Mal empieza lo que mal acaba
El autor sostiene que s¨®lo la recuperaci¨®n de un clima de confianza y una profunda regeneraci¨®n pol¨ªtica permitir¨¢n recomponer una Argentina hecha a?icos y romper el c¨ªrculo vicioso de lo mal hecho
La renuncia del presidente Fernando de la R¨²a, Frenando de la Duda en la jerga popular, ha servido para mostrar repentina y tr¨¢gicamente la desnudez y la orfandad de la sociedad argentina. A los ojos del mundo aparecen ahora todas juntas las miserias de sus clases dirigentes y las complicidades que durante cierto tiempo tuvieron con ellas importantes sectores populares. Cuando en 1999 de la R¨²a lleg¨® al gobierno lo hac¨ªa cargado de legitimidad electoral, con un importante caudal de votos conquistado gracias a su denuncia de la corrupci¨®n menemista. Sin plantearse ninguna revoluci¨®n econ¨®mica, la Alianza conquist¨® el gobierno con un programa regeneracionista que promet¨ªa nuevos modos y nuevos usos pol¨ªticos. Muy pronto se vio que se trataba de un puro juego de abalorios y que, una vez m¨¢s, las promesas electorales estaban para ser incumplidas.
El desenlace de la crisis ha dinamitado los sue?os de gloria de muchos argentinos
Desde 1955, ning¨²n presidente democr¨¢tico no peronista ha podido acabar su mandato
El vicepresidente Carlos Chacho Alvarez result¨® ser tan irresponsable como De la R¨²a
Con la misma celeridad se pudieron comprobar algunas cosas m¨¢s. En primer lugar, algo que muchos tem¨ªan pero pocos dec¨ªan, que el estilo de gobierno del nuevo mandatario iba a estar marcado por un mecanismo de toma de decisiones complicado, tortuoso y, sobre todo, lento, muy lento. Para colmo de males, De la R¨²a no hab¨ªa tenido ning¨²n problema en rodearse de un c¨ªrculo ¨ªntimo, casi familiar, dominado por hijos, hermanos y entenados, con escasa o ninguna experiencia pol¨ªtica y que no supieron, ni quisieron, lidiar ni con las ventajas ni con las desventajas de gobernar en coalici¨®n. Las fricciones entre los radicales y el Frepaso pronto se convirtieron en enfrentamientos entre radicales y en poco tiempo las tensiones en el seno de la coalici¨®n se trasladaron al Gobierno y comenzaron a lastrar su gesti¨®n cotidiana.
La irresponsabilidad de unos y otros fue en aumento, ya que la mayor parte de los pol¨ªticos argentinos act¨²an como los cl¨¢sicos jugadores de ventaja que esconden uno o varios ases bajo la manga y esperan, gracias a ello, ganar todo lo que est¨¢ en juego. Es la pol¨ªtica del todo o nada, sin lugar para el di¨¢logo ni para el pluralismo. Mal aconsejado, el presidente fue cortando una a una las estructuras que hab¨ªan permitido construir una Alianza de equilibrios dif¨ªciles. Pensaba que el sistema presidencialista argentino le permitir¨ªa dominar a su partido y controlar la escena pol¨ªtica. Pero tan irresponsable como ¨¦l termin¨® siendo su vicepresidente, Carlos Chacho ?lvarez, quien tras algunos enfrentamientos con de la R¨²a, a ra¨ªz de la corrupci¨®n presente en el Senado, termin¨® renunciando. Flaco favor a la estabilidad institucional, como se ha podido comprobar en estas tr¨¢gicas jornadas.
Pese a todo, ?lvarez no fue el ¨²nico. En el colmo del disparate, Federico Storani, ministro del Interior cuando se produjo el esperp¨¦ntico episodio del nombramiento y cese de Ricardo L¨®pez Murphy como ministro de Econom¨ªa, tambi¨¦n renunci¨® aduciendo problemas de moralidad: ?C¨®mo un pol¨ªtico como ¨¦l, que hab¨ªa defendido toda su vida la gratuidad de la Universidad, pod¨ªa formar parte de un gabinete que propon¨ªa un plan de ajuste que quer¨ªa cobrar aranceles a los estudiantes universitarios?. ?Qu¨¦ afortunado pa¨ªs ser¨ªa la Argentina si todos sus problemas se redujeran a eso y si sus pol¨ªticos fueran algo m¨¢s competentes!.
Desde que la Alianza lleg¨® al poder, en diciembre de 1999, estaban claros los graves problemas econ¨®micos que atenazaban al pa¨ªs. La recesi¨®n era un hecho y la deuda p¨²blica hab¨ªa aumentado considerablemente, consecuencia de las pol¨ªticas clientelares desarrolladas por Carlos Menem en su segundo mandato, cuando buscaba incesantemente la re-reelecci¨®n. Es posible que en esos momentos los nuevos gobernantes no hubieran tenido una idea cabal del tama?o de la cat¨¢strofe, pero al poco tiempo se enteraron de lo profundo que era el agujero negro que crec¨ªa bajo sus p¨ªes y sin embargo poco o nada hicieron. Se mantuvo el sistema de convertibilidad, que equiparaba al peso con el d¨®lar, y se intent¨® ganar tiempo, un tiempo que en realidad jugaba contra el Gobierno.
Cuando fue evidente que los plazos se hab¨ªan agotado, se acudi¨® a L¨®pez Murphy, pero las verdades que tan claramente se?al¨® acerca de lo dram¨¢tico de la situaci¨®n y de los esfuerzos que hab¨ªa que hacer para salir de la crisis no gustaron a nadie. Ni al presidente, ni a la oposici¨®n peronista, ni a la mayor¨ªa del pueblo argentino, que a veces parece estar m¨¢s c¨®modo con los homenajes a Maradona que con la realidad que les toca vivir. Para evadirse un poco de lo cotidiano, o para pensar una vez m¨¢s que Dios es argentino, se recurri¨® a la magia y al arte del gran prestidigitador que posee, pose¨ªa, Domingo Cavallo. El hacedor del milagro de cortar de cuajo la hiperinflaci¨®n que gangrenaba al pa¨ªs y a los argentinos podr¨ªa una vez m¨¢s reactivar la econom¨ªa y evitar la suspensi¨®n de pagos, el temible default.
Se olvidaba de la R¨²a que en un pa¨ªs con tanto psicoanalizado como la Argentina el poder simb¨®lico de tal nombramiento iba acompa?ado de negros presagios. Si funcionaba el hechizo, se salvaban todos; pero si fracasaba, la factura iba a ser enorme. Para Ra¨²l Alfons¨ªn y el Partido Radical el sacrificio de admitir a Cavallo, el satanizado enemigo de tantos enfrentamientos, en el Gabinete fue enorme. Para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n era la reaparici¨®n de la pesadilla menemista, dada su identificaci¨®n con Menem, m¨¢s all¨¢ de las disensiones de los ¨²ltimos tiempos. Pero no todo lo ocurrido es responsabilidad del gobierno. Una vez m¨¢s se ha cumplido esa especie de maldici¨®n que pesa sobre la pol¨ªtica argentina y que indica que desde 1955 ning¨²n presidente no peronista elegido democr¨¢ticamente ha podido acabar su mandato. Es clara en este punto la enorme responsabilidad, o la irresponsabilidad, del peronismo, tanto del partido como de los sindicatos. Cuando De la R¨²a renunci¨®, soportaba la octava huelga general convocada en sus dos a?os de su mandato. Como con Alfons¨ªn, los sindicalistas reclamaban m¨¢s y m¨¢s del Estado, en una especie de saqueo sin fin y sin l¨ªmite. Desafortunadamente las relaciones entre la burocracia sindical y la corrupci¨®n no son demasiado ejemplificadoras y, no obstante, se erig¨ªan en defensores de los intereses populares. Lamentablemente fueron muchos quienes acudieron a sus convocatorias. El papel de las provincias y de los gobernadores al frente de las mismas es bastante similar por lo desestabilizador.
En las actuales circunstancias, el relevo presidencial est¨¢ siendo demasiado lento y complicado. Aparentemente son muchas las dudas sobre el rumbo a seguir. En realidad lo que se esconde detr¨¢s de las vacilaciones observadas son las contradicciones propias del peronismo que no sabe muy bien lo que quiere m¨¢s all¨¢ de que hab¨ªa que acabar con de la R¨²a para recuperar el poder. El principal problema que ahora se enfrentan los argentinos es qu¨¦ pasar¨¢ despu¨¦s de la catarsis. Muchos esperaban que, tras la salida de Cavallo y de la R¨²a, con ese lamentable precio de m¨¢s de una veintena de muertos, se produjera un nuevo milagro y se viera al final del t¨²nel la salida de la crisis. Sin embargo, la realidad es muy tozuda y todos los complicaciones est¨¢n ah¨ª. Por eso, es el nuevo gobierno el que deber¨¢ enfrentar la adopci¨®n de dolorosas e impopulares medidas para sacar al pa¨ªs del pozo. El que llegue tendr¨¢ que devaluar la moneda y, seg¨²n todo indica, tambi¨¦n ser¨¢ el encargado de pesificar la econom¨ªa, esto es, convertir todas las deudas en pesos de modo de hacer menos pesada la carga de aquellos que de una u otra manera tienen sus compromisos en d¨®lares. Entre quienes hoy dominan el panorama dentro del peronismo la dolarizaci¨®n no vende y su ¨²nico defensor a ultranza, Carlos Menem, parece haber perdido el ¨²ltimo tren presidencial que lo hubiera convertido en el postrer monarca del R¨ªo de la Plata.
El desenlace de la crisis ha dinamitado los sue?os de gloria de muchos argentinos. De aquellos, por ejemplo, que ve¨ªan con buenos ojos un mal acuerdo con Estados Unidos antes que el reforzamiento de los lazos con Brasil y el Mercosur. Es hora de replantear el pa¨ªs y la pol¨ªtica. El voto bronca de las ¨²ltimas legislativas s¨®lo ha servido para echar al gobierno de de la R¨²a y para propiciar el retorno de los peronistas al poder, gracias tambi¨¦n a las manifestaciones de los ¨²ltimos d¨ªas, espont¨¢neas algunas, especialmente las de la clase media, mucho m¨¢s organizadas otras, como las de la provincia de Buenos Aires, controlada por el peronista Ruckauf. El problema actual de la sociedad argentina es que ha dejado de estar cohesionada en torno a la clase media para mostrar un alto grado de fragmentaci¨®n. En esas condiciones, las respuestas generales de los partidos pol¨ªticos, capaces de satisfacer a amplias capas de la poblaci¨®n, son dif¨ªciles de encontrar. S¨®lo la recuperaci¨®n de un clima de confianza acompa?ado de una profunda regeneraci¨®n pol¨ªtica permitir¨¢ recomponer un pa¨ªs hecho a?icos y romper el c¨ªrculo vicioso de las cosas mal hechas.
Carlos Malamud es especialista en Am¨¦rica Latina y profesor de la UNED
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