'Duermo mejor al raso'
N¨®mada de vocaci¨®n y ex vendedor de ropa y bisuter¨ªa por lotes. Lector empedernido de S¨®crates y Her¨¢clito, fil¨®sofo a su modo. Poeta hasta cuando habla y letrista ocasional de Camar¨®n, de quien fue muy amigo. Amante de la naturaleza y el pensamiento, Joaqu¨ªn Carmona G¨®mez, El Canastero (Campanilla, M¨¢laga, 1936), acaba de escribir y grabar su primer disco (Al¨ªa). Lo presenta esta noche en Clamores. Ha vivido casi siempre en una caravana al borde de un r¨ªo y ahora goza de una fama relativa. 'Las leyes naturales ten¨ªan preparada esta sonrisa para m¨ª. Yo, primero, quer¨ªa mi personalidad. Ahora viene ese poco de dinero que necesitamos todos'.
Pregunta. ?Por qu¨¦ se llama El Canastero?
Respuesta. Por honrar la memoria de mi padre, que lo era, y de mi familia, que lo eran. En agradecimiento a que los canastos nos sacaron adelante. Mi padre siempre quiso que aprendiera el oficio, pero, a los 14 a?os, la llamada de mi coraz¨®n era irme a buscar un horizonte, liberarme de m¨ª mismo, aprender. Y me fui. Buscaba a los gitanos para ampararme. Me acog¨ªan, me ayudaban, me preguntaban. Entonces eran m¨¢s comunicativos. Hoy han cambiado.
P. ?Y c¨®mo fue que aprendi¨® a leer y escribir?
R. Para mayor compa?a, y porque sab¨ªa que hab¨ªa una jerarqu¨ªa de sabios antiguos que hab¨ªan escrito joyas de libros para herencia nuestra. Cog¨ª un tebeo, que ten¨ªa las letras f¨¢ciles, y empec¨¦ a preguntar por la calle.
P. ?C¨®mo sab¨ªa de los sabios?
R. Por o¨ªdas. Algunos castellanos, no gitanos, me le¨ªan cosas. As¨ª aprend¨ª los arreglos de muchas cosas, y aunque tengo faltas que tendr¨¦ siempre, ahora me regocijo en mi pensamiento.
P. Veo que lleva a Her¨¢clito.
R. Lloro con ¨¦l. Her¨¢clito, el oscuro, viene a invitarnos a que busquemos la luz. Mire: 'La muerte es lo que vemos cuando estamos despiertos. El sue?o es lo que vemos cuando estamos dormidos'. Estos libros son mis compa?eros. Mi familia no lo entiende. Quiz¨¢ una hija m¨ªa, Rosario, y su marido, Pedro. Ellos s¨ª entienden, y son gustosos de que est¨¦ con ellos. Yo no los conoc¨ªa, porque su madre y yo nos separamos hace m¨¢s de 30 a?os. Pero ahora estoy con ellos y no quieren que me vaya. Quiz¨¢ sea mi freno, pero no puedo dar palabra. Cualquier d¨ªa cojo y me voy a buscar mis alimentos. Los afluentes, los campos, las rocas, las monta?as, las matas. Lloro con esas cosas. No puedo estar sin ellas. Necesito ir cada poco tiempo a refrescar mi sangre y mi memoria.
P. ?Sigue siendo n¨®mada?
R. Sigo si¨¦ndolo dentro de mi coraz¨®n. Desde ni?o, nunca pod¨ªa estar fijo en un sitio. Parece que me llaman los rincones. Duermo mejor al raso. Se recibe mejor el sue?o viendo las estrellas. Me hacen olvidar el infierno donde estoy. Me acuesto encima de las piedras, les doy besos, hablo con ellas. Sin pensar que es locura. Si es locura, es locura de amor. Yo creo que estoy conectado directamente con una vinculaci¨®n universal, gal¨¢ctica. Me considero un hijo de la naturaleza. S¨¦ que estoy dentro de los movimientos reales del universo, el cual, seg¨²n me dicen los sabios, es regido y alimentado por el logos y el fuego.
P. ?Lee mucha poes¨ªa?
R. Nada. Ten¨ªa buen sentido de ello, pero ahora me vengo a dar cuenta de que el poeta, cuando habla, parece que no hay nadie m¨¢s que ¨¦l. En los grandes fil¨®sofos hay fuego; en los poetas, no. Eso es lo ¨²nico que quiero leer. Ni peri¨®dicos, ni televisi¨®n, ni radio. Esos avances son atrasos.
P. ?Cree usted en Dios?
R. Creo en lo de Dios. Dios no s¨¦ d¨®nde est¨¢. El hombre est¨¢ creado a imagen del universo, no de un Dios.
P. ?De d¨®nde le viene el cante?
R. El cante es herencia. Todos en la familia saben un poco. Y tres varones hemos demostrado arte en serio. Mi hermano Tom¨¢s, que era bailaor. Mi hermano El Rubio, que no s¨¦ c¨®mo hablo de ¨¦l con lo malo que es para m¨ª. Y yo.
P. ?Qu¨¦ hac¨ªa antes de cantar?
R. Aprend¨ª a vender g¨¦neros en lotes, y enga?aba algo, de lo cual no me vanaglorio. Cuando quer¨ªa estrenar mis versos, le cantaba a Dios
P. ?C¨®mo empez¨® a escribir?
R. A ra¨ªz de mi separaci¨®n. En uno de mis enfados, le dije: 'O me vuelvo loco o me hago el mejor autor de la antolog¨ªa flamenca'. Lo dije con llanto. Antes escrib¨ªa algo, pero ah¨ª vino la apretura. Estuve cuatro a?os llorando mucho. De esas penas han nacido las alegr¨ªas de mis canciones.
P. ?Se acuerda de Camar¨®n?
R. Mucho. Lo conoc¨ª en La L¨ªnea, cuando andaba de novio con su mujer. Le hab¨ªan referido de m¨ª y me busc¨®. Se brind¨® a llevarme donde quisiera. Se sorprendi¨® mucho conmigo, con mis canciones. Dec¨ªa que eran muy duras, pero muy puras. No le gustaba la fantas¨ªa, s¨ª la realidad. Yo llevaba m¨¢s claridad que fantas¨ªa; por eso quer¨ªa estar conmigo. Dec¨ªa que descansaba. Yo aguantaba un par de d¨ªas y luego me iba al r¨ªo. Ahora... . No hay que temer a la muerte. La muerte es el principio, y no el final.
Babelia
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