La Barcelona de Caballero Bonald
Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald (Jerez, 1926) tiene excelentes recuerdos de Barcelona, pero guarda tambi¨¦n un recuerdo inquietante que comenta en su ¨²ltimo libro de memorias: La costumbre de vivir (Alfaguara). Sucedi¨® en el Museo Nacional de Arte de Catalu?a. 'Estaba admirando un retablo magn¨ªfico de san Vicente, firmado por Jaume Huguet, cuando de pronto me vi retratado en uno de los personajes que hay en la parte baja. Me qued¨¦ muy sorprendido, porque me reconoc¨ª tal cual', recordaba hace tan s¨®lo unos d¨ªas en una visita a Barcelona. En su libro, Caballero Bonald ampl¨ªa esta impresi¨®n y la fija literariamente con estas palabras: 'Fue un reconocimiento vertiginoso, como si me hubiese asomado a un espejo cuyo azogue marchito traspasase a mi propia cara la lividez del noct¨ªvago a quien le sorprende el alba en una calle vac¨ªa'. Persuadido de que aquel cuadro encerraba el secreto de alguna oscura trama, el escritor se hizo con una copia del mismo, ampli¨® el fragmento que tanto le ofuscaba y descubri¨® que el personaje retratado ten¨ªa como ¨¦l una mancha ros¨¢cea en el t¨ªmpano, una mancha que ¨¦l ten¨ªa de nacimiento. 'Cuando vi aquello', recuerda, 'pens¨¦ que realmente yo hab¨ªa estado en este grupo retratado por Huguet en el siglo XV. Fue una sensaci¨®n muy extra?a, como si de repente me encontrara viviendo en un mundo de ficci¨®n'.
'S¨®lo otra vez me sucedi¨® algo parecido', cuenta Caballero Bonald. 'Fue en Par¨ªs. Llegu¨¦ a la estaci¨®n de Saint Lazare un d¨ªa fr¨ªo y neblinoso de 1955 y le pregunt¨¦ a un mozo de cuerda si conoc¨ªa alg¨²n hotel econ¨®mico por los alrededores. Me indic¨® uno de la Rue d'Amsterdam y me dirig¨ª hacia all¨ª. Me atendi¨® una se?ora adusta y, antes de inscribirme, fui a la habitaci¨®n a deshacer el equipaje. Poco despu¨¦s sucedi¨® algo sorprendente: la se?ora vino a mi habitaci¨®n y me dijo: 'Monsieur Caballero Bonald, au t¨¦l¨¦phone'. Me qued¨¦ de una pieza. Era imposible. A la se?ora no le hab¨ªa dicho mi nombre y nadie, ni yo mismo, sab¨ªa que me hospedar¨ªa en aquel hotel'. Caballero Bonald se puso al tel¨¦fono, l¨ªvido, escuch¨® una palabras incomprensibles, entre ellas su nombre, y la comunicaci¨®n se cort¨® de repente. 'Colgu¨¦ sin m¨¢s y me fui a mi habitaci¨®n como un son¨¢mbulo', recuerda. '?Por qu¨¦ enigm¨¢tico desajuste de la l¨®gica sab¨ªan mi nombre?'; escribe en La costumbre de vivir, '?Qui¨¦n me hab¨ªa llamado, qu¨¦ laberinto me condujo hasta aquel intrincado atajo de la raz¨®n? He venido haci¨¦ndome en vano esas preguntas durante m¨¢s de cuarenta a?os'.
Caballero Bonald califica La costumbre de vivir como 'novela de la memoria'. Y es que a ¨¦l le gusta pensar que trabaja con la memoria como quien escribe una novela: con escenarios lejanos y un punto imaginados, con personajes que se manejan a su alrededor, con una preocupaci¨®n por el lenguaje y con sus diversos yos cabalgando en el tiempo. En el libro aparecen episodios como los relatados m¨¢s arriba, con esa inquietante aparici¨®n de lo il¨®gico, pero tambi¨¦n escribe Caballero Bonald sobre sus experiencias con Barral, Cela, Villalonga, Pla y otros muchos escritores.
'Vine por primera vez a Barcelona a mediados de los a?os cincuenta', recuerda el escritor andaluz. 'Me reun¨ª con Carlos Barral en la sede de la editorial Seix Barral, en la famosa casa oscura y me llev¨¦ una impresi¨®n memorable de la ciudad. Desde el punto de vista de la arquitectura, la ve¨ªa muy bien organizada y, por otra parte, el mundo cultural de Barcelona que conoc¨ª ten¨ªa bastante atractivo, porque todav¨ªa perseveraba esa burgues¨ªa ilustrada que tuvo tanta importancia en Barcelona. Ahora, sin embargo, Barcelona me parece m¨¢s decadente, con una decoraci¨®n como de C¨¢mara de Comercio'.
Un a?o importante de Caballero Bonald en su relaci¨®n con Barcelona fue el de 1961, cuando gan¨® el premio Biblioteca Breve de Seix Barral con su novela Dos d¨ªas de septiembre. 'Escrib¨ª la novela cuando viv¨ªa en Bogot¨¢, entre los a?os 1959 y 1960', recuerda. 'Entonces me carteaba mucho con Barral, Gil de Biedma, Costafreda... Estaba muy interesado en lo que pasaba en Espa?a y, aunque estaba dando clases en Colombia, no quer¨ªa quedarme al margen. En aquellos a?os se llevaba una literatura de social realismo en el que m¨¢s o menos militamos pero de forma bastante indecisa. En cierto modo, Dos d¨ªas de septiembre es una novela social realista. La escrib¨ª pensando en una serie de recuerdos m¨ªos sobre el mundo del vino en Jerez. La hice a conciencia que era una novela oportuna, pero creo que no est¨¢ en la l¨ªnea esquem¨¢tica del social realismo. Aquello fue una especie de exacerbaci¨®n justificada hasta cierto punto. Quer¨ªamos cambiar la realidad con nuestra literatura. Era la utop¨ªa de entonces, esas esperanzas largamente aplazadas'.
Otro recuerdo de Caballero Bonald le vincula de nuevo con su amigo Carlos Barral. Fue 12 a?os despu¨¦s, en 1974, cuando su novela ?gata ojo de gato recibi¨® el Premio Barral de Novela. 'El libro no estaba terminado, pero Carlos me lo pidi¨® para el premio, seguramente porque no ten¨ªa nada mejor', recuerda Caballero Bonald. 'En contra de la opini¨®n de algunos miembros del jurado, se decidi¨® acabar con el premio, porque la editorial iba de mal en peor, y al mismo tiempo premiaron mi libro. El comunicado de prensa con el que se anunci¨® no me gust¨®, ya que parec¨ªa una especie de cambalache. Renunci¨¦ al premio y tard¨¦ tres o cuatro meses en terminar el libro. Al final fue un ¨¦xito y es el libro m¨ªo del que me siento m¨¢s satisfecho. Es una novela deliberadamente barroca, entendiendo por barroco una forma de aproximarme a la realidad. Me sent¨ªa como alucinado mientras la escrib¨ªa. Me pareci¨® que me iba la vida en esta redacci¨®n'.
Antes de despedirnos, recuerdo de nuevo la an¨¦cdota del retablo de Jaume Huguet y le pregunto si piensa volver a ver el cuadro en esta nueva visita a Barcelona. Caballero Bonald sonr¨ªe y niega con la cabeza. 'No he vuelto a ver el cuadro ni pienso volver a verlo', afirma, 'porque no quiero ver que el personaje que se me parece ha cambiado, como yo, y est¨¢ mucho m¨¢s viejo'.
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