La guerra no contada
DE TODOS los cientos de relatos o novelas que se han escrito de la guerra civil acaso ninguno puede compararse a A sangre y fuego de Manuel Chaves Nogales. A su lado muchas de las p¨¢ginas de tantos otros -Fox¨¢, Max Aub, Neville, Baroja, Borr¨¢s, Petere, Barea- parecen oscurecerse faltas de nervio o sobradas de ret¨®rica guerrera. Ni han contado lo que ¨¦l cont¨® ni lo contaron de la misma manera. Bastar¨ªa con leer estas nueve historias para tener una idea bastante aproximada de lo que fue todo aquello. Es m¨¢s, no se hallar¨¢ en ning¨²n otro libro, ni escrito entonces ni despu¨¦s por ninguno de los que protagonizaron tales hechos, p¨¢ginas m¨¢s l¨²cidas, m¨¢s inteligentes y certeras para un diagn¨®stico que muchos han tardado en aceptar como m¨ªnimo cincuenta a?os. Su pr¨®logo, por ejemplo, deber¨ªa figurar, ¨ªntegro, en todos los manuales de historia, de periodismo y de literatura, como modelo de probidad y de tino, tanto m¨¢s cuanto que fue concebido en medio del desastre, sin tiempo para componer la figura, corregir el tiro o enmendarlo, como luego se hizo a menudo.
A SANGRE Y FUEGO
Manuel Chaves Nogales. Espasa. Madrid, 2001. 254 p¨¢ginas. 1.900 pesetas.
A Chaves Nogales, que en 1936 era uno de los periodistas cimeros espa?oles, le sorprendi¨® la guerra en Madrid. Y ¨¦l, que hab¨ªa servido a patrones capitalistas, no tuvo inconveniente en colaborar con los consejos obreros que se apropiaron de los peri¨®dicos en los que trabajaba, en alguno de los cuales se le nombr¨® 'camarada director'. Denunci¨® desde el primer momento los fascismos de Europa y no sinti¨® nunca ning¨²n entusiasmo revolucionario, pero mientras estuvo en Madrid breg¨® por la Rep¨²blica de manera inequ¨ªvoca. Chaves, no conviene olvidarlo, fue un antifascista convencido y un trabajador con conciencia de clase, s¨®lo que la clase era la suya, liberal y burguesa. S¨®lo cuando el Gobierno se march¨® a Valencia se sinti¨® legitimado para abandonar una guerra en la que comprendi¨® que no pod¨ªa ganar m¨¢s que un dictador, fuese de izquierdas o de derechas. Y eso hizo a primeros de 1937. 'En mi deserci¨®n pesaba tanto la sangre derramada por las cuadrillas de asesinos que ejerc¨ªan el terror rojo en Madrid como la que vert¨ªan los aviones de Franco asesinando a mujeres y ni?os inocentes'.
Su primer trabajo fue escribir A sangre y fuego, que public¨® ese mismo a?o de 1937 la editorial chilena Ercilla, la misma en la que Baroja sac¨® a?o y medio despu¨¦s Ayer y hoy, tambi¨¦n sobre la guerra civil. Ambos libros tuvieron una historia paralela: acabaron si¨¦ndole escamoteados al lector espa?ol durante medio siglo. En el caso del de Baroja se trat¨® de un escamoteo conjugado a medias por las circunstancias, por Baroja y por la familia de Baroja, siempre tan previsora; en el de Chaves hay que atribuirlo ¨²nicamente a las ideas que se conten¨ªan en ¨¦l. A nadie, y menos a ninguna de las partes que se batieron en la guerra, pod¨ªa gustarle un escritor que les censuraba a ambos con la misma dureza, y sin querer se pusieron de acuerdo para olvidarlo: 'Mi ¨²nica y humilde verdad', nos dir¨¢ Chaves, 'era un odio insuperable a la estupidez y la crueldad... Pero la estupidez y la crueldad se ense?oreaban de Espa?a... Los caldos de cultivo de esta nueva peste nos lo sirvieron los laboratorios de Mosc¨², Roma y Berl¨ªn, con las etiquetas de comunismo, fascismo o nacionalsocialismo'. Pero esta frase, que encontramos meridiana en 2001, en 1937 era sumamente peligrosa: 'De mi peque?a experiencia personal, puedo decir que un hombre como yo, por insignificante que fuese, hab¨ªa contra¨ªdo m¨¦ritos suficientes para haber sido fusilado por los unos y por los otros'.
Pero vengamos a sus relatos.
Participan todos ellos de esa parad¨®jica belleza que a veces emana de la muerte y de los actos barb¨¢ricos, como en aquel poema de Paul Celan en el que unos hombres, que van a ser asesinados, logran levantar sobre el mundo, y mediante los mismos c¨¢nticos que les arrancan a la fuerza sus verdugos, algo bell¨ªsimo y muy puro y muy noble. Tal vez porque la guerra sea, como dec¨ªa Her¨¢clito, padre de todas las cosas, ese espacio donde prosperan los valores m¨¢s contradictorios. El primer tramo de los nueve relatos de A sangre y fuego es siempre la realidad. Chaves insiste mucho en decir que ni siquiera ha tenido que invent¨¢rselas, porque lo que sobraban en esos momentos son historias. Como era previsible en alguien como ¨¦l, las suyas son historias protagonizas por rojos y azules, buenos y malos, en unas trincheras y en otras, en Madrid, en Valladolid, en los frentes de la sierra o del campo. Falangistas, moros, anarquistas, gentes sin filiaci¨®n, cobardes o valientes, pero siempre observados de cerca, desde su propia evidencia. A menudo reconocemos, bajo un disfraz, a alguno de los protagonistas, como el sanguinario Felipe Sandoval, ladr¨®n, asesino y defensor de la causa de los pobres, o aquel Algabe?o que pase¨® a caballo, con los se?oritos sevillanos, su instinto de asesino. En otros casos, Chaves no se molesta en los maquillajes y nos saca a un Malraux acobardado en una taberna, a 'Alberti, con su aire de divo cantador de tangos' o a 'Mar¨ªa Teresa Le¨®n, Palas rolliza con un diminuto rev¨®lver en la ancha cintura'. Pero siempre le vemos a ¨¦l, en primer t¨¦rmino, con su linterna en alto, recorriendo los sombr¨ªos escenarios de una guerra cuya primera v¨ªctima fue la decencia. Lo m¨¢s extra?o de estos relatos, y sin duda lo m¨¢s valioso, lo encontramos en el car¨¢cter de sus personajes: cuanto mejor fondo tienen, m¨¢s expuestos est¨¢n a esa estupidez que denunciaba en el pr¨®logo, end¨®gena o ex¨®gena; y su mejor arma, como escritor, la sencillez y la verdad, tan eficaces cuando van juntas.
Pocas veces un libro de literatura le ense?ar¨¢ a alguien m¨¢s y mejor sobre la naturaleza humana expuesta a sus propios demonios. Las dos ¨²ltimas l¨ªneas del libro no podr¨ªan resumir mejor lo que en ¨¦l hallamos: 'Muri¨® bati¨¦ndose heroicamente por una causa que no era la suya. Su causa, la de la libertad, no hab¨ªa en Espa?a quien la defendiese'. Con esa clase de ideas no es extra?o que este libro ejemplar haya tardado tanto en reeditarse. En cuanto al propio Chaves conviene a?adir que muri¨® en el exilio, luchando como siempre lo hizo, como escritor y como periodista, por esa misma causa para la que en su propio pa¨ªs no encontr¨® demasiados aliados.
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