El gran salto del Alav¨¦s
El equipo de Man¨¦ vence al Celta y sube al segundo puesto, el mejor de su historia
En el f¨²tbol, las rachas, adem¨¢s de caprichosas, resultan enigm¨¢ticas. Y en el caso del Celta, injustas. Aqu¨ª tenemos a uno de los escasos equipos empe?ados y capaces de jugar bien al f¨²tbol y que, sin embargo, pierde un domingo s¨ª y otro tambi¨¦n. A su lado, dispuesto a recrearse en la paradoja, se hallaba ayer el Alav¨¦s, ya instalado en el podio de la Liga -se ha colado en el segundo puesto, la mejor clasificaci¨®n de su historia- gracias a un f¨²tbol mucho m¨¢s rudimentario que el del conjunto gallego, pero matem¨¢ticamente productivo.
En el cuadro vitoriano no hay hueco para los excesos, sean del tipo que sean. Su f¨²tbol es un asunto funcionarial adornado con fogonazos de oportunismo: la m¨¢xima rentabilidad a partir de contad¨ªsimos detalles de muy buen gusto. Y despu¨¦s, a correr, a pelear y a desquiciar al adversario, casi siempre urgido por una desventaja imprevista. Como el Celta.
ALAV?S 1| CELTA 0
Alav¨¦s: Herrera; Geli, Coloccini, T¨¦llez, Llorens; Pablo, Turiel (Witschge, m. 59); Astudillo, Jordi, Magno (Kanu, m. 80); Rub¨¦n Navarro (Iv¨¢n Alonso, m. 46). Celta: Cavallero; Yago (Edu, m. 67), C¨¢ceres, Berizzo, Juanfran; Luccin, Doriva; Karpin, Gustavo L¨®pez (Jacobo, m. 85), Silvinho (Vagner, m. 82); Catanha. Gol: M. 5. Pablo aprovecha un rechace recogido fuera del ¨¢rea del Celta para batir a Cavallero con un disparo desviado por el defensor C¨¢ceres. ?rbitro: Mu?iz Fern¨¢ndez. Amonest¨® a Llorens, Luccin, T¨¦llez, Doriva, Silvinho y Herrera. Unos 14.000 espectadores en el estadio de Mendizorroza.
El grupo de Man¨¦ se ha instalado en un estado de confianza desde el cual ve crecer su renta de puntos amasados con justicia o sin ella. Casi siempre sin brillo. La racha del Celta es mucho menos agradable. En su caso, reflexionar sobre la mejor manera de asegurarse una victoria es perder seguro. Ayer mismo se hab¨ªa propuesto enderezar su sino, abandonar el div¨¢n. Pero despert¨® en plena pesadilla, con un gol en la frente apenas cinco minutos despu¨¦s de iniciarse el encuentro se?alado para su peque?a redenci¨®n.
Pese a todo, el Celta mantuvo la cordura y se arm¨® de paciencia para poner buena cara al partido. El tanto del Alav¨¦s se apellidaba casualidad y su f¨²tbol improvisaci¨®n, as¨ª que el bal¨®n pertenec¨ªa a los gallegos. Pero la omnipresencia del Celta no agobi¨® al Alav¨¦s, tan acostumbrado a jugar a la contra y a defenderse sin perder los papeles que se limit¨® a esperar que el equipo vigu¨¦s se desfondara. Sin Mostovoi, los celestes se entregaron a Karpin y a la circulaci¨®n el¨¦ctrica del bal¨®n, que se torn¨® invisible para los locales, excepci¨®n hecha de Coloccini, impecable en el cuerpo a cuerpo con Catanha.
Con Catanha, s¨ª, perecieron todas las opciones de empatar que albergaba el Celta. Su pelea con Coloccini, claramente abocada al fracaso, se traslad¨® al resto de sus compa?eros: cuando el central argentino rob¨® por dos veces el bal¨®n al delantero brasile?o dentro del ¨¢rea y lanzado a puerta, el Celta supo que le faltaba un punto de creatividad para superar el muro.
Ah¨ª se atasc¨® una cita que Man¨¦, al colocar un quinto defensa, reabri¨® parcialmente. El Alav¨¦s vivi¨® ¨¦l ¨²ltimo cuarto de hora en una bolsa junto a su ¨¢rea, quit¨¢ndose balones de encima de forma tosca, abandonado a su capacidad ag¨®nica. Una capacidad implacable con cualquier rival que no viva en estado de gracia. Y no es ¨¦ste el caso del Celta.
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