El viento del invierno
S¨®lo con leer la correspondencia y otros testimonios biogr¨¢ficos contenidos en este volumen, nos damos cuenta de que William Blake (1757-1827) fue un artista asediado por una especie de fatal infortunio que le puso contra las cuerdas constantes de la adversidad (pobreza, contratiempos de todo tipo y, sobre todo, la conciencia de saberse relegado). Sin embargo, ninguno de esos achaques rest¨® un ¨¢pice a su inmensa capacidad creativa ni a su resuelta determinaci¨®n de ser quien ten¨ªa que ser -como poeta, como pintor, como impresor- e incluso se puede decir que fue capaz de crear una s¨®lida barrera entre los ¨¢mbitos de la necesidad material -esp¨²reos- y los de la creatividad po¨¦tica (verdaderos y causa de enormes compensaciones espirituales de las que no se cansa de hablar en sus cartas a sus mejores amigos y benefactores). La pureza que este hombre arrastraba consigo, su indomable soberan¨ªa art¨ªstica, salen a relucir en estos testimonios citados en los que tambi¨¦n sobresalen su imbatible resoluci¨®n de no ceder un ¨¢pice a lo que ¨¦l llama el fr¨ªo museo de la moda adem¨¢s de su capacidad reflexiva sobre los fundamentos generativos de sus obras -pl¨¢sticas, literarias-. El ojo es el fundamento primero de la creatividad -vemos seg¨²n somos- y, una vez abiertas las puertas a la sensaci¨®n, la imaginaci¨®n as¨ª fecundada pone en funcionamiento la capacidad de crear monumentos art¨ªsticos que son, en definitiva, testimonios de las percepciones espirituales de un hombre. He aqu¨ª, resumido, el credo con que Blake afront¨® el Arte con el que gan¨® la posteridad pero no su tiempo (rid¨ªcula la presencia o influencia de su obra en su ¨¦poca si se tiene en cuenta su enorme trascendencia p¨®stuma, sobre todo durante el siglo XX).
LOS BOSQUES DE LA NOCHE
William Blake Edici¨®n biling¨¹e de Jordi Doce Pre-Textos. Valencia, 2001 328 p¨¢ginas. 3.750 pesetas
Junto a los testimonios antes citados, este volumen recoge asimismo una variada muestra de la poes¨ªa l¨ªrica de Blake (para diferenciarla de la que podemos llamar prof¨¦tica o visionaria, en absoluto seleccionada -por desgracia- para esta ocasi¨®n). Aqu¨ª est¨¢n representados su primer libro -Esbozos po¨¦ticos, el ¨²nico que public¨® en vida como tal libro bien que sin sello editorial que lo ampara y sin distribuci¨®n alguna-, los geniales Canciones de inocencia y Canciones de experiencia y una serie de poemas varios nunca impresos que formaban parte de un cuaderno de notas, especie de diario (pensemos en el Cancionero de Unamuno), que pasaron a formar parte del llamado Manuscrito Rossetti, por haberlo adquirido en su d¨ªa el poeta Dante Gabriel Rossetti. Son, en general, poemas de circunstancias, meros apuntes o incluso ripios que Blake nunca pens¨® publicar (est¨¢n exentos de la fiebre compositiva que afecta a los poemas que s¨ª imprimi¨®, con los incesantes cambios y rectificaciones que delatan los manuscritos aut¨®grafos y que desmienten la idea del poeta inspirado por sus visiones y ajeno al duro trabajo de la b¨²squeda de la forma mejor). Algunos de ellos son tambi¨¦n breves epigramas llenos de causticidad (que luego vemos desplegada, pero mucho m¨¢s refinada, en otros textos suyos) o bien preparativos o sat¨¦lites de los poemas que formaron parte de las citadas Canciones.
Puestos a emitir un juicio, es evidente que en las Canciones -l¨¢stima que no se hayan editado todas- est¨¢ representado, con perfecci¨®n y redondez insuperables, el alcance de esa clase de esos poemas asombrosamente sencillos en su apariencia m¨¢s inmediata pero enigm¨¢ticamente misteriosos y profundos en su calado m¨¢s inaccesible pero tambi¨¦n no menos clamoroso. Poemas como La rosa enferma, Canci¨®n de la ni?era, El Tigre, El lirio (por citar s¨®lo algunos), son mucho m¨¢s de lo que parecen, como ocurre siempre con la mejor poes¨ªa. Esa constante ambivalencia es la que los hace tan originales y diferentes, en contraste con los muchos m¨¢s previsibles -aunque elegantes- poemas de los Esbozos y los manifiestamente sat¨¦lites -y en ese sentido poco significativos- del Manuscrito Rossetti, por no hablar de los meramente anecd¨®ticos que son la mayor¨ªa de los divertidos e ingeniosos epigramas. Es decir, si se trata de consumaci¨®n est¨¦tica, la superioridad de Canciones de inocencia y Canciones de experiencia es indiscutible y, adem¨¢s, est¨¢ refrendada por la propia decisi¨®n de Blake que imprimi¨® lo mejor y dej¨® en su cuaderno lo prescindible.
La presencia entonces de ese cortejo de poemas en torno a ese n¨²cleo esencial crea una cierta confusi¨®n porque alimentan una innecesaria impresi¨®n repetitiva -no a?aden nada nuevo- y porque pueden hacer pensar que hay un equivalente valor entre unos y otros, entre los que Blake imprimi¨® y lo que no quiso imprimir. Blake es un grande indiscutible, pero muchos de los poemas recogidos en esta antolog¨ªa son claramente prescindibles. ?No hubiera sido una ocasi¨®n ideal para, dejando de insistir tanto en lo mismo, haber urdido una selecci¨®n, siquiera sucinta, de algunos de los poemas prof¨¦ticos y ofrecer as¨ª alguna imagen del Blake de las grandes visiones morales? Dicho esto, hay que reconocer enseguida que los testimonios que completan este libro -cartas del propio Blake, informaciones de sus contempor¨¢neos- son sumamente oportunos porque en ellos o¨ªmos la voz hist¨®rica del autor -firme, fuerte, resuelta, agradecida, quejosa e impetuosa a la vez- y la de quienes lo conocieron y -hasta donde fueron capaces- lo admiraron. De esta forma la poes¨ªa misteriosa se apoya en sus or¨ªgenes m¨¢s biogr¨¢ficos y eso nos ayuda a comprenderla mejor y, sobre todo, a conocer mejor a quien la escribi¨®.
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