Autocr¨ªticos y consecuentes
Cual postulado matem¨¢tico que debe reunir la doble condici¨®n necesaria y suficiente para fundar una demostraci¨®n, tambi¨¦n la exigencia de la condici¨®n humana deber¨ªa cumplir, en palabras sabias de Matilde Salvador, la de ser autocr¨ªticos y consecuentes.
Encontr¨¦ a Matilde Salvador, en la tarde fr¨ªa de un atardecer de oto?o, por donde en ella es habitual, los alrededores del Palau de la M¨²sica de Valencia, y me apresur¨¦ a felicitarla por el justo reconocimiento que hab¨ªa recibido, junto a los hist¨®ricos de la FUE, ellos tambi¨¦n, con la concesi¨®n de la medalla de oro de la Universitat de Val¨¨ncia.
Matilde Salvador agradeci¨® la felicitaci¨®n y apresur¨® a justificarse pudorosamente, afirmando que se hab¨ªan excedido al valorar sus m¨¦ritos, lo que inmediatamente me negu¨¦ a aceptar, indic¨¢ndole que por el contrario, en su persona, hab¨ªa todo un reconocimiento individual pero tambi¨¦n colectivo, de los que tan necesitados estamos. Matilde insisti¨® que s¨ª, que debemos ser autocr¨ªticos, y mucho; y a?adi¨® que adem¨¢s, consecuentes.
Qued¨¦ pensativo mientras compart¨ªa su reflexi¨®n, que nos permitir¨ªa, caso de aplic¨¢rnosla todos, superar satisfacciones no fundadas, y consiguientemente actitudes conformistas. Celebr¨¦ sin embargo que no se cumpliera, al menos en su caso, uno de los aforismos sarc¨¢sticos de Julio Cer¨®n al afirmar que la verdad siempre resplandece al final, cuando todo el mundo ya se ha ido. En esta ocasi¨®n, muchos est¨¢bamos all¨ª, con la Universitat, y con los homenajeados, con su pasado y con sus ideas, como hab¨ªa tenido nuevamente oportunidad de comprobar, con las palabras de Matilde.
Tiempo hace que pol¨¦micas est¨¦riles pod¨ªan haberse superado con el recurso a la autocr¨ªtica y a la actitud consecuente. Un ejemplo de ello, lamentablemente desaparecido, ahora hace un a?o, fue Ernest Lluch. La forma de obviar ser consecuentes es no ser autocr¨ªticos; si¨¦ndolo, hemos de optar necesariamente entre la consecuencia y la irresponsabilidad.
Ernest Lluch fue un gran cr¨ªtico de s¨ª mismo y consecuente hasta el final de sus d¨ªas, como se puso de manifiesto en el acto organizado por la Fundaci¨® Societat i Progr¨¦s, con unas emocionadas intervenciones de sus compa?eros Almenar, Azagra, Colomer, Llombart, Pla, R¨®denas, y Soler, en el que resaltaron aspectos singulares de su trayectoria c¨ªvica, como tambi¨¦n hizo la Universitat de Val¨¨ncia, con algunas de sus lecturas predilectas, en el acto In memoriam.
Lluch fue autocr¨ªtico, hasta en su ¨²ltimo art¨ªculo publicado en estas mismas p¨¢ginas revisando sus propias ideas recogidas en La v¨ªa valenciana, reeditada recientemente con la colaboraci¨®n de Vicent Soler, y en el que se repasan los acontecimientos m¨¢s relevantes acontecidos desde su publicaci¨®n, hace ya veinticinco a?os, verdadero est¨ªmulo en la preocupaci¨®n intelectual de generaciones de economistas valencianos.
Y fue consecuente, con una autoridad que Lloren? Villalonga ya detectaba en aquel 'eminente economista', al que hace referencia en el pr¨®logo de la segunda edici¨®n de Bearn en el a?o 1964, por su conocimiento de la econom¨ªa catalana, pero tambi¨¦n balear, y valenciana, y que le llev¨® a situarse en el punto de mira de la irracionalidad terrorista, en la defensa de unos ideales, que sus amigos y compa?eros compartimos, y cuya ausencia lloramos estos d¨ªas, repasando sus ense?anzas.
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