No te mueras, t¨ªo
Para recaudar fondos destinados a programas relacionados con la drogodependencia y el sida, la Asociaci¨®n AEC-Gris organiza la IX Mostra d'Art Solidari en la Casa Elizalde (calle de Val¨¨ncia, 302, hasta el 16 de diciembre). Pese a su infernal horario (de 17.00 a 20.00 horas), la exposici¨®n permite adquirir obras de un mont¨®n de artistas, desde Perico Pastor a Josep Maria Subirachs. Sobre una de las mesas del vest¨ªbulo, tr¨ªpticos anti-sida y jeringuillas por estrenar nos recuerdan que el virus tambi¨¦n act¨²a en Barcelona. Las jeringuillas me dan miedo, as¨ª que desv¨ªo la mirada y pienso en los muertos de sida sepultados con la mortaja de una versi¨®n oficial que dejaba en larga enfermedad lo que ten¨ªa siglas y apellidos. Cayeron muchos. Los que menos, por transfusiones negligentes. Los que m¨¢s, por la droga o una vida sexual agitada. La epidemia caus¨® demasiados estragos para admitirlo en p¨²blico. Los tratamientos caros, la lentitud de la ciencia, la rumorolog¨ªa sobre esa vacuna que nunca lleg¨® fueron m¨¢s lastre que tabla de salvaci¨®n. Gracias a la misma medicina que tan impotente parec¨ªa, sin embargo, muchos sobreviven, temiendo que un catarro les hiele esa sonrisa que siempre procuran tener en los labios, como los personajes de las Historias de San Francisco, de Armistead Maupin, o esos h¨¦roes de uno de los cuentos del Arkansas, de David Leavitt.
D¨ªa contra el Sida, ayer; exposici¨®n en la Casa Elizalde sobre la enfermedad; pr¨®ximo marat¨®n de TV-3... Im¨¢genes de una generaci¨®n
Leavitt, por cierto, estuvo aqu¨ª en los peores tiempos del sida. Son los a?os que Vicent Borel, periodista que busc¨® en Barcelona la distancia para asumir su condici¨®n de seropositivo, describe en Un ruban noir (Un lazo negro), novela parcial de la ol¨ªmpica ciudad ininterrumpida, una escena en la que un grupo de amigos deambula por la calle contando que el Cobi es una rata bajo los efectos de la mescalina. Yo recuerdo a otro pirado que, bajo los efectos de la amistad, me dijo una vez: 'Nuestra generaci¨®n pasar¨¢ a la historia por dos imposiciones: la de llevar casco para ir en moto y la de follar con cond¨®n'. Los polvos anteriores a la fiebre preservativa trajeron lodos que se llevaron a muchos por delante. En su novela La ela de Milet, Albert Mestres lo cuenta con precisi¨®n de forense y compara la plaga con los incendios forestales. Mestres, que estos d¨ªas estrena espect¨¢culo en el Teatre Artenbrut, naci¨® en 1960 y, como muchos de los de su quinta, sinti¨® la impotencia de ver como la belleza y el talento de alg¨²n amigo eran fulminados por lo m¨¢s parecido al rayo destructor de un c¨®mic. Superman no acudi¨® para salvar a nadie. Los h¨¦roes se apuntaban a cualquier bombardeo con tal de encontrar un ant¨ªdoto. A algunos fingimos haberles olvidado, pero otros siguen all¨ª, con su infinita presencia. Quedan hijos, hermanos, viudas y padres que todav¨ªa no comprenden en qu¨¦ extra?o momento se jodi¨® todo.
Dia Mundial contra el Sida (ayer), marat¨®n en TV-3 (16 de diciembre) o exposici¨®n solidaria, cualquier noticia te devuelve su sonrisa o sus dibujos guardados en una carpeta que resiste todas las mudanzas. Incluso para tener hijos, cuando proyectabas ampliar la familia, te ped¨ªan la prueba del sida. Durante unas horas, pensabas: ?y si me toca a m¨ª? Los mal llamados grupos de riesgo no ten¨ªan la exclusiva del mal. Todos ¨¦ramos Rock Hudson. La promiscuidad pag¨® la factura y se instaur¨® la fidelidad profil¨¢ctica, tan flexible como las dem¨¢s. Murieron muchos y quedan m¨¢s chantajeados por la muerte. La exposici¨®n de la Casa Elizalde intenta ayudar como lo hicieron las pel¨ªculas, los libros o las canciones. La ¨²ltima, acabo de escucharla y no consigo quit¨¢rmela de la cabeza. Es del franc¨¦s Michel Fugain y se titula Mec, algo as¨ª como 't¨ªo'. Es algo larga, pero creo que vale la pena que se la traduzca: 'Hola, t¨ªo. Me ha costado encontrar tu habitaci¨®n. Podr¨ªas haber puesto un cartel en la puerta diciendo: es aqu¨ª, yupi-yup¨¢. La enfermera de las gafas habla de ti con ternura. Siempre has ca¨ªdo bien, t¨ªo. Esto no puede terminar. ?Sabes, t¨ªo? El futbol¨ªn jugado a tres es un rollo. Sin grito de guerra, no es lo mismo. Anoche, en el restaurante griego, le dimos fuerte a la priva. Acabamos hechos polvo, t¨ªo. No quiero que esto termine. ?Este jodido veneno, que siembra la muerte en la sangre! ?Y esa jodida vacuna que sigue sin llegar! Ag¨¢rrate, t¨ªo, ret¨¦n la vida que se escapa y que te quiere. En los libros queda bien morir joven, pero nosotros te queremos viejo. Esta noche, t¨ªo, todas las chicas del mundo lloran, incluso las que no conoc¨ªan tu yupi-yup¨¢. Y hasta a los vivos m¨¢s cenizos les pesa el coraz¨®n. Un amigo que se va, t¨ªo, y la Tierra se detiene. Ya ves, t¨ªo, esta ma?ana al sol le daba verg¨¹enza iluminar todo esto: yupi-yup¨¢. Creo que de Lourdes a La Meca los dioses se burlan del mundo. No vamos a dejarnos, t¨ªo. No quiero que esto termine. ?Este jodido destino, que siembra la mierda al pasar! ?Y esos jodidos m¨¦dicos, que no espabilan! Ag¨¢rrate, t¨ªo, vuelve a la mascarada humana. En el cine queda bien morir joven, pero nosotros te queremos viejo. ?Te queremos, t¨ªo! Y no tienes derecho a no responderme. Venga, dime otra vez: yupi-yup¨¢. Dime otra vez que soy un gilipollas, t¨ªo, que soy un cagao, que soy un pesao. Vuelve a ser como eras, t¨ªo, no quiero que esto termine. No quiero que esto termine'.
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