La democracia, amenazada
Imag¨ªnense ustedes un pa¨ªs en el que el poder ejecutivo central logra someter a su arbitrio a las c¨¢maras legislativas y en el que construye una estructura judicial al servicio de sus intereses; en el que el jefe supremo decide en solitario a qui¨¦n hay que matar y organiza de forma retribuida esa matanza; en el que los medios de comunicaci¨®n justifican la tortura como un mal menor y necesario; en el que la vida econ¨®mica gira en torno de la maquinaria militar y de sus soportes tecnol¨®gicos; en el que se suprimen todas las garant¨ªas de que suelen disponer los acusados cuando se les juzga; en el que la legislaci¨®n reserva a determinadas minor¨ªas ¨¦tnicas un trato gravemente discriminatorio. Es dificil describir una forma m¨¢s acabada de autocracia y, sin embargo, se trata de Estados Unidos de Am¨¦rica. Ya que el USA Patriot Act, votado a finales de septiembre, ha puesto en manos del presidente las principales atribuciones del Congreso y del Senado, no s¨®lo en materia de seguridad, sino tambi¨¦n de comercio y otros sectores, como la creaci¨®n por la presidencia de una justicia paralela, gracias a la ley patri¨®tica del ministro de Justicia, John Ashcroft, le permite detener y encarcelar por tiempo indefinido a cualquier inculpado, sin que pueda recurrir a la asistencia de un abogado y por el solo hecho de ser originario de Oriente Pr¨®ximo, a lo que se a?ade el establecimiento de tribunales militares, que se rigen por procedimientos secretos y sumar¨ªsimos, susceptibles de condenar a muerte por mayor¨ªa simple y destinados a juzgar a extranjeros sospechosos de terrorismo. Bush ha abrogado tambi¨¦n la decisi¨®n que prohib¨ªa a la CIA asesinar a dirigentes extranjeros, ha facilitado la lista de los l¨ªderes talibanes a suprimir y ha fijado la cuant¨ªa de la recompensa por su muerte, a la par que el secretario de Defensa, Rumsfeld, ha decretado que no quiere talibanes prisioneros, sino muertos (?cu¨¢ntos hasta ahora?). De igual manera, el Newsweek del 5 de noviembre, y el comentarista Tucker Carlson de la CNN, legitiman el recurso a la tortura como medio de ganar la guerra contra el terrorismo, y las empresas Lockheed-Martin, Rayhteon, Boeing, etc¨¦tera -todas tan pr¨®ximas a la actual Administraci¨®n americana-, exigen que el presupuesto del Pent¨¢gono supere los 320.000 millones de d¨®lares -m¨¢s de lo que representan los presupuestos militares de todos los enemigos potenciales de Norteam¨¦rica- si se quiere acabar con Osama Bin Laden y sus secuaces. Lo que lleva a la conclusi¨®n de que los peores enemigos de un sistema y de unos valores son sus heraldos cuando cambian de bando. De aqu¨ª que un editorialista tan republicano de derechas como Willian Safire nos hable en The New York Times del pasado 15 de noviembre de que estamos en una situaci¨®n de dictadura, lo que corrobora Chalmers Johnson al afirmar que 'este golpe de Estado militar larvado est¨¢ transformando el pa¨ªs en una naci¨®n de delatores'.
En realidad, Bin Laden est¨¢ consiguiendo lo que pretend¨ªa: destruir desde dentro el mundo democr¨¢tico. Para ello ha tenido la extrema habilidad de proveer al n¨²cleo m¨¢s reaccionario y belicista de la clase dirigente americana de las razones que necesitaba para lograr su m¨¢s preciado objetivo: establecer un Estado de Seguridad Nacional. Los hombres de Reagan y Bush Sr, los gestores pol¨ªtico-militares de la segunda guerra fr¨ªa (1975-1989) -Cheney, Rumsfeld, Wolfowitz, Armitage, Libby, Negroponte, Kelly...- han encontrado por fin en Al Qaeda y el terrosimo el enemigo que les faltaba, la justificaci¨®n guerrera que andaban buscando desde la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn. Ahora, de lo que se trata es de magnificarla y de hacerla durar. Por eso, el presidente Bush, y sus ac¨®litos nos prometen una lucha global, una guerra sin l¨ªmites espaciales ni temporales. El vicepresidente, Richard Cheney, ya nos ha advertido de que la cruzada antiterrorista puede durar m¨¢s que los 40 a?os de la guerra fr¨ªa. Esas dram¨¢ticas amenazas se ven reforzadas por una pol¨ªtica exterior antidemocr¨¢tica, que se niega a suscribir cualquier convenio que conduzca a un orden mundial basado en los derechos humanos y en la justicia, y que, en cambio, concede patente de corso a las matanzas sistem¨¢ticas en Chechenia, Palestina, T¨ªbet... ?Existen alternativas? Muchos creemos que s¨ª.
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