El premio de Mutis
Cuando ?lvaro Mutis estuvo en la c¨¢rcel, un tiempo menor pero intenso, en la prisi¨®n mexicana de Lecumberri, recibi¨® la visita de la intr¨¦pida periodista (y novelista) Elena Poniatowska, que le hizo pensar en la oportunidad de convertir aquella experiencia en una memoria propia. No s¨®lo fue fruct¨ªfera literaria y humanamente la decisi¨®n de escribir (Diario de Lecumberri, Alfaguara), sino que, como dice Mutis en el prefacio con el que honra la ¨²ltima edici¨®n de ese libro, le sirvi¨® de inspiraci¨®n a su obra posterior, que es una suma de viajes y pensamientos.
Todo lo que toca lo hace nuevo este hombre grande. Es, por otra parte, un gran hombre; si Carmen Balcells ha concitado el mayor n¨²mero de dedicatorias de sus representados, Mutis es el escritor latinoamericano que m¨¢s dedicatorias ha recibido (y ha hecho); muchas de esas dedicatorias son de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, uno de sus principales compadres, que durante a?os ha afirmado que ¨¦l no hubiera escrito ni una l¨ªnea de sus mejores historias si esas historias no se las hubiera contado antes el que ahora ha ganado el Premio Cervantes de Literatura.
Lo ha ganado en buena hora, aunque tambi¨¦n pudo haberlo tenido hace much¨ªsimo tiempo, acaso por aquel diario o por cualquiera de sus versos. Dice Carlos Fuentes que cuando Gabo obtuvo el Nobel fue como si toda su generaci¨®n lo tuviera ya; es mucho decir que ganando el Cervantes este colombiano grande ya lo ha ganado Gabo incluso, aunque se empe?e en no ser propuesto. Esta literatura de la que viene Mutis (Vallejo, Botero, Abad, Gamboa, Cobo Borda, Moreno Dur¨¢n, V¨¢zquez, Paredes, Chaparro, Restrepo, Espinosa, Castro Caycedo, tantos otros) es mucha literatura; acosada por el tiempo que vive ese pa¨ªs desde que naci¨® casi, ha cincelado el idioma en todas partes, en la prensa, en los libros y en la calle.
Esta medalla espa?ola que en forma de Cervantes recibe Mutis honra tambi¨¦n la constancia literaria del pa¨ªs del que proviene. Aunque vive en M¨¦xico desde hace tanto tiempo, este grandull¨®n pac¨ªfico y de bigote bien cortado es un colombiano esencial, y eso es lo que dec¨ªa el presidente Betancur cuando tuvo la satisfacci¨®n de celebrar, como jurado del premio, el galard¨®n de su compatriota: es errante, pero s¨®lo de apariencia; en su ser esencial es un colombiano, y as¨ª se muestra en la novela y en la poes¨ªa, pose¨ªdo por esa bruma feraz que a los otros colegas y paisanos suyos les da el apoyo moral.
Es legendaria su voz; fue, en castellano, el narrador de las aventuras de Elliott Ness; Villoro, que imita tan bien tantas voces, a veces lo borda en las sobremesas, pero no s¨®lo como Elliott Ness, sino como el Mutis descre¨ªdo que hace de la conversaci¨®n y de la risa una manera de prolongar la vida antes de que aparezcan las solemnidades. Lo ¨²nico que es, entre todas las solemnidades que puede ser un hombre de su edad, es mon¨¢rquico, y por eso reitera con tanta profusi¨®n que le hace m¨¢s feliz que nada que sea el Rey el que en abril le entregue el premio.
No es verdad del todo, dice en seguida. Claro que no. Lo que le parece extraordinario es que por fin su nombre se asocie a un amigo impar de la infancia en Colombia y en cualquier parte, Miguel de Cervantes Saavedra. ?l firm¨® la carta de Gabo, Vallejo y otros para que el Gobierno espa?ol mostrara mayor respeto para la identidad de los colombianos, a los que este pa¨ªs va a exigir visa. Dijo en esa carta que no vendr¨ªa hasta que esa orden (que a¨²n est¨¢ sin efecto) fuera mordida; pero vendr¨¢. Esperemos que con decir Mutis todos los colombianos vengan detr¨¢s de ¨¦l, y sin visa.
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