Reflexiones de L¨¹pertz y Mir¨®
Junto a otros artistas ya consagrados como Baselitz, Penck, Immendorf o Kiefer, Markus L¨¹pertz, el pintor que actualmente muestra algunas de sus obras en la bilba¨ªna galer¨ªa Col¨®n XVI, contribuy¨® a que el tradicional expresionismo alem¨¢n viviera un brillante segundo apogeo. Casi todos ellos probaron el ejercicio de la escultura en los a?os 80. Adscritos a la est¨¦tica de la ruptura, fueron calificados de neoexpresionistas, otorg¨¢ndoles el apelativo de nuevos salvajes del arte neofigurativo.
Lo que se muestra de L¨¹pertz en Bilbao son obras firmadas entre 1964 y 1998. Los dos dibujos fechados en 1964, cuando el artista ten¨ªa 23 a?os, dejan bien claro que su autor pose¨ªa un singular talento para el arte. Si las dos obras de la serie abstracta de 1976 (t¨¦cnica mixta) tuvieran un mayor grosor mat¨¦rico, pod¨ªamos creer que son dos cuadros de Antoni T¨¤pies. Tambi¨¦n las aguadas y los ¨®leos apuntan buenas maneras. Sin embargo, percibimos que lo ense?ado no pasa de ser un peque?o soplo de su vasta producci¨®n.
No sucede as¨ª con los aguafuertes y litograf¨ªas de Joan Mir¨® que ofrece la tambi¨¦n bilba¨ªna galer¨ªa Juan Manuel Lumbreras, realizados la mayor parte de ellos en 1979, cumplidos sus 86 a?os. Concretamente se trata de tres series de aguafuertes, a cual m¨¢s diferente. La titulada Enrajolats est¨¢ trazada dejando muchos espacios en blanco. En esas obras se vislumbra un cierto ritmo que va de derecha a izquierda, al modo de un flamear de banderas. Parece como si las moviera un aire de costado. En todas aparecen fragmentos de cada obra con voluntad expresa de acercarse a los bordes.
La que se denomina Comedia del arte ofrece un panorama a veces sombr¨ªo; ejecutada de manera escueta, grave, con una graf¨ªa sobria, de trazos largos y expresivos. Apenas introduce colores, fuera de los negros. En la serie Gaud¨ª encontramos al Mir¨® m¨¢s conocido. Son obras de mucha concentraci¨®n. En poco espacio se quiere dar mucho. Es como una vuelta al pasado, siquiera como evocaci¨®n.
La obra gr¨¢fica de Mir¨® se complementa con varias litograf¨ªas fechadas entre 1972 y 1980. En ellas se cierne el variado universo mironiano, con gran profusi¨®n de asombradas constelaciones, hechas de puntitos saltarines, ovillos gr¨¢ficos, estrellas que r¨ªen, medias lunas en celo, delgadas cabelleras de agua, todo eso que acaba por convertir al artista catal¨¢n en un ser especial. Ese ser especial y ¨²nico que vivi¨® toda su vida con el alma llena de feria.
En los ¨²nicos momentos en los que Mir¨® se torna adulto es la preparaci¨®n de los fondos, lo mismo en los aguafuertes como en las litograf¨ªas. Ah¨ª si da cabida al artificio. Luego, a la hora de adentrarse en los temas, echa a volar la imaginaci¨®n, transform¨¢ndose en el ni?o mayor de s¨ª mismo, aunque sin renunciar jam¨¢s a la realidad. Por eso en uno de sus textos m¨¢s clarificadores aduce lo siguiente: 'Trabajo como un hortelano o como un vi?atero. Las cosas vienen lentamente. Mi vocabulario de formas, por ejemplo, no lo he descubierto de una vez. Se form¨® a pesar m¨ªo', y a?ade: 'Las cosas siguen su curso natural. Crecen, maduran. Es preciso injertar. Hay que regar, como con la ensalada. As¨ª maduran en mi esp¨ªritu'.
Y as¨ª de frescas son como llegan esas cosas hasta nosotros. Mas t¨¦ngase en cuenta que llegan con la misma intensidad -en lo que ata?e a lo propuesto por Juan Manuel Lumbreras-, tal cual aquella que impost¨® en sus m¨¢s poderosas obras, tejidas en lejanos a?os, tales como El carnaval del Arlequ¨ªn (1924), Interior holand¨¦s I (1928) o Mujeres en la noche (1946), por citar tan s¨®lo tres obras de su dilatada y excepcional carrera art¨ªstica.
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