Universidad en la calle

No es buena pol¨ªtica menospreciar las huelgas en la Universidad ni considerar que las protestas de los estudiantes son expansiones irremediables, m¨¢s relacionadas con el car¨¢cter juvenil de los participantes que con los contenidos de la protesta. Las huelgas en la Universidad son m¨¢s escasas de lo que un cierto pensamiento rutinario parece suponer. Si adem¨¢s de paralizar la actividad acad¨¦mica afectan tambi¨¦n a la mayor¨ªa de los profesores y cuentan con el apoyo de una fracci¨®n considerable de los rectores, no deben ser tomadas a la ligera.

El desarrollo del debate parlamentario de la nueva Ley Org¨¢nica de las Universidades (LOU) hac¨ªa prever las movilizaciones que vienen sucedi¨¦ndose desde hace unas pocas semanas y que han culminado por ahora en las muy seguidas movilizaciones de ayer: incluso si fuera cierta la cifra de 140.000 manifestantes universitarios avanzada por el ministerio -una estimaci¨®n que doblan los convocantes- ya ser¨ªa una movilizaci¨®n de considerable magnitud.

Se ha huido, digan lo que digan los responsables ministeriales, de la discusi¨®n abierta en el Parlamento, sin que pudieran o¨ªrse las opiniones de personas representativas de la comunidad universitaria y sin poder analizar en profundidad las consecuencias de algunas de las previsiones m¨¢s discutibles de la ley: selecci¨®n del profesorado, acceso de los alumnos, ¨®rganos de gobierno, tratamiento de las universidades privadas, investigaci¨®n, planes de estudio, integraci¨®n en el espacio europeo o la anquilosada divisi¨®n de la actividad acad¨¦mica en ¨¢reas de conocimiento. Por no hablar de la situaci¨®n de excepci¨®n que corre el peligro de abrirse en todas las universidades tras su aprobaci¨®n.

Adem¨¢s, las manifestaciones de Aznar y otros dirigentes del PP reflejan una clara desconfianza en la comunidad universitaria, proyectando la idea de que las universidades espa?olas est¨¢n instaladas en el desastre y que s¨®lo una urgente y dr¨¢stica operaci¨®n quir¨²rgica puede poner fin a su deterioro. Es cierto que el mundo universitario est¨¢ plagado de deficiencias y que no todas sus voces responden a un prop¨®sito desinteresado de mejora; hay muchos intereses creados y corporativismo, y por eso es necesario renovar la legislaci¨®n universitaria. Pero es innegable que, en promedio y por mucho que ciertas experiencias individuales parezcan desmentirlo, ha mejorado considerablemente en sus prestaciones docentes e investigadoras en los ¨²ltimos 25 a?os. Los estudiantes de hoy son los profesionales de ma?ana, incluyendo los futuros ministros de Educaci¨®n. Sus motivaciones para movilizarse son tan serias y fundamentadas como lo fueron los de la actual ministra para hacerlo cuando era una joven contestataria.