Patriotismo constitucional
El autor considera que el PP intenta liderar un frente amplio que ponga contra la pared a los nacionalismos vasco y catal¨¢n
El concepto de patriotismo constitucional tiene ya detr¨¢s de s¨ª una peque?a historia. Empez¨® a circular entre algunos polit¨®logos alemanes de gran prestigio y en Espa?a se habl¨® de ¨¦l en las filas socialistas cuando el PSOE estaba gobernando en solitario en momentos muy dif¨ªciles. Eran momentos de inestabilidad, de crispaci¨®n en algunos cuarteles, de construcci¨®n de un aparato de Estado moderno con material humano que en su mayor¨ªa proced¨ªa del anterior, de andanadas brutales de algunas filas de la oposici¨®n y de aprendizaje de gobernar por parte de un partido y unos dirigentes que eran novatos en el asunto. Eran tambi¨¦n los a?os de la puesta en marcha del sistema general de autonom¨ªas, tarea especialmente delicada. El Gobierno socialista ten¨ªa que organizar lo nuevo, modernizar lo antiguo y asumir muchos problemas a la vez en el plano pol¨ªtico y en el institucional, pero pronto entendi¨® que el concepto de patriotismo constitucional no s¨®lo reflejaba una situaci¨®n muy especial, sino que no llevaba a ninguna soluci¨®n concreta. Por ello bastaba con construir aplicando lo m¨¢s posible el legado de la Constituci¨®n.
La Constituci¨®n no se pact¨® para ser manejada, ni menos a¨²n para que alguien se apropie de ella
El Gobierno actual del PP tiene tambi¨¦n importantes problemas, pero no son exactamente los de aquel pasado. Por esto, que haya incluido en el programa de su futuro congreso una ponencia sobre el llamado 'patriotismo constitucional', como si la Constituci¨®n est¨¦ en peligro de vida o muerte, y haya encargado de la redacci¨®n de la misma a un catal¨¢n y a una vasca, s¨®lo puede significar que el patriotismo en cuesti¨®n es otra cosa y, de hecho, una andanada contra los nacionalismos de ambas zonas, Catalu?a y Euskadi. En Catalu?a ya tiene acogotado al principal partido nacionalista, CiU, cuyo l¨ªder, Jordi Pujol, ha aceptado someterse al PP en una triste fase final pol¨ªtica y personal. Pero en Euskadi la victoria del PNV le ha puesto las cosas mucho m¨¢s dif¨ªciles.
En ambos casos, el PP espera poder liderar con su propuesta un frente amplio que ponga a ambos nacionalismos contra la pared y que, a la vez, deje a los dem¨¢s partidos bajo su batuta triunfal como due?o y se?or de una Constituci¨®n convertida en adalid de un nuevo centralismo patrio. Algunos comentaristas, hartos de la insoportable presi¨®n etarra, ya han dado su visto bueno a la idea de este patriotismo, y otros que han pasado directamente del franquismo al PP est¨¢n entusiasmados con la propuesta patri¨®tica. Pero el problema es saber en qu¨¦ consiste el patriotismo constitucional y hasta qu¨¦ punto es asumible por otras fuerzas pol¨ªticas y otros comentaristas. En su art¨ªculo 2, la Constituci¨®n actual habla ciertamente de 'patria com¨²n e indivisible', pero no de una patria en may¨²scula y llena de oropeles, sino de un espacio que se fundamenta en la autonom¨ªa de las nacionalidades y regiones, o sea, de un espacio no centralista y solidario entre las entidades auton¨®micas. No se acepta, pues, la separaci¨®n, pero s¨ª la diversidad de situaciones y de niveles auton¨®micos.
Por esto creo que lo que se est¨¢ discutiendo ahora en Euskadi, de manera m¨¢s o menos abierta, es hasta d¨®nde puede llegar la autonom¨ªa en un momento en que el PNV, ganador de las ¨²ltimas elecciones, quiere marginar al terrorismo aumentando su poder y sus competencias, y el PP, derrotado en las mismas elecciones, intenta recuperar el terreno perdido, marginando al PNV y convirti¨¦ndose en el patriota, por definici¨®n, de la lucha contra ETA.
Convertir todo esto en un 'patriotismo constitucional' significa olvidar que en el conjunto de Espa?a hay situaciones muy diversas y muy alejadas del asunto vasco. En Catalu?a, por ejemplo, el PSC es clara y rotundamente federalista, es el m¨¢s votado en las elecciones municipales y lo fue tambi¨¦n en las ¨²ltimas elecciones al Parlament de Catalunya. Existe tambi¨¦n una Esquerra Republicana de Catalunya, s¨®lidamente nacionalista, que, junto con los socialistas catalanes, forma parte del Grupo Entesa Catalana de Progr¨¦s en el Senado. Existe igualmente una Iniciativa per Catalunya, procedente del antiguo PSUC, que est¨¢ en estas mismas ¨®rbitas. Y est¨¢, desde luego, una CiU m¨¢s o menos perdida en su viejo barco, pero que es sustancialmente nacionalista. ?Significa el patriotismo constitucional del PP que estas fuerzas mayoritarias de Catalu?a ser¨¢n consideradas antipatri¨®ticas por no seguirle al pie de la letra y no sumarse a su cruzada redentora? ?Ser¨¢n igualmente echados a las catacumbas los federalistas, nacionalistas o regionalistas de Arag¨®n, las Baleares, la Comunidad Valenciana, Andaluc¨ªa, Galicia y otras zonas del pa¨ªs?
Lo m¨¢s sensato, a mi entender, es dejarnos de cruzadas de este tipo y entrar de lleno en los avatares constitucionales de un pasado estancado y de un futuro por construir. Entre los primeros ser¨ªa un aut¨¦ntico paso de gigante entrar de lleno en las reformas que exige la Constituci¨®n despu¨¦s de casi veinticinco a?os de vigencia. La primera y m¨¢s importante es, sin duda, la reforma del Senado, o sea, la transformaci¨®n del mismo en un ¨®rgano constitucional que, en vez de representar directamente a las viejas provincias, represente de verdad a las autonom¨ªas y se convierta en un ¨®rgano de discusi¨®n, de toma de decisiones colectivas y de presencia de todas ellas en la pol¨ªtica general del pa¨ªs, y muy especialmente en el Congreso de los Diputados y el Gobierno. Otro cambio imprescindible es organizar la presencia de las autonom¨ªas, en conjunci¨®n con el Gobierno, en las altas instancias de la UE, sobre todo despu¨¦s de la introducci¨®n de la moneda ¨²nica y la sucesiva eliminaci¨®n de las fronteras. Se pueden y se deben introducir otras reformas al respecto, pero lo fundamental es que debemos dejar bien claro que todos estamos unidos contra el terrorismo y que tambi¨¦n estamos unidos para empujar un espacio europeo que ya no aceptar¨¢ nuevas fronteras -y menos fronteras independentistas- en su interior. En el Ulster, el principal salto adelante se consigui¨® cuando los terroristas de ambos bandos comprendieron que, con la descentralizaci¨®n interna, unos y otros se pod¨ªan quedar, sin violencia, m¨¢s o menos en el mismo sitio que quer¨ªan ocupar matando a los dem¨¢s. Esto es lo mismo que a la corta o a la larga ocurrir¨¢ en Euskadi si los dem¨®cratas trabajan sensatamente, sin querer derrotarse entre ellos.
La Constituci¨®n no se pact¨® para ser manejada por unos o por otros. Por esto no me gusta su utilizaci¨®n partidista, ni menos todav¨ªa que alguien se apropie de ella para llamar al patriotismo en nombre propio. No s¨¦ si esto es el patriotismo constitucional, pero s¨ª creo que la Constituci¨®n no es ni far¨¢ndula, ni patriotismo de golpes en el pecho, ni maniobras electorales, ni utilizaci¨®n partidista de ella para salvar presuntamente a la Patria.El concepto de patriotismo constitucional tiene ya detr¨¢s de s¨ª una peque?a historia. Empez¨® a circular entre algunos polit¨®logos alemanes de gran prestigio y en Espa?a se habl¨® de ¨¦l en las filas socialistas cuando el PSOE estaba gobernando en solitario en momentos muy dif¨ªciles. Eran momentos de inestabilidad, de crispaci¨®n en algunos cuarteles, de construcci¨®n de un aparato de Estado moderno con material humano que en su mayor¨ªa proced¨ªa del anterior, de andanadas brutales de algunas filas de la oposici¨®n y de aprendizaje de gobernar por parte de un partido y unos dirigentes que eran novatos en el asunto. Eran tambi¨¦n los a?os de la puesta en marcha del sistema general de autonom¨ªas, tarea especialmente delicada. El Gobierno socialista ten¨ªa que organizar lo nuevo, modernizar lo antiguo y asumir muchos problemas a la vez en el plano pol¨ªtico y en el institucional, pero pronto entendi¨® que el concepto de patriotismo constitucional no s¨®lo reflejaba una situaci¨®n muy especial, sino que no llevaba a ninguna soluci¨®n concreta. Por ello bastaba con construir aplicando lo m¨¢s posible el legado de la Constituci¨®n.
El Gobierno actual del PP tiene tambi¨¦n importantes problemas, pero no son exactamente los de aquel pasado. Por esto, que haya incluido en el programa de su futuro congreso una ponencia sobre el llamado 'patriotismo constitucional', como si la Constituci¨®n est¨¦ en peligro de vida o muerte, y haya encargado de la redacci¨®n de la misma a un catal¨¢n y a una vasca, s¨®lo puede significar que el patriotismo en cuesti¨®n es otra cosa y, de hecho, una andanada contra los nacionalismos de ambas zonas, Catalu?a y Euskadi. En Catalu?a ya tiene acogotado al principal partido nacionalista, CiU, cuyo l¨ªder, Jordi Pujol, ha aceptado someterse al PP en una triste fase final pol¨ªtica y personal. Pero en Euskadi la victoria del PNV le ha puesto las cosas mucho m¨¢s dif¨ªciles.
En ambos casos, el PP espera poder liderar con su propuesta un frente amplio que ponga a ambos nacionalismos contra la pared y que, a la vez, deje a los dem¨¢s partidos bajo su batuta triunfal como due?o y se?or de una Constituci¨®n convertida en adalid de un nuevo centralismo patrio. Algunos comentaristas, hartos de la insoportable presi¨®n etarra, ya han dado su visto bueno a la idea de este patriotismo, y otros que han pasado directamente del franquismo al PP est¨¢n entusiasmados con la propuesta patri¨®tica. Pero el problema es saber en qu¨¦ consiste el patriotismo constitucional y hasta qu¨¦ punto es asumible por otras fuerzas pol¨ªticas y otros comentaristas. En su art¨ªculo 2, la Constituci¨®n actual habla ciertamente de 'patria com¨²n e indivisible', pero no de una patria en may¨²scula y llena de oropeles, sino de un espacio que se fundamenta en la autonom¨ªa de las nacionalidades y regiones, o sea, de un espacio no centralista y solidario entre las entidades auton¨®micas. No se acepta, pues, la separaci¨®n, pero s¨ª la diversidad de situaciones y de niveles auton¨®micos.
Por esto creo que lo que se est¨¢ discutiendo ahora en Euskadi, de manera m¨¢s o menos abierta, es hasta d¨®nde puede llegar la autonom¨ªa en un momento en que el PNV, ganador de las ¨²ltimas elecciones, quiere marginar al terrorismo aumentando su poder y sus competencias, y el PP, derrotado en las mismas elecciones, intenta recuperar el terreno perdido, marginando al PNV y convirti¨¦ndose en el patriota, por definici¨®n, de la lucha contra ETA.
Convertir todo esto en un 'patriotismo constitucional' significa olvidar que en el conjunto de Espa?a hay situaciones muy diversas y muy alejadas del asunto vasco. En Catalu?a, por ejemplo, el PSC es clara y rotundamente federalista, es el m¨¢s votado en las elecciones municipales y lo fue tambi¨¦n en las ¨²ltimas elecciones al Parlament de Catalunya. Existe tambi¨¦n una Esquerra Republicana de Catalunya, s¨®lidamente nacionalista, que, junto con los socialistas catalanes, forma parte del Grupo Entesa Catalana de Progr¨¦s en el Senado. Existe igualmente una Iniciativa per Catalunya, procedente del antiguo PSUC, que est¨¢ en estas mismas ¨®rbitas. Y est¨¢, desde luego, una CiU m¨¢s o menos perdida en su viejo barco, pero que es sustancialmente nacionalista. ?Significa el patriotismo constitucional del PP que estas fuerzas mayoritarias de Catalu?a ser¨¢n consideradas antipatri¨®ticas por no seguirle al pie de la letra y no sumarse a su cruzada redentora? ?Ser¨¢n igualmente echados a las catacumbas los federalistas, nacionalistas o regionalistas de Arag¨®n, las Baleares, la Comunidad Valenciana, Andaluc¨ªa, Galicia y otras zonas del pa¨ªs?
Lo m¨¢s sensato, a mi entender, es dejarnos de cruzadas de este tipo y entrar de lleno en los avatares constitucionales de un pasado estancado y de un futuro por construir. Entre los primeros ser¨ªa un aut¨¦ntico paso de gigante entrar de lleno en las reformas que exige la Constituci¨®n despu¨¦s de casi veinticinco a?os de vigencia. La primera y m¨¢s importante es, sin duda, la reforma del Senado, o sea, la transformaci¨®n del mismo en un ¨®rgano constitucional que, en vez de representar directamente a las viejas provincias, represente de verdad a las autonom¨ªas y se convierta en un ¨®rgano de discusi¨®n, de toma de decisiones colectivas y de presencia de todas ellas en la pol¨ªtica general del pa¨ªs, y muy especialmente en el Congreso de los Diputados y el Gobierno. Otro cambio imprescindible es organizar la presencia de las autonom¨ªas, en conjunci¨®n con el Gobierno, en las altas instancias de la UE, sobre todo despu¨¦s de la introducci¨®n de la moneda ¨²nica y la sucesiva eliminaci¨®n de las fronteras. Se pueden y se deben introducir otras reformas al respecto, pero lo fundamental es que debemos dejar bien claro que todos estamos unidos contra el terrorismo y que tambi¨¦n estamos unidos para empujar un espacio europeo que ya no aceptar¨¢ nuevas fronteras -y menos fronteras independentistas- en su interior. En el Ulster, el principal salto adelante se consigui¨® cuando los terroristas de ambos bandos comprendieron que, con la descentralizaci¨®n interna, unos y otros se pod¨ªan quedar, sin violencia, m¨¢s o menos en el mismo sitio que quer¨ªan ocupar matando a los dem¨¢s. Esto es lo mismo que a la corta o a la larga ocurrir¨¢ en Euskadi si los dem¨®cratas trabajan sensatamente, sin querer derrotarse entre ellos.
La Constituci¨®n no se pact¨® para ser manejada por unos o por otros. Por esto no me gusta su utilizaci¨®n partidista, ni menos todav¨ªa que alguien se apropie de ella para llamar al patriotismo en nombre propio. No s¨¦ si esto es el patriotismo constitucional, pero s¨ª creo que la Constituci¨®n no es ni far¨¢ndula, ni patriotismo de golpes en el pecho, ni maniobras electorales, ni utilizaci¨®n partidista de ella para salvar presuntamente a la Patria.
Jordi Sol¨¦ Tura es senador socialista de la Entesa Catalana de Prog¨¦s.
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