Causs¨¦-Ivaldi, m¨²sicos de excepci¨®n
Ser¨ªa necesario tratar ciertos conciertos desde un concepto superior, algo as¨ª como la Serie de Oro de las actividades musicales de cada temporada. En ellos habr¨ªa que incluir, de antemano, los programas del violista Gerard Causs¨¦ (Toulouse, 1948), un fuera de serie absoluto, m¨¢s a¨²n si aparece como colaborador otra figura de la m¨²sica de c¨¢mara y de la contemporaneidad como es el pianista Christian Ivaldi (Par¨ªs, 1938). Desde hace alg¨²n tiempo, Causs¨¦ dicta ense?anzas en la Escuela Superior de M¨²sica Reina Sof¨ªa, lo que le obliga a frecuentes y continuadas estancias en Madrid, circunstancia que no debi¨¦ramos pasar sin aprovecharla, tanto en intervenciones solistas, de c¨¢mara o con orquesta. Por el momento, el ciclo de la ONE, c¨¢mara, polifon¨ªa y ¨®rgano nos depar¨® la ocasi¨®n de admirar y agradecer el gran arte de Causs¨¦-Ivaldi en un viaje sonoro y emocional que comenz¨® con Mar¨ªn Marais, autor que la Sociedad Filarm¨®nica de Madrid programaba ya en 1903 con las visitas del Grupo de Instrumentos Antiguos de Par¨ªs que patrocinara Saint-Saens.
Ciclo de C¨¢mara y Polifon¨ªa
G. Causs¨¦, viola, y C. Ivaldi, piano. Obras de Marais, Schumann, Dusapin, Hindemith y Shostak¨®vich. Auditorio Nacional. Madrid, 5 de diciembre.
Galer¨ªas de la modernidad
Siguieron luego los M?rchenbilder, de Schumann, de tan honda y pura belleza, para arribar en el preciosismo de una m¨²sica callada que tiene algo que ver con la de nuestro Mompou en su repertorio de sutilezas y su juego de sonidos tenues y significativos silencios. El autor -que lo es tambi¨¦n de media docena de ¨®peras- es Pascal Dusapin (Nancy, 1955), estudioso y creador en plurales dominios de las artes. M¨²sica y versi¨®n sumaron primores en una prospecci¨®n distinta por las galer¨ªas m¨¢s ¨ªntimas de la modernidad.
Tras las muy conocidas p¨¢ginas que estructuran la M¨²sica f¨²nebre que Paul Hindemith escribiera a la muerte de Jorge V, se cerr¨® la tarde con la ¨²ltima m¨²sica compuesta por Shostak¨®vich unos d¨ªas antes de su muerte: la Sonata para viola y piano, op. 147. La expresi¨®n desolada, recurrencia en el gran maestro de San Petersburgo, alcanza un clima depurado e intensamente dram¨¢tico, pero los int¨¦rpretes franceses penetraron hasta el ¨²ltimo misterio, que parece insondable, para iluminar la oscuridad. El entusiasmo de la audiencia, su conmoci¨®n cabr¨ªa decir, se troc¨® en interminables ovaciones que provocaron dos propinas. En una de ellas, la celeb¨¦rrima Serenata, de Schubert, cant¨® Gerard Causs¨¦ con tal nobleza de fraseo y exacta respiraci¨®n que la viola Gasparo de Sal¨® (1570) se hizo voz humana, l¨ªrica. En definitiva, una tarde inolvidable de alt¨ªsima m¨²sica.
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