Militares y periodistas, la extra?a pareja
Un sentimiento de frustraci¨®n atraviesa las filas de las Fuerzas Armadas y de seguridad de Colombia. Lo expres¨® con claridad el general Henry Medina, director de la Escuela Superior de Guerra, el pasado fin de semana ante un auditorio de periodistas y militares: '?ste no es un conflicto entre el Ej¨¦rcito y la subversi¨®n. Es preciso movilizar todas las voluntades del pa¨ªs'. En una experiencia in¨¦dita en Colombia, periodistas y militares se reunieron el pasado fin de semana en un seminario Fuerza P¨²blica-Periodismo para debatir el papel que corresponde a cada uno ante el conflicto que desangra al pa¨ªs. Con cerca de 30.000 muertos anuales de forma violenta, de los que un 15% corresponden a lo que eufem¨ªsticamente se denomina 'conflicto armado' entre las guerrillas, la contraguerrilla y las fuerzas de seguridad, el pa¨ªs andino se interroga sobre su futuro. En el conflicto de Colombia han muerto cuatro veces m¨¢s personas que en el conflicto de Kosovo.
G¨®mez Buend¨ªa, columnista: 'La ret¨®rica de la guerra impide la paz, y la ret¨®rica de la paz impide la guerra, y ninguna de las dos se toma en serio'
El pa¨ªs tiene adem¨¢s el r¨¦cord mundial de periodistas asesinados, exiliados y amenazados, mientras el narcotr¨¢fico bombea dinero negro sobre todos los estamentos sociales y crece al amparo de una guerrilla que protege sus cultivos. El Estado se ve impotente para atajar el crecimiento del narcotr¨¢fico mientras aumenta la demanda internacional de coca¨ªna.
Los oficiales de las Fuerzas Armadas y de la polic¨ªa mostraron a lo largo del seminario algo m¨¢s que confianza en sus medios materiales -que han mejorado gracias a la ayuda de Estados Unidos- y voluntad de combate. Se presentaron, con el apoyo de encuestas de opini¨®n, como la instituci¨®n m¨¢s valorada por la sociedad colombiana, por delante de la Iglesia cat¨®lica. En ¨²ltimo lugar figuraban los partidos pol¨ªticos. Los periodistas consultados dudaban de la exactitud del sondeo en relaci¨®n con el lugar que ocupa el Ej¨¦rcito en la opini¨®n de los colombianos, dada su historia de poco respeto a los derechos humanos. Pero todos coincid¨ªan en el lugar que ocupan los pol¨ªticos.
El primer seminario-taller Fuerza P¨²blica-Periodismo se abri¨®, en un hotel de cinco estrellas en pleno campo al borde de un buc¨®lico lago, en Paipa, a tres horas por carretera al norte de Bogot¨¢, a los acordes de los himnos de Estados Unidos y Colombia, toda una concesi¨®n simb¨®lica al poderoso pa¨ªs del norte, que financiaba en gran parte la reuni¨®n. Washington, sin embargo, no envi¨® a ning¨²n participante a los debates. Oficiales del Comando Sur -el mando militar estrat¨¦gico para operaciones en el sur del hemisferio- siguieron, algunos de uniforme, atentamente los debates. El evento, aunque nadie lo dijera oficialmente, se inscribe en el marco del Plan Colombia, dise?ado por la Administraci¨®n de Clinton y continuado por el presidente Bush, para el fortalecimiento militar de la Fuerza P¨²blica colombiana en su lucha contra el narcotr¨¢fico y sus protectores armados, la guerrilla. En opini¨®n de Washington, s¨®lo desde la fortaleza del Estado, la guerrilla asumir¨¢ con seriedad las negociaciones de paz lanzadas por el presidente Andr¨¦s Pastrana.
Los medios de comunicaci¨®n colombianos recibieron cr¨ªticas tanto de las Fuerzas Armadas como del poder civil. El ministro de Defensa, el vicepresidente Gustavo Bell Lemus, un joven historiador formado en Oxford, se quej¨® abiertamente del tratamiento informativo del conflicto. 'La informaci¨®n no se presenta contextualizada, dejando al espectador s¨®lo con las emociones'. Oficiales de polic¨ªa se quejaban de la tendencia de los medios a enmascarar el lenguaje por temor a verse arrastrados al conflicto. 'Cuando nuestros hombres se juegan la vida para salvar la vida de un secuestrado [una floreciente industria en Colombia], desmoraliza ver que los medios de comunicaci¨®n hablan de liberaci¨®n de retenidos'. En el fondo palpitaba una cr¨ªtica com¨²n entre funcionarios del Gobierno y militares: la prensa trivializa la violencia y la sociedad se insensibiliza ante el horror.
Con 115 periodistas asesinados en los ¨²ltimos 15 a?os, 10 en lo que va de a?o, y una cifra dif¨ªcil de precisar entre emigrados-exiliados, la prensa colombiana se resiste a designar como 'terroristas' a sus verdugos. Alejandro Santos, director del semanario Semana, hizo suyas algunas de las cr¨ªticas formuladas a los medios. 'La gente se siente sitiada y cree que la guerrilla es cada vez m¨¢s poderosa', tal vez porque hay 'una sobreexposici¨®n de los l¨ªderes guerrilleros en los medios'. Sin embargo, pidi¨® no 'satanizar' a esos mismos l¨ªderes guerrilleros para no perjudicar el proceso de paz.
La contradicci¨®n que vive la prensa, y la sociedad colombiana en su conjunto, procede del peculiar proceso de paz emprendido por el conservador presidente Pastrana y que, seg¨²n la mayor¨ªa de las opiniones consultadas, le permiti¨® ganar las elecciones. La concesi¨®n, contra la opini¨®n del Ej¨¦rcito, a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el principal grupo guerrillero, de una zona desmilitarizada de 42.000 kil¨®metros cuadrados -el tama?o de la comunidad aut¨®noma de
Extremadura- ha convertido ese territorio en el mayor santuario interior que ninguna fuerza insurgente ha tenido nunca. Teniendo en cuenta que la concesi¨®n de la zona de despeje no implicaba un cese temporal de las hostilidades, las FARC funcionan en su territorio como un mini-Estado. 'All¨ª se financian, se abastecen, se entrenan y reclutan. Salen a combatir y regresan, sin que nosotros podamos hacer nada', se quejaba en privado un capit¨¢n de la Armada. El general Medina se?alaba en privado: 'Una columna guerrillera abandon¨® la zona de despeje y se desplaz¨® 800 kil¨®metros a trav¨¦s del pa¨ªs antes de ser interceptada por nuestras fuerzas. Ni el Ej¨¦rcito ni la polic¨ªa recibieron informaci¨®n de los numerosos campesinos que les vieron pasar. La poblaci¨®n civil que padece esta guerra no puede ser indiferente al conflicto'.
Negociaciones estancadas
Sobre el seminario-taller, que se prolong¨® durante un fin de semana, sobrevolaba, aunque no se formul¨® expl¨ªcitamente, una cierta inquietud por el rumbo del proceso de paz. Estancadas las negociaciones entre el Gobierno y las FARC, el plazo de vigencia de la zona de despeje vence el pr¨®ximo 20 de enero. Entre los oficiales de los tres ej¨¦rcitos y las fuerzas de polic¨ªa, la opini¨®n que se pod¨ªa recoger era un¨¢nime: no m¨¢s concesiones a los 'terroristas'. Alg¨²n oficial expres¨® abiertamente su opini¨®n de que la Fuerzas Armadas tienen hoy los medios materiales -gracias a la ayuda norteamericana- y la oportunidad -el clima internacional tras los sucesos del 11 de septiembre- para atacar frontalmente a la guerrilla en sus bases. La opini¨®n entre los periodistas era la contraria: no hay soluci¨®n militar.
Consciente de la creciente voluntad en sectores de la sociedad colombiana de enfrentarse directamente a la violencia y del firme prop¨®sito de EE UU de combatir el fen¨®meno del terrorismo en todos sus frentes, Manuel Marulanda, Tirofijo, el veterano jefe de las FARC, desde su escondite en la selva, ha propuesto una cumbre nacional para el pr¨®ximo 15 de enero, cinco d¨ªas antes de que concluya el plazo de vigencia de la zona de despeje. El Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN), el otro grupo guerrillero, llegaba el mismo fin de semana a un acuerdo con el Gobierno en La Habana para reanudar las negociaciones de paz.
Aunque en el seminario de Paipa ninguna voz se alz¨® para defender expl¨ªcitamente las posiciones de la insurgencia armada, Marulanda, en su petici¨®n de una 'cumbre nacional', interpelaba al presidente Pastrana con argumentos que se debat¨ªan entre militares y periodistas. El jefe guerrillero preguntaba al presidente de la Rep¨²blica si consideraba a las fuerzas alzadas en armas como terroristas y narcotraficantes. 'Si considera que somos terroristas, no debe negociar con gente as¨ª', afirm¨®, en busca de una legitimidad pol¨ªtica que cada d¨ªa le niegan sectores m¨¢s amplios de la sociedad colombiana.
Rafael Nieto, un joven jurista, consultor de Naciones Unidas y especialista en Derechos Humanos, hizo la intervenci¨®n m¨¢s militante del debate desde las filas de la sociedad civil. En su opini¨®n est¨¢ claro 'que no hay consenso en proscribir la violencia como instrumento de lucha pol¨ªtica o como mecanismo de resoluci¨®n de conflictos. De ah¨ª la infinidad de discursos legitimadores de la violencia y, en ocasiones, el socavamiento sistem¨¢tico de los pilares institucionales que soportan lo mucho o poco del sistema democr¨¢tico que a¨²n permanece en pie'.
Sin conclusiones definitivas, uno de los participantes, Hernando G¨®mez Buend¨ªa, el conocido columnista de la revista Semana, resumi¨® en una frase un estado de ¨¢nimo generalizado: 'La ret¨®rica de la guerra impide la paz, y la ret¨®rica de la paz impide la guerra. Y ninguna de las dos, ni la guerra ni la paz, se toma en serio'.
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