir que Europa d¨¦ un paso adelante para poner en marcha el proceso de Lisboa.
PS. Rodr¨ªguez Zapatero no para de repetir que la situaci¨®n es grave y que el gobierno hace muy poco para enderezarla. L¨¢stima que no haya aprovechado el debate de los presupuestos para explicarnos sus recetas. Se ha comportado como un hombre, no como un sabio, y ni mucho menos como un dios.
Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa-Margallo y Marfil es eurodiputado del PP y vicepresidente de la Comisi¨®n Econ¨®mica y Monetaria.
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