Acoso (in) moral
Cada d¨ªa es m¨¢s reconocida la importancia y contribuci¨®n de los recursos humanos en la configuraci¨®n competitiva de las empresas de ¨¦xito. Entendiendo por empresas de ¨¦xito aquellas cuyos excedentes o beneficios empresariales se plasman en la continuidad del proyecto por una senda de logros crecientes desde la perspectiva de su cuenta de resultados. Mientras esto ocurre, los negocios han empezado a advertir la estrecha correlaci¨®n entre resultados y compromiso de los recursos humanos en el trazado propuesto por una iniciativa empresarial. Los manuales de empresa explican con claridad que los empleados constituyen un recurso esencial para alcanzar el ¨¦xito por parte de un negocio, puesto que es en las personas sobre las que acaba recayendo la capacidad de ajustar los esquemas de toda idea empresarial, ante las variaciones que impone un entorno de competencia tan cambiante como el actual. Por tanto, sin el compromiso de los trabajadores es imposible alcanzar los objetivos programados de antemano.
Consecuentemente, se ha redescubierto el papel de los recursos humanos en la empresa, los cuales alcanzan la categor¨ªa de valor cr¨ªtico para toda iniciativa de rango competitivo exitoso. Y en paralelo a la calificaci¨®n de imprescindibilidad del factor humano, han surgido inevitablemente enfermedades que tratan de da?arlo o pervertirlo.
La enfermedad laboral que m¨¢s atenci¨®n est¨¢ recibiendo en estos ¨²ltimos a?os, por su singularidad y extra?a globalizaci¨®n, es la que es conocida en los pa¨ªses anglosajones como mobbing, bulling o bossing, y cuya traducci¨®n en espa?ol se corresponde con 'acoso moral en el puesto de trabajo' o psicoterror, aunque tambi¨¦n existen otros calificativos y traducciones. Su etiolog¨ªa consiste en la persecuci¨®n de un trabajador, tratando de desmoralizarlo con el objetivo de que abandone su trabajo, lo que convierte al acoso moral en una forma rebuscada y moderna de reducir plantillas, de acabar con o de desplazar a trabajadores inc¨®modos y habitualmente capaces por encima de la media, que son los habitualmente acosados.
Ante esta enfermedad laboral, diagnosticada en empresas p¨²blicas y privadas y que alcanza a cualquier ¨¢mbito donde haya jefes y subordinados, el acosado va viendo c¨®mo se debilita su moral e incluso c¨®mo se mina su salud, merced a la frivolidad y agresiva maledicencia con la que act¨²an no s¨®lo los instructores del acoso, sino la complacencia o indiferencia de los compa?eros. Esta situaci¨®n necesariamente debe ser combatida por el acosado, quien puede defenderse de estratagemas de este calibre recurriendo a su superior capacidad e inteligencia, pues si no sumara atributos de este calado no sufrir¨ªa acoso alguno; a los idiotas o incapaces nadie les presta atenci¨®n.
Todo lo anterior es fruto de una realidad intr¨ªnsecamente unida al creciente fortalecimiento registrado por parte de los recursos humanos en la empresa moderna y especialmente potente entre las actividades del sector terciario, donde los recursos humanos son piedra angular en la elaboraci¨®n de los productos. Aunque cabe instruir estrategias que permitan la medici¨®n objetiva de estas situaciones, de modo que no pueda ser utilizado tampoco para justificar actitudes poco responsables de ciertos empleados. Reconocida la enfermedad del acoso moral en un trabajador, resulta conveniente abrirse a la esperanza, y mientras se logran avances en esta lamentable pr¨¢ctica, quienes se sientan bajo los s¨ªntomas de esta enfermedad laboral de diagn¨®stico y demostraci¨®n a veces dif¨ªcil, deben recurrir a su aut¨¦ntica val¨ªa profesional y personal. Una buena referencia para todo aqu¨¦l que se sienta acosado se encuentra en el sabio consejo que da la madre a la hija en la novela de Josefina Aldecoa Mujeres de negro: 'Elige algo que pueda ser para ti el cimiento de tu existencia. Algo a lo que te puedas agarrar en los momentos malos, algo que nadie pueda quitarte. Las personas, los afectos pasan, pero tu profesi¨®n est¨¢ ah¨ª. Es como tu esqueleto que soporta tu cuerpo y te permite andar y moverte de un lado a otro, un delicado mecanismo que regula el equilibrio de tu vida'.
El perfil del acosador es el de un cobarde, por lo que evita cualquier encuentro que pretenda clarificar la situaci¨®n, enroc¨¢ndose en su m¨¢s absoluta estulticia y macabra incapacidad profesional. Asimismo, el acosador nace fruto de una revalidaci¨®n del conocido principio de Peter, que una y otra vez se encarna en gran parte de los inductores del acoso moral. De manera que el trabajador acosado se encuentra repentinamente y sin saber por qu¨¦, agredido, difamado, por propios y extra?os, y profesionalmente alejado de las inquietudes que le corresponden en virtud de su aut¨¦ntica calidad profesional.
El acosador laboral se corresponde con el est¨²pido, conforme a la insuperable definici¨®n que de este prototipo de personaje social hiciese el ya desaparecido profesor Carlo M. Cipolla, en Las leyes fundamentales de la estupidez humana, que nos introduce en los esquemas del pensamiento que asiste a los est¨²pidos que laboral y familiarmente nos rodean de forma inevitable. El est¨²pido, centr¨¢ndonos en el espacio laboral, es esa persona que nos causa un da?o sin obtener a cambio un beneficio propio y que incluso a veces acaba perjudic¨¢ndose a s¨ª mismo, si quienes le rodean alcanzan a descubrir la catadura moral de tal personaje, lo cual doctora a estos semejantes en una acreditada estupidez a la que s¨®lo es accesible el ser que se distingue por el matiz de su idiosincr¨¢sica imbecilidad. El maquiav¨¦lico o malvado al menos obtiene un beneficio de sus acciones, pero el est¨²pido tan s¨®lo persigue el da?o ajeno sin reparar si le beneficia en algo. Esa tipolog¨ªa de criatura es la que encontramos habitualmente en el ¨¢mbito laboral y tras la que se esconde el acosador laboral nato, cuyo fin primordial es defender su puesto de trabajo bajo el estandarte de la denigraci¨®n de un tercero, en quien deposita la responsabilidad de las propias carencias.
No es que merezca l¨¢stima este est¨²pido, pero s¨ª es conveniente deslindar la sublime torpeza de esta peculiar raza del g¨¦nero humano que tanto ha proliferado en el ¨¢mbito laboral. Profusi¨®n alimentada en tanto que quienes ostentan la competencia en favorecer su promoci¨®n han hecho caso omiso de los riesgos que conlleva minusvalorar a un est¨²pido, lo cual concuerda con la Primera Ley Fundamental de la Estupidez promulgada por Cipolla: 'Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el n¨²mero de individuos est¨²pidos que circulan por el mundo'.
Vicente M. Monfort es profesor de la Universidad Jaume I de Castell¨®n.vmonfort@emp.uji.es
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