Padres e hijos
En Experimentos con la verdad, Paul Auster cuenta una serie de an¨¦cdotas vividas por ¨¦l mismo que le hicieron sentir que, de alg¨²n modo, la literatura invad¨ªa los dominios de la vida real. Se trata de este tipo de hechos que suceden por un conjunto de azares sumamente improbables y que hacen que uno tenga la inc¨®moda sensaci¨®n de que ha descubierto el truco de un guionista invisible que se dedica a jugar con todos nosotros. Es como si de repente tuvi¨¦ramos la certeza de que el mundo es tan s¨®lo el escenario de una gran novela en la que todos somos figurantes y de que, en el fondo, entre literatura y vida no hay tanta distancia como solemos creer. A veces pasa. Nos pasa a todos. Sin ir m¨¢s lejos, a m¨ª mismo me sucedi¨® no hace mucho una de esas cosas que te hacen sospechar de la existencia del 'guionista invisible'. Es una historia reciente, pero, como suele suceder en las novelas, tiene su origen muchos, muchos a?os atr¨¢s, en plena guerra civil espa?ola.
Siempre se puede encontrar una relaci¨®n entre dos personas, aunque vivan en pa¨ªses alejados y ambientes diferentes
Vayamos por partes. Tengo un amigo que se llama Manuel. Es un amigo de toda la vida, de ¨¦sos que aunque pierdas su rastro durante diez o m¨¢s a?os, cuando lo vuelves a encontrar no tienes ninguna dificultad en reanudar la conversaci¨®n en el punto exacto donde la dejaste. Un d¨ªa, poco antes del verano, mi amigo me cont¨® una historia sobre su padre, Manuel Vaqu¨¦. Durante la guerra combati¨® en las filas republicanas y en el frente del Ebro se hizo amigo de un soldado madrile?o llamado Jes¨²s Mart¨ªnez Tessier. Ambos eran j¨®venes y valientes hasta la inconsciencia. Por poner un ejemplo, eran los ¨²nicos que no se agachaban cuando ca¨ªan las bombas a su alrededor. Les gustaba desafiar a la muerte y eso les uni¨®. Tras una serie de encuentros y desencuentros, siguieron siendo amigos durante toda la vida, hasta que Mart¨ªnez Tessier muri¨® en 1995. Mi amigo Manuel me cont¨® todo esto y me coment¨® que sent¨ªa la necesidad de ponerse en contacto con los hijos de Mart¨ªnez Tessier, pero a?adi¨® que no ten¨ªa ni idea de por donde empezar. La verdad es que le desanim¨¦ cuando me pidi¨® consejo. 'S¨®lo sabemos que son de Madrid y que se llaman Mart¨ªnez', le dije. 'Es como buscar una aguja en un pajar'.
Me olvid¨¦ del tema hasta que, hace unas semanas, mi amigo me llam¨® por tel¨¦fono. 'Oye', me dijo muy excitado, '?t¨² eres amigo de Javier Reverte, el que escribe libros de viajes?'. Le contest¨¦ que s¨ª. 'Pues es el hijo de Mart¨ªnez Tessier', me espet¨®. Tuve la sensaci¨®n de que algo se tambaleaba dentro de m¨ª; me sent¨¦ y se lo hice repetir. Mi amigo insisti¨®: Javier Reverte firmaba sus libros con el apellido de la madre, pero en realidad se llamaba Mart¨ªnez Reverte y era hijo del soldado madrile?o que hab¨ªa conocido su padre durante la guerra. '?Por qu¨¦ no me lo dijiste?', me ech¨® en cara. '?Y c¨®mo iba yo a saberlo?', me defend¨ª, recordando avergonzado que meses antes le hab¨ªa recomendado que desistiera de una b¨²squeda imposible. Mi amigo a?adi¨® que hab¨ªa sido Jorge Mart¨ªnez Reverte, hermano de Javier, quien le hab¨ªa localizado en Barcelona. Por lo visto, los hijos de Mart¨ªnez Tessier tambi¨¦n ard¨ªan en deseos de conocer al hijo del que hab¨ªa sido gran amigo de su padre.
Colgu¨¦ el tel¨¦fono, aturdido, y me acord¨¦ de repente de la pel¨ªcula Seis grados de separaci¨®n, ¨¦sa que sostiene la curiosa teor¨ªa de que siempre se puede encontrar una relaci¨®n entre dos personas, aunque vivan en pa¨ªses muy alejados y sean de ambientes totalmente distintos, saltando a trav¨¦s de seis personas. En mi caso, los seis grados se convert¨ªan en tan s¨®lo uno. Hab¨ªa dos personas que se buscaban y daba la casualidad de que yo era amigo de ambos y que hab¨ªa estado con cada uno de ellos por separado mientras intentaban ponerse en contacto el uno con el otro. El drama era que en ning¨²n momento se me ocurri¨® que pudiera haber una relaci¨®n entre ambos. Es m¨¢s, si lo hubiera escrito en una novela estoy seguro de que el editor me habr¨ªa acusado de tramposo. Pero, por uno de esos azares de la vida, el 'guionista invisible' hab¨ªa decidido entrar en acci¨®n y divertirse un poco a costa de todos nosotros.
Hace unos d¨ªas los hermanos Mart¨ªnez Reverte vinieron a Barcelona para presentar un libro muy especial. El t¨ªtulo es Soldado de poca fortuna. Son las memorias escritas por su padre, poco antes de morir, sobre su experiencia en la guerra civil y en la Divisi¨®n Azul. Los dos hijos escritores lo han arropado con sendos cap¨ªtulos y confiesan que han sentido una emoci¨®n muy fuerte al hacerlo, como si participaran de un extra?o ritual que les uniera m¨¢s all¨¢ de la barrera de la muerte. En el libro, por cierto, Jes¨²s Mart¨ªnez Tessier habla de su amigo Manuel Vaqu¨¦ y cuenta que lo conoci¨® en el frente. 'Nos hicimos amigos durante un bombardeo en el que yo observ¨¦ que no se tiraba al suelo y ¨¦l vio que yo tampoco lo hac¨ªa', escribe.
En un restaurante de Barcelona, la pasada semana, Manuel Vaqu¨¦ se fundi¨® por fin en un emotivo abrazo con Javier y Jorge Mart¨ªnez Reverte. Hablaron de sus padres, de la amistad que les hab¨ªa unido a lo largo de los a?os, de an¨¦cdotas compartidas y de an¨¦cdotas que se completaban. Mientras les escuchaba hablar como si se conocieran de toda la vida, me pareci¨® que los tres, igual que hab¨ªan hecho sus padres muchos a?os atr¨¢s en el frente del Ebro, desafiaban de alg¨²n modo a la muerte con su encuentro. De pie, erguidos ante las bombas que ca¨ªan a su alrededor. Tuve tambi¨¦n la impresi¨®n de que se cerraba ante m¨ª un c¨ªrculo iniciado muchos a?os atr¨¢s y de que se hab¨ªa abierto una puerta secreta por la que la literatura irrump¨ªa de lleno en la vida real. Me acord¨¦ de Paul Auster, y en sus Experimentos con la verdad. Y de Seis grados de separaci¨®n. Despu¨¦s, contagiado por la emoci¨®n de un reencuentro del que me sent¨ªa c¨®mplice, desvi¨¦ la mirada hacia la calle y me sorprendi¨® ver a la misma gente de siempre, a la gente an¨®nima de la gran ciudad, a esa gente que camina con desgana a la espera de un azar sumamente improbable.
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