Sanchis Guarner, pol¨ªtico
Escrib¨ªa hace d¨ªas Francesc de P. Burguera en estas mismas p¨¢ginas que D. Manuel Sanchis Guarner hubiera aceptado la AVL como 'ciudadano', aunque 'el cient¨ªfico', prosigue Burguera, 'habr¨ªa opinado que, como autoridad cient¨ªfica, ya estaba la universidad'. No me cabe la menor duda de que D. Manuel habr¨ªa bendecido que los disc¨ªpulos que dej¨® en el IIFV se sentaran en los bancos de la AVL para hacer posible la propuesta de su maestro acerca del 'policentrisme convergent' que deb¨ªan asumir pol¨ªticos y fil¨®logos de la lengua propia de los valencianos para encontrarse de igual a igual y con provecho con otras variantes del tronco com¨²n.
A lo largo de su obra y en sus comparecencias p¨²blicas de aquellos a?os de la transici¨®n pol¨ªtica previos a su aciaga y repentina muerte (1981) no rehuy¨® la dimensi¨®n pol¨ªtica del conflicto formulando la necesidad de practicar con insistencia una pedagog¨ªa ad hoc para ganar la confianza, la comprensi¨®n y la colaboraci¨®n de la mayor¨ªa de los valencianos y pronunciando la misma y sugerente conferencia acerca de la lengua de los valencianos.
Le recuerdo cerca de Sant Joan de Penyagolosa, en un debate pol¨ªtico-cultural organizado por la JNPV, rama juvenil del PNPV, explicando seriamente a aquellos j¨®venes que los valencianos no ¨¦ramos ni una raza, ni una etnia, ni una lengua, sino, en todo caso, una cultura, y que, por ello, nuestra identidad no ven¨ªa definida por elementos fijos e inamovibles sino por propuestas renovadas de vida en com¨²n. Eso mismo dijo en X¨¤tiva, con motivo de la celebraci¨®n del 25 d'Abril, en un acto p¨²blico junto a la Alameda, que organiz¨® el PNPV meses antes de su ¨®bito. Tambi¨¦n habl¨® en Borriana para explicar que la batalla por la lengua requer¨ªa consenso y generosidad. Y lo repiti¨® en un acto en el Edificio Hucha de la Caja de Ahorros de Castell¨®.
En esa ocasi¨®n, despu¨¦s de sugerirnos que a la unidad de la lengua propia de valencianos, catalanes y bale¨¢ricos deb¨ªa caminarse reconociendo las variantes con entidad propia y estableciendo un calendario de puesta en com¨²n sin prisas pero sin pausas, le hice una comprometida pregunta en p¨²blico: ?No cree Ud. que para realizar esa convergencia ser¨ªa imprescindible la creaci¨®n de una Academia de la Lengua para los valencianos? Su respuesta -que a¨²n me duele- fue tildarme paternalmente de franctirador (y no le faltaba raz¨®n, porque tanto entonces como ahora lo contin¨²o siendo en honor a mi apellido y a la incomodidad que me producen las medias verdades), dejarme con la boca abierta y, consiguientemente, a expensas del regocijo de casi todos los presentes, entre los cuales estaban, por cierto, y jovenc¨ªsimos, Llu¨ªs Messeguer, y mi querido y admirado primo, Josep Palomero, que poco sospechaban entonces que hoy ser¨ªan miembros de la AVL, y vicepresidente de la misma, el segundo (?!).
Posteriormente hablamos mucho sobre la manera en que deber¨ªa concretarse el 'policentrisme convergent', y, de hecho, en los tiempos de la transici¨®n pol¨ªtica a casi nadie se le ocurri¨® pensar que no disponer de un ente normativo para la lengua propia de los valencianos aceptado por todos iba a convertirse en el bander¨ªn de enganche del secesionismo ling¨¹¨ªstico, que ahora se ve claro -pero entonces no-, acab¨® entorpeciendo de manera muy grave las posibilidades de normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica de la sociedad valenciana. Entonces estaba D. Manuel convaleciente de la visceralidad con que fue apartado y combatido de y por las entidades e instituciones oficiales del valencianismo cultural tolerado por el franquismo, pero no cre¨ªa que la clase pol¨ªtica fuese incapaz de resolver el conflicto. La realidad del momento, no obstante, puso de manifiesto que la lengua se estaba convirtiendo a la carrera y a la vez en casus belli y en moneda de cambio entre pol¨ªticos, y, que lejos de amainar la pol¨¦mica, deriv¨® en la articulaci¨®n de un movimiento ariete cuya acci¨®n, hasta el final, ha combatido incluso la concordia -ventajosa para el tradicional secesionismo ling¨¹¨ªstico-, que ha supuesto la creaci¨®n de la AVL.
D. Manuel, adem¨¢s, fue objeto de una ira especial por parte de los m¨¢s fan¨¢ticos del aquelarre fascista que mov¨ªa al blaverisme, de cuyas cloacas, sin duda, surgi¨® el paquete bomba enviado a su domicilio con intenci¨®n obvia, y que a pesar de que no lleg¨® a estallar, muchos no dudamos en relacionar con su fallecimiento posterior, porque al acusarle unos sinverg¨¹enzas de haberse autoremitido el paquete ¨¦l mismo, y no conseguir en los tribunales de justicia la satisfacci¨®n correspondiente ante tama?a y cobarde felon¨ªa, el fallo, que sin duda habr¨ªa de revisarse como homenaje tambi¨¦n pol¨ªtico al cient¨ªfico, provoc¨® en D. Manuel una zozobra an¨ªmica poco tiempo antes de su s¨²bita muerte.
El d¨ªa del entierro se quiso evitar su politizaci¨®n, y tuve con Burguera una discusi¨®n muy seria sobre qu¨¦ hacer a cuenta de que la familia no deseaba relieve pol¨ªtico para el mismo. El PNPV renunci¨® a hacer lo que deb¨ªa, pues, por si ahora no se recuerda, D. Manuel acept¨® poco antes de su muerte la militancia, y, a primeros de diciembre, nos pidi¨® que ya despu¨¦s de las Navidades concretar¨ªamos su presidencia de una comisi¨®n cultural que yo ya hab¨ªa creado poco antes en el seno del partido nacionalista, porque tras la sentencia no se sent¨ªa con ¨¢nimos...
Cuando nos dimos cita en aquella ma?ana fr¨ªa de diciembre en la plaza de C¨¢novas pudimos comprobar que a pesar de aceptar con desgana no politizar el acto por respeto a los deseos de su familia, el PSPV-PSOE monopoliz¨® la primera fila de los deudos no familiares de manera ostensible.
Ya en la Universitat, donde se le rindieron los honores de miembro del claustro, en el abarrotado recinto de la calle de la Nau me v¨ª legitimado para hacer lo que el PNPV no hizo sin importarme nada m¨¢s que dejar consignado que alguien s¨ª despidi¨® a D. Manuel con homenaje pol¨ªtico y sin clandestinidad: un joven y ya entonces magn¨ªfico dol?ainer, Josemi S¨¢nchez, interpret¨® La Moixeranga por indicaci¨®n m¨ªa desde el claustro superior del patio en medio de un silencio emocionado y triste; una joven militante nacionalista coloc¨® sobre el f¨¦retro de D. Manuel, en cuanto empez¨® el ritual de las vueltas al claustro a hombros de los vicerrectores y decanos, una senyera cuatribarrada que yo hab¨ªa llevado para ese menester.
Me siento orgulloso de cuanto aprend¨ª de D. Manuel, de su amistad, de su pasi¨®n por mi hija Carmesina -entonces compa?era de parvulario de su nieta-, que compart¨ªa con ¨¦l Rosa, su esposa; y mucho m¨¢s de haberme atrevido a contribuir a darle a su entierro universitario la dimensi¨®n pol¨ªtica que sin duda formaba parte esencial de su personalidad y proyecci¨®n p¨²blica.
Cuando estos d¨ªas de aniversario se recuerde al Sanchis cient¨ªfico, al civil, al fil¨®logo o al historiador no ser¨ªa de recibo que se ignorase al Sanchis pol¨ªtico que sufri¨® destierro en la postguerra, ni menos al colaborador y part¨ªcipe entusiasta de aquel peque?o partido que fue el PNPV, cuya herencia pol¨ªtica se mantiene vigente en buena parte del BNV. Y as¨ª queda escrito, por si acaso.
Vicent.Franch@eresmas.net
Vicent Franch i Ferrer es profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universitat de Val¨¨ncia.
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