El esp¨ªritu y la tercera edad
La pregunta por el lugar de la filosof¨ªa no es una pregunta cualquiera. Presupone, para empezar, que la filosof¨ªa tiene lugar, lo cual quiz¨¢ ya sea suponer demasiado. Tampoco es casual que la formulen algunos pensadores espa?oles que citan expresamente a Eugenio Tr¨ªas entre sus precedentes o intercesores, y que lo hagan casi al tiempo que ¨¦ste dibuja, en un texto que constituye toda una autobiograf¨ªa intelectual, el mapa de esa ciudad ideal en la cual el pensamiento -al menos su pensamiento- ha encontrado definitivamente su sitio. La ciudad fundada por Tr¨ªas es austroh¨²ngara, completa y panor¨¢mica; los autores reunidos por J. A. Rodr¨ªguez Tous ocupan, seg¨²n ¨¦l mismo dice, 's¨®lo un peque?o barrio, quiz¨¢ unas cuantas manzanas'. Pero Ciudad sobre ciudad comienza haciendo referencia expl¨ªcita a un retorno, e incluso esboza su propia edificaci¨®n como un largo y a veces tortuoso camino de vuelta a los or¨ªgenes; y este motivo -el del retorno- recorre tambi¨¦n las p¨¢ginas de la mayor¨ªa de los ensayos contenidos en El lugar de la filosof¨ªa.
CIUDAD SOBRE CIUDAD. ARTE, RELIGI?N Y ?TICA EN EL CAMBIO DE MILENIO
Eugenio Tr¨ªas Destino. Barcelona, 2001 319 p¨¢ginas. 3.200 pesetas
EL LUGAR DE LA FILOSOF?A. FORMAS DE RAZ?N CONTEMPOR?NEA
J. A. Rodr¨ªguez Tous (editor) Tusquets. Barcelona, 2001 311 p¨¢ginas. 2.900 pesetas
En lo que sin duda es su m¨¢s clara exposici¨®n de la 'filosof¨ªa del l¨ªmite', el autor de La edad del Esp¨ªritu recuerda la inspiraci¨®n ¨¦tico-ut¨®pica de este t¨ªtulo y ofrece el desnudo gui¨®n de la filosof¨ªa de la historia que le corresponde: tras una ¨¦poca de predominio de lo religioso-simb¨®lico en la cual la raz¨®n viv¨ªa oculta, y otra de predominio de la raz¨®n soberbia que ha 'reprimido' el suplemento simb¨®lico, ha de venir un tiempo de reconciliaci¨®n y mediaci¨®n entre ambos extremos, y para ello ofrece el pensador su concepto de l¨ªmite ('considero el l¨ªmite un recurso de mediaci¨®n..., el l¨ªmite es un sem¨¢foro instalado entre el mundo y el misterio, entre el ser y la nada, entre la raz¨®n y la sinraz¨®n'), equidistante de la s¨ªntesis especulativa del idealismo y de la disoluci¨®n nihilista del posmodernismo.
Esta original propuesta reaparece
en El lugar de la filosof¨ªa, en la negativa de Patxi Lanceros a optar entre el entusiasmo posmoderno por lo diferente y la nostalgia residual del racionalismo moderno, o en la doble inquietud que manifiesta Manuel V¨¢zquez ante la eficacia de los discursos que se desprenden del sujeto y la ineficacia de los que se empe?an en fortalecerlo, y el mismo cruce brilla en la an¨¦cdota con la que Manuel Barrios inicia su art¨ªculo: un ni?o que confunde las expresiones 'am¨¦n' y 'amena', sin quedarse definitivamente ni con Lyotard ni con Habermas. Que los sem¨¢foros que regulan este cruce funcionen adecuadamente -para evitar, entre otras cosas, el choque de civilizaciones- es la peculiar propuesta mediante la cual el 'l¨ªmite' ideal proyecta sobre la ciudad real los gn¨®sticos diagramas con que Tr¨ªas ilustra su urbe filos¨®fica: la tercera edad o edad del esp¨ªritu es aquella en la cual el desarraigo globalizador se torna ecumenismo cosmopolita y la sensibilidad ante las diferencias se salva del particularismo excluyente 'mediante la insistencia en el l¨ªmite como lugar de prueba y de credencial cr¨ªtico'. No es extra?o que Rodr¨ªguez Tous detecte que, en esta coyuntura, el invocado retorno pudiera ser un retorno de lo reprimido, o sea, de la hegeliana fenomenolog¨ªa del esp¨ªritu, aunque algo deformada (como siempre lo est¨¢ lo reprimido) por el sombr¨ªo humor de Schelling.
Un s¨ªntoma de ello podr¨ªa ser la negativa final de Eugenio Tr¨ªas a aceptar el dictamen nietzscheano acerca de la muerte del Dios cristiano y el anuncio de su resurrecci¨®n ontoteol¨®gica como dios del tiempo: 'Quiz¨¢ Dios sea el pasado inmemorial que asociamos a la primera persona... Quiz¨¢ sea tambi¨¦n el presente eterno en donde habita siempre el Hijo. Quiz¨¢ sea, por fin, el futuro escatol¨®gico, ese futuro que siempre est¨¢ por venir' y, en consecuencia, quiz¨¢ la tercera edad sea la del Esp¨ªritu Santo, que siempre fue bastante fronterizo. Esto no ser¨ªa lo peor. Pues peor ser¨ªa que lo reprimido que retorna en el sistema -da que pensar que en un pa¨ªs tan poco aficionado al asunto como el nuestro tengamos hoy, no uno, sino incluso dos sistemas filos¨®ficos: el de Gustavo Bueno y el de Tr¨ªas- no fuera la 'tradici¨®n ¨¢urea', sino las hueras y artificiosas estructuras categoriales de los tratados de metaf¨ªsica neotomista que cre¨ªamos olvidados. 'Habr¨ªa que realizar un laborioso 'socioan¨¢lisis' para hacer aflorar este impensado', dice Francisco V¨¢zquez en un momento de su espl¨¦ndido trabajo sobre la filosof¨ªa y 'el nuevo esp¨ªritu del capitalismo': acaso lo que limita tanto las posibilidades de salir de la apor¨ªa del ni lo uno ni lo otro, que paraliza a quienes buscan su lugar en esta ciudadela, como las pretensiones de regular el tr¨¢fico espiritual mediante sem¨¢foros especulativos, que obsesiona a su arquitecto, no sea ni la debilidad del posmodernismo ni la ausencia de un 'humanismo de nuevo cu?o', sino la falta te¨®rica de ese an¨¢lisis (?por qu¨¦ el declive de la moralidad p¨²blica ha coincidido en Espa?a con la promoci¨®n institucional de la filosof¨ªa moral y la normaduvalizaci¨®n de la cultura con el auge oficial de la Est¨¦tica y de la Filosof¨ªa de la Religi¨®n, por ejemplo?) y la absoluta p¨¦rdida, por parte de la filosof¨ªa, del suelo hist¨®rico sobre el cual se practica. S¨ª, es hora de partir.
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