'La belleza es una fantas¨ªa de adolescencia'
Con su obra, el griego Jannis Kounellis exhorta a los pintores a que persistan en su vocaci¨®n. Su vigorosa resistencia a dejarse llevar por el signo de los tiempos le ha hecho a la vez abrazar esa forma definitiva del cambio que es la muerte, mediante esa idea de tensi¨®n entre el pasado y el futuro que acumulan sus piezas m¨¢s irrebatibles, esos heroicos montajes donde todav¨ªa vive el esp¨ªritu del Laoconte. En ellos, el objeto cotidiano es tratado como algo sagrado o metaf¨ªsico: colgantes de maromas portuarias, quinqu¨¦s de parafina, sacos de caf¨¦ y carb¨®n, l¨¢minas sacras de oro, le?os, piedras, ventanas, muros o puertas se enmarcan en un paisaje po¨¦tico de claroscuros barrocos. A veces un motivo se a¨ªsla en acci¨®n, como si esa pintura 'liberada' y ordenadora al mismo tiempo fuera una fotograf¨ªa. 'Soy un hombre antiguo y un pintor moderno. La pintura es construcci¨®n de im¨¢genes, no indica una manera ni tampoco una t¨¦cnica', afirma este artista griego que se fue a Italia a 'encontrarse con el Renacimiento'.
Escribe Gloria Moure en el texto del libro-cat¨¢logo que documenta todas las obras de Kounellis -y que acaba de lanzar la editorial Pol¨ªgrafa, el primer n¨²mero de una colecci¨®n al que le siguen las monograf¨ªas de Vito Acconci y Tony Oursler- que 'pese a que Kounellis puede instalar sus composiciones en repetidas ocasiones, las obras nunca resultan ser las mismas, porque los espacios con los que ¨¦stas interfieren son diferentes y porque la relaci¨®n compositiva con otras obras tambi¨¦n presentes no es id¨¦ntica'. Un aspecto que se puede ver en la obra que 'construye' estos d¨ªas en CaixaF¨°rum, en la nueva sede de la Fundaci¨® la Caixa, dentro de su colecci¨®n de arte contempor¨¢neo que se inaugurar¨¢ oficialmente la pr¨®xima primavera: un gran muro hecho de madera y piedras pintadas originariamente levantado en 1985 y que la fundaci¨®n barcelonesa adquiri¨® dos a?os m¨¢s tarde. Explica Kounellis: 'Se ha de adivinar el espacio, captarlo, y es a partir de un cierto punto que se le comprende. S¨®lo entonces el trabajo tiene su propia vida y extensi¨®n. He visto el sufrimiento y el placer que simult¨¢neamente esta apropiaci¨®n supone'.
PREGUNTA. Mientras una parte de la sociedad derriba muros, usted los levanta...
RESPUESTA. Mis muros residen tambi¨¦n en mi infancia, no son un pretexto para refigurar la actualidad de lo social. He visto muchos muros, me gustan, incluso he jugado bajo ellos. Para m¨ª no son una met¨¢fora del cerrar, sino la presencia de un lenguaje en un momento lejano, la alba?iler¨ªa, la construcci¨®n, piedra sobre piedra. El ladrillo no es informal sino algo que se refiere a la medida, como los prisioneros cuando cuentan los d¨ªas sobre el muro.
P. En su obra hay una intenci¨®n de medida, usted, como un Robinson, establece su propio sistema antropom¨¦trico, entabla una relaci¨®n de 'juego' con el Otro, tiene su papagayo... Por cierto, ?c¨®mo recuerda la pol¨¦mica del Reina Sof¨ªa?
R. ?Aquello fue rid¨ªculo! Tambi¨¦n el papagayo existe desde mis d¨ªas juveniles. En el Seteccento todos los salones ten¨ªan su papagayo, no entiendo su presencia revolucionaria. En cuanto al personaje de Crusoe, no me identifico con ¨¦l, no creo ser una isla. Todos participamos de todo, de la mentalidad del opositor y de otros. No tengo necesidad de aislarme, me siento bien con los dem¨¢s porque 'los pienso' de manera diferente. Me gusta la diversidad y c¨®mo jugar desde diferentes perspectivas. No quiero hacer 'didascalia', pero he de decir que la gestualidad y la repetici¨®n en mi obra son para m¨ª liberadoras, su fundamento es metaf¨®rico, como una letan¨ªa sacra.
P. En su carrera hay momentos revolucionarios, como cuando expuso un grupo de caballos vivos en la galer¨ªa L'Attico de Roma (1969); o en 1989, en el Espai Poblenou de Barcelona, cuando colg¨® pedazos de reses sobre paneles de acero. Hoy este tipo de trabajos se han convertido en una moda y, por desgracia, no significan mucho, dado el escaso nivel de ingenio del arte actual. ?Cree que aquellas piezas suyas tendr¨ªan la misma recepci¨®n hoy?
R. Mire, hace unas semanas, un joven galerista italiano expuso en Londres esos trozos de carne juntamente con unos cuadros de Morandi. Y la imagen era bella como velocidad. No existe una representaci¨®n de la velocidad, pero creo que debe de ser algo as¨ª, un tr¨¢nsito, un tercer estado. Los futuristas no supieron representarla.
P. ?Cree que es revolucionaria una habitaci¨®n vac¨ªa con luces que se encienden y se apagan?
R. No estoy a favor de la novedad a cualquier precio. ?Los nuevos tiempos son una comedia de Charlot! En el caso de la obra de Martin Creed, quiero ser acr¨ªtico; y en cuanto a la luz... creo que es un problema 'californiano'. He sentido desde hace a?os c¨®mo la espiritualidad de la luz hab¨ªa cogido terreno en California. Yo tengo otra tradici¨®n, cuando pienso en la espiritualidad es de forma diferente, es luciferina. En Italia est¨¢ la contrarreforma, el talento rupturista de Caravaggio, la invenci¨®n del drama... En ese sentido, hablar de la luz me parece un poco banal. Yo no quiero coger la luz, sino al hombre.
P. Vivimos en un mundo donde ya no hay certezas, el ser humano at¨®nito reina en su lugar mientras escucha el demencial grito de lo irracional. Usted afirma seguir teniendo certezas, Pollock, Giotto, Delacroix...
R. S¨ª, son ejemplos que formalizan una certeza, su formalizaci¨®n es tan revolucionaria que incluso rehusaron cambiar el mundo, su obra no fue fruto de la debilidad, sino de la fuerza. Esta epidemia filos¨®fica que ha llevado a la teolog¨ªa de la debilidad, el llamado pensamiento d¨¦bil, ha sido nefasta.
P. ?C¨®mo lleva el hecho de que el mercado est¨¦ cada vez m¨¢s ligado a la producci¨®n del artista?
R. Mientras trabajo no pienso en el mercado. Despu¨¦s existe, pero es secundario. Por otra parte, tengo mucho miedo a la presencia ideol¨®gica del liberalismo, cada vez mayor. El liberalismo en pintura fue bueno, porque le dio libertad hasta los l¨ªmites del imaginario y devolvi¨® al artista su papel de intelectual... Pollock, los muralistas, incluso Duchamp, que tambi¨¦n fue un pintor. En la actualidad, y frente a las convulsiones del mercado, deber¨ªamos pensar qu¨¦ supone ser artista en Argentina. Veo lo que ocurre en Buenos Aires y aquello no es caprichoso. Eso que hab¨ªamos olvidado retorna con violencia, y es all¨ª donde las ilusiones terminan. Pero esta sociedad no s¨®lo es el resultado dram¨¢tico, desastroso, de los ¨²ltimos cincuenta a?os, tambi¨¦n son los momentos de felicidad. Somos los resultados felices y las negaciones. Despu¨¦s, en el interior de esta envoltura social, el artista construye la propia formalizaci¨®n de lo que quiere decir. Es ah¨ª cuando se habla de la 'antig¨¹edad' del artista, las ra¨ªces de construcci¨®n de una obra residen en el tiempo pasado. En la actualidad falta esa voluntad visionaria que ha acompa?ado al arte a lo largo de su historia.
P. ?Puede darnos una definici¨®n de belleza, a pesar de tanto horror?
R. La belleza es una fantas¨ªa de adolescencia, la conclusi¨®n natural de un proceso.
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