La orca 'Keiko' no sabe vivir en libertad
Al parecer, el m¨¢s famoso experimento de reintroducci¨®n de un cet¨¢ceo en el medio natural es un fracaso. A los tres a?os de regresar a las aguas en las que fue capturada hace unos 22 a?os, cuando ten¨ªa s¨®lo dos, la orca Keiko, protagonista de la pel¨ªcula Salvad a Willy, no se muestra entusiasmada con la idea de la libertad.
Ahora su destino m¨¢s probable es permanecer en Islandia, pero en un puerto no tan remoto como la espectacular bah¨ªa de Klettsvik, en una isla volc¨¢nica rodeada de acantilados por tres lados y cerrada por una red de 300 metros. Los humanos parecen ser la manada natural de Keiko, que ha pasado casi toda su vida en cautividad. Se estima que las orcas pueden vivir 50 a?os o m¨¢s.
Los cuidadores de Keiko no la han visto nunca capturar un pez por s¨ª sola, aunque lo hace a veces para satisfacerlos, ya que es recompensada con un arenque o una palmadita en su morro. Se la ha visto jugando con manadas de orcas en el oc¨¦ano, pero no permanece con ellas. Produce sonidos, pero no est¨¢ claro que hable el mismo lenguaje. Las tormentas han abierto agujeros en la red que cierra la bah¨ªa, pero la orca no se escapa: se ha quedado con sus amigos del Oregon Coast Aquarium que la vigilan.
Los cr¨ªticos dicen que habr¨ªa que quitar la red y dejar de alimentarla, oblig¨¢ndola a buscarse la vida. Pero Charles Vinick, vicepresidente ejecutivo de Ocean Futures, el propietario actual de Keiko, afirma que se convertir¨¢ en un estorbo para la flota pesquera del puerto de Heimaey.
Y ahora el dinero se ha acabado. Craig O. McCaw, el magnate de la telefon¨ªa celular que es el principal financiador del programa de 300.000 d¨®lares (55 millones de pesetas) mensuales para reintroducir a Keiko en la vida salvaje, ha visto reducida dr¨¢sticamente su fortuna y ha retirado su ayuda. Muchos islandeses critican que se hayan gastado 20 millones de d¨®lares en un ¨²nico miembro de una especie que ni siquiera est¨¢ considerada en peligro.
Keiko se ha acercado a diferentes manadas y ha jugado con los ejemplares juveniles, 'pero no hemos visto ninguna reacci¨®n social o actividades de b¨²squeda de alimento', dice Vinick.
Para animar a la orca a la caza, en una ocasi¨®n, sus guardianes dejaron de alimentarla durante una semana (normalmente come 50 kilos de pescado al d¨ªa). 'Observamos comportamientos de hambre', dice Vinick, 'pero ninguna se?al, como buceos en profundidad o p¨¢jaros cogiendo restos, de que Keiko estuviera cazando'.
Aunque en el pasado se han liberado ballenas y delfines, 'no existen protocolos cient¨ªficos' de c¨®mo hacerlo, dice el Servicio Nacional de Pesquer¨ªas estadounidense. Estados Unidos y Rusia han entrenado delfines y ballenas para funciones como recuperaci¨®n de partes de misiles; algunos de estos animales han sido liberados. Unos desaparecieron, otros fueron encontrados despu¨¦s deshidratados y tuvieron que ser rescatados. En 1992, nueve delfines de un acuario fueron liberados en Australia. Tres tuvieron que ser recapturados casi muertos de hambre, uno muri¨® y cinco desaparecieron.
Kenneth Barcomb, director del Centro para la Investigaci¨®n de las Ballenas (Estados Unidos), dice que habr¨ªa que haber buscado a la familia de Keiko. Hay unas 6.000 orcas cerca de Islandia, explica, y 'probablemente habr¨¢ 30 o 40 l¨ªneas matrilineales de ADN'. Las orcas, como los elefantes, permanecen en manadas matrilineales toda la vida. 'Si se pudiera conducir a Keiko a ese grupo, creo que la reconocer¨ªan', se?ala Barcomb.
Keiko tendr¨¢ que mudarse pronto porque llega a su bah¨ªa una granja de acuicultura de salmones; las opciones m¨¢s probables para realojarla son dos lugares en Islandia que ofrecen ya observaci¨®n de ballenas: Husavik o Keflavik.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.