'Aunque pretendan hacerlos invisibles, los presos son un signo de la exclusi¨®n social'
P. ?Qu¨¦ significa para usted ser aut¨¦ntico?R. Negarnos a reconocer que lo que nos atonta es un para¨ªso
Su obra po¨¦tica, por la que ha recibido premios como el Antonio Machado, o el premio Ojo Cr¨ªtico de RNE, ha sido encuadrada en la llamada 'nueva poes¨ªa social'. Enrique Falc¨®n (http://usuarios.tripod.es/inedu/qf/) es profesor de humanidades en las Escuelas Profesionales San Jos¨¦ de Valencia, tiene 33 a?os, est¨¢ casado y pertenece a una comunidad cristiana de base. Fue insumiso al servicio militar y a la PSS y es objetor fiscal a los gastos militares.
Pregunta. ?Por qu¨¦ opt¨® por vivir en el Barrio del Cristo ?
Respuesta. Hace quince a?os empec¨¦ a acercarme para colaborar en iniciativas de ayuda compensatoria para ni?os del barrio y la gente que conoc¨ª me atrap¨® por las tripas. Tanto, que acab¨¦ eligi¨¦ndolo como lugar para vivir. Y ah¨ª seguimos, en medio de un cintur¨®n industrial, en un barrio que sigue siendo considerado BAP (Barrio de Acci¨®n Preferente) y que es un lugar con bastantes retos y problemas pero en el que, sobre todo, somos vecinos de un mont¨®n de gente sencilla y estupenda.
P. ?Qu¨¦ es la asociaci¨®n Teulad¨ª?
R. Un colectivo del barrio que trabaja voluntariamente con nuestros vecinos que se encuentran en prisi¨®n. Entre otras cosas, se dedica al seguimiento jur¨ªdico, al acompa?amiento personal, al desarrollo de actividades socioculturales en prisi¨®n y a facilitar la conexi¨®n con el barrio al que pertenecen. Como dice Juan, un compa?ero nuestro, se trata de 'ayudarles a recordar los colores del barrio'.
P. Despu¨¦s de la guerra civil, a los presos pol¨ªticos que no ten¨ªan familia cercana les visitaban las llamadas 'madrinas de c¨¢rcel'.
R. Hoy es m¨¢s dif¨ªcil visitarles. Nuestra cultura de aislamiento contribuye mucho a ello. La tendencia actual es alejarlos todav¨ªa m¨¢s de nuestras ciudades, recluy¨¦ndolos en macrocentros alejados. Invisibles entre los invisibles, ellos, los presos, siguen siendo un signo claro de la geograf¨ªa de exclusiones de nuestras sociedades. Es un signo que grita y que a muchos de afuera no interesa ni escuchar.
P. As¨ª que los lunes usted se acerca a la c¨¢rcel de Picassent e imparte un taller de literatura.
R. S¨ª, pero entre otras iniciativas, no todo es -gracias a Dios- literatura. Desde que los miembros de la Uni¨®n de Escritores del Pa¨ªs Valenciano conocimos a las Madres de Plaza de Mayo (ellas tambi¨¦n desarrollaron talleres de este tipo), tengo claro que la literatura es un bien com¨²n y que la gente puede volver a apropiarse de ella, especialmente quienes siempre quedan al margen.
P. ?La poes¨ªa sigue siendo un arma cargada de futuro?
R. Hoy preferir¨ªa verla como un conflictivo intranquilizante cargado de presente.
P. ?Qu¨¦ significa para usted ser aut¨¦ntico?
R. Negarnos a reconocer que lo que nos atonta es un para¨ªso, trenzar lazos con los otros contra todo descanso, partirse los pulmones por un futuro que nos incluya a todos y, en medio del combate y de la risa, saber que merece la pena estar de verdad vivos.
P. H¨¢bleme de alguien aut¨¦ntico.
R. Un compa?ero, por ejemplo, de la Asociaci¨®n de Vecinos: Antonio de Andr¨¦s. Vive aqu¨ª al lado, resistiendo, fiel a su gente. Cura obrero, anarquista genial, pintor figurativo, cin¨¦filo destartalado, te¨®logo cr¨ªtico, devorador de libros, despistado, distra¨ªdo y siempre afable, comparte una casa sencill¨ªsima del Barrio del Cristo con Eutiquio (barrendero de Focsa y militante de la CGT), Fina y Sisa. Antonio me suele dejar con el coraz¨®n temblando cuando dice (¨¦l es un pesimista nato, pero de los buenos) que cualquier cosa est¨¢ precipitada al fracaso, salvo lo que se fundamenta en el amor.
P. ?Imaginaba usted que ser¨ªa un gobierno de derechas quien pondr¨ªa fin a la mili?
R. No fueron propiamente ellos quienes le dieron el tiro de gracia (un derechizado PSOE habr¨ªa hecho lo mismo), sino las propias necesidades de un nuevo tipo de guerra: esa brutal 'guerra instant¨¢nea, limpia y profesional' a la que quieren ir acostumbr¨¢ndonos. Pero aun sin mili, nuestras sociedades siguen estando fuertemente militarizadas y hay que enterarse de c¨®mo van nuestros presupuestos militares, de c¨®mo 'gendarmeamos' en los pa¨ªses del Sur y de c¨®mo mercadea con la muerte nuestra industria de armamento.
P. ?C¨®mo el ciudadano de a pie puede ayudar a construir la paz?
R. Organiz¨¢ndonos con otros ciudadanos y neg¨¢ndonos a aceptar el que tengamos que seguir viviendo en un estado continuo de guerra y exclusi¨®n contra los pobres.
P. ?Qu¨¦ significa para usted la Navidad?
R. Que el Dios en el que conf¨ªo quiso hacerse carne entre los hombres, haci¨¦ndose un invisible, un indeseable, un perseguido, un transe¨²nte, un hombre peligroso y un blasfemo al que despu¨¦s eliminar¨ªa el Imperio. Pero esto jam¨¢s podr¨¢n entenderlo ni los ricos ni los nuevos mercaderes del templo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.