Cuervo
Si existe una palabra enigm¨¢tica, misteriosa, en la historia del cine, ¨¦sa es, sin duda, 'Rosebud'. Me refiero a esa voz ag¨®nica que Orson Welles puso en los labios de Charles Foster Kane en su lecho de muerte, all¨¢ en su mansi¨®n de Xanad¨², y que dio lugar a la investigaci¨®n y a la trama de una de las mejores pel¨ªculas del genial director americano: Ciudadano Kane. Descifrar el significado de esa palabra pronunciada al expirar era tanto como hallar el secreto de una vida o la raz¨®n de una muerte. Algo muy semejante pudo ocurrir los ¨²ltimos d¨ªas de marzo de 1942 en la enfermer¨ªa del Reformatorio de Adultos de Alicante, cuando Miguel Hern¨¢ndez hizo llegar a su esposa, por medios clandestinos, una nota arrugada donde se le¨ªa: 'Josefina... pregunta a don Luis qu¨¦ pasa que no me trasladan. Ser¨¢ que no ha hablado con M¨¢ximo Cuervo...'. Sabido es que, por esas fechas, el autor de Perito en lunas yac¨ªa postrado y consumido por la tuberculosis, atravesado por una c¨¢nula que le drenaba el pulm¨®n, llagado como un viejo agonizante. Su remota esperanza se agarraba al prometido traslado al sanatorio antituberculoso de Porta Coeli, en Valencia, pero la orden se hab¨ªa demorado por expresa voluntad de quien esperaba de ¨¦l un arrepentimiento expl¨ªcito y una manifiesta adhesi¨®n al triunfante Nacional-Catolicismo. En resumen, que su vida estaba en manos de la persona que le ofreci¨® la salvaci¨®n y la libertad a cambio de una simple renuncia. Y ¨¦ste no fue otro que don Luis Almarcha, Vicario General de la Catedral de Orihuela, Procurador en Cortes por designaci¨®n directa del Caudillo y Consiliario Nacional de Sindicatos. Su otro salvador, el tal M¨¢ximo Cuervo, nombre puramente simb¨®lico seg¨²n muchos bi¨®grafos, era, sin titubeos, el del General M¨¢ximo Cuervo Radigales, Director General de Prisiones, Auditor del Consejo Superior de Justicia Militar y aut¨¦ntico responsable del 'exterminio por hambre en las prisiones espa?olas'. S¨®lo cuando el poeta accedi¨® al casamiento cat¨®lico (4 de marzo) ambos jerarcas cursaron las ¨®rdenes oportunas -demasiado tarde- para su ingreso en Porta Coeli. Todo un gesto de misericordia y caridad cristiana y una rotunda respuesta a ese ¨²ltimo misterio.
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