El lado humano de la guerrilla
Arturo Arango (Cuba, 1955), que fue redactor y director de la revista Casa de las Am¨¦ricas, no se arredra ante el compromiso de escribir desde Cuba sobre la prueba de fe y del infinito sacrificio que supuso para algunos j¨®venes de los sesenta, en los albores de la revoluci¨®n castrista, abandonar el presente y jug¨¢rselo todo por el futuro que decidieron construir. Inmensa fue su prueba de fe, y gigantescas las dificultades y los desenga?os, porque su gallard¨ªa y su compromiso con la revoluci¨®n ('nos parec¨ªa divertido el riesgo, el placer de entrar en territorio ajeno, el saber que alguien nos tem¨ªa', p¨¢gina 36) sucumbieron en demasiadas ocasiones ante la duda de si el sacrificio de una juventud por unas ideas valdr¨ªa la pena, y ante la sospecha de haber sido manipulados por el Estado, entrenados no tanto para mejorar el pa¨ªs cuanto para servir a intereses ajenos. El libro de la realidad retrata el lado humano de la guerrilla castrista, los entresijos de esos estudiantes y j¨®venes atrevidos que se dejaron seducir por los cantos de sirena del Che Guevara, y por quienes les aseguraron que s¨ª ser¨ªa posible cambiar el mundo: 'Se acab¨®, dec¨ªa el discurso, Al pueblo lo que es del pueblo, y yo aplaud¨ªa, saltaba, Vamos hacia un ideal cant¨¢bamos', p¨¢gina 111. La dureza de la instrucci¨®n militar ('un pelot¨®n tiene que ser un organismo vivo, en el que ustedes sean como las c¨¦lulas', p¨¢gina 81) sustituye las fantas¨ªas de los primeros amores, pero son j¨®venes que todav¨ªa no se sienten vulnerables, ignorantes de que la mezquindad del mesianismo tarde o temprano acabar¨¢ con la ingenuidad de su adhesi¨®n incondicional.
EL LIBRO DE LA REALIDAD
Arturo Arango Tusquets. Barcelona, 2001 216 p¨¢ginas. 2.000 pesetas
En detrimento de reflexiones pol¨ªticas en torno a la utop¨ªa de la revoluci¨®n, Arango ha escrito la historia desde la perspectiva del h¨¦roe y no de la haza?a, eligiendo la introspecci¨®n, la cercan¨ªa al personaje, en ocasiones tan extrema que la narraci¨®n se diluye en el di¨¢logo infinito de los protagonistas, encerrados en la jaula de su propio idealismo. Los discursos de Alejandro, de Carlos y de Maritza se encadenan en un relato polif¨®nico escrito de modo convulsivo, hasta atropellado, sin apenas puntos para que el ritmo se dispare, como si el autor desease que la p¨¢gina reflejara el latir acelerado del coraz¨®n de los j¨®venes. Arango, con un sentido espl¨¦ndido de la frase, te?ida a veces de melanc¨®lico lirismo, se sirve de ciertas a?agazas sint¨¢cticas para crearle al lector la sensaci¨®n de inmediatez, elevada a extremos insospechados en el desenlace pl¨¢stico y ¨¦pico del relato, cuando la muerte de uno de los chicos hace que los dem¨¢s despierten del sue?o del ideal a la vigilia de la vida m¨¢s perra. '?Estamos en la realidad?, se pregunta y mira el sauce, el cielo encapotado, la cantimplora vac¨ªa, y cierra los ojos, Rolando est¨¢ muerto, dice Gonzalo, y no pudimos encontrar el cuerpo, No vamos a ninguna parte, repite Miriam a su lado, llorando, No estamos en ninguna parte, dice Alejandro, Horror, dice', p¨¢gina 209. Los recompensados esfuerzos del narrador por sembrar la veracidad en el relato se enriquecen con un ep¨ªlogo que da cuenta del destino de quienes se sacrificaron por integrar esa guerrilla, y cuyas vidas sirvieron para armar esta novela. Conocido como guionista de esa s¨¢tira maravillosa que es la pel¨ªcula Lista de espera, basada en un relato suyo, a partir de El libro de la realidad habr¨¢ que recordarlo por fuerza cada vez que se hable de buena literatura cubana.
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