Fiestas ilegales en el punto de mira
El accidente de un joven en una fiesta clandestina sit¨²a a ¨¦stas en el objetivo administrativo
La madrugada del domingo 25 de noviembre se celebr¨® una rave party en una f¨¢brica abandonada de la Font de Sant Llu¨ªs, en Valencia. Rave es un t¨¦rmino ingl¨¦s que entre sus acepciones contempla la de 'delirar' y la de 'sensacional'. Las dos se han conjugado para servir de referencia en todo el mundo a un tipo de fiestas extremas que se mueven paralelamente a lo establecido. Se consolidaron en Inglaterra a finales de los 80, para servir de expresi¨®n a la m¨²sica acid house. En cuanto las discotecas asumieron este sonido, las rave se especializaron en un techno demasiado duro para que lo programen los clubes. Poco a poco se han convertido en moda mundial, y proliferan en Valencia y sus pueblos cercanos desde hace m¨¢s de un par de a?os. En verano, con mejor clima, se organizan casi cada fin de semana. En oto?o e invierno, cada uno o dos meses.
En ellas, un p¨²blico de estudiantes, extranjeros, neopunks, chicas y chicos alternativos -no modernos al uso-, la mayor¨ªa envolviendo los 20 a?os, se junta en cualquier sitio que no sea una discoteca -f¨¢bricas desocupadas, mas¨ªas de monta?a, el cauce del r¨ªo- para crear una discoteca a su medida, siempre fuera de lo convencional. No hay permisos de celebraci¨®n, y el entorno puede llegar a ser muy cutre, pero esto forma parte de su atracci¨®n antisistema.
En la nave desolada donde se celebr¨® la citada rave, hab¨ªa cientos de asistentes (en la ciudad, hasta 1.500 personas se han reunido en alguna de estas celebraciones). Sus organizadores -un disc-jockey y sus amigos- ya hab¨ªan ejecutado otras fiestas en este sitio. La gente hab¨ªa entrado por un gran agujero de la pared, y bailaba en ¨¦xtasis acid techno chirriante, mientras tomaba bebida de carritos de supermercado. El entorno ten¨ªa partes derruidas, el cuarto de ba?o hab¨ªa que improvisarlo. En la primera planta, a la que se acced¨ªa por una escalera, el suelo ten¨ªa agujeros, y una parte del piso carec¨ªa de pared. En otras ocasiones, no hab¨ªa pasado nada. Pero esa noche, un joven de 23 a?os se cay¨® a la planta de abajo a trav¨¦s de la parte del piso de arriba que no ten¨ªa muro. 'La m¨²sica sigui¨®, pero ¨¦l se hab¨ªa golpeado la cabeza y se fractur¨® la cadera', recuerda un asistente. 'Se avis¨® a la ambulancia, y vino polic¨ªa', a?ade.
La polic¨ªa ya se hab¨ªa pasado por la fiesta antes de que el joven se hiriera. No hab¨ªa parado la celebraci¨®n, aunque hab¨ªa pedido documentaci¨®n. Si no hay una denuncia del due?o del espacio, si es que ¨¦ste no es p¨²blico, o no cuentan con denuncias vecinales, o no ven compra-venta evidente de bebida, los agentes no suelen detener unas fiestas que pueden tener connotaciones privadas o culturales. No obstante, las fuerzas de seguridad han llegado a multar con un mill¨®n de pesetas a los organizadores de una rave. ?stos se plantearon montar otra para recaudar fondos. Se han organizado raves espec¨ªficas para editar un disco, para pagar la fianza de un amigo en prisi¨®n, para mostrar obra art¨ªstica underground...
No hay muchos colectivos establecidos que erijan raves, m¨¢s bien son grupos de amigos que tienen tir¨®n entre una juventud variopinta. El boca a boca, los mensajes y llamadas v¨ªa m¨®vil, y los flyers -anuncios en papel-, son los m¨¦todos que se utilizan para transmitir con poca antelaci¨®n d¨®nde se realiza la fiesta. La electricidad para los platos del equipo port¨¢til de sonido y los altavoces se consigue a trav¨¦s de un generador el¨¦ctrico a motor, como los que hay en algunos chalets. Las luces pueden ser del estilo de las de una disco-m¨®vil. Todo esto puede alquilarse, o comprarse colectivamente. La bebida es del hipermercado o de alg¨²n colega que tiene bar. A veces se venden cubatas en vaso de pl¨¢stico, a veces s¨®lo refrescos o cerveza en bote, todo barato. La bebida, que se acaba pronto, se almacena en contenedores con hielo, o en c¨¢maras alquiladas. En ocasiones se cobra entrada para pagar los gastos. En otras, no, ya que las rave son vocacionales, dedicadas a aquellos que quieren o¨ªr m¨²sica distinta a la de las salas, y que quieren gastarse poco dinero. El concepto de rave tiene una droga asociada, aparte de las m¨¢s conocidas. Se llama ketamina, un derivado de anest¨¦sico animal que los humanos se inyectan o esnifan. Es muy fuerte, y est¨¢ descendiendo su consumo.
Accidentes como el referido son raros, pero ha hecho que la delegada de Gobierno, Carmen Mas, haya hecho declaraciones sobre regulaci¨®n de las raves en la Comunidad. Pero existe un borrador de proyecto auton¨®mico de ley de espect¨¢culos muy restrictivo que limita los horarios. Esto se enfrenta al esp¨ªritu de las raves, que s¨®lo terminan cuando se va la gente. Y como sucede en toda Europa, cuanto m¨¢s restrictiva es la ley, m¨¢s fiestas ilegales se realizan. Posiblemente, las raves inacabables no hubieran arrasado Inglaterra si la flexibilidad con el horario de las salas hubiera sido all¨ª mayor. Cuando el ministro de Interior de Francia, Daniel Vaillant, intent¨® este verano reglamentar duramente las raves en este pa¨ªs, se encontr¨® con la protesta de miles de j¨®venes, que siguen realiz¨¢ndolas. El resultado es que ha potenciado un embrollo que no sabe resolver.
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