30 a?os de Carlos Pazos
Como dir¨ªa un cursi con toda la raz¨®n del mundo, la obra de Carlos Pazos (barcelon¨¦s, raro, vecino de Collioure, Francia) no tiene parang¨®n. Hay quien la ha relacionado con el pop, hay quien la admira por sus descarados lazos con el kitsch, hay quien s¨®lo ve en ella su descaro propiamente dicho. Hay en Pazos trazos conceptualistas, elementos de un arte no povera, sino poverella m¨¢s bien: un arte que, m¨¢s all¨¢ de Schwitters, duda del arte mismo como expresi¨®n de un esp¨ªritu elevado, pero que sigue creyendo en el sentido de un esp¨ªritu elevado: un arte hecho de los desechos rescatados como signos con los que se pueden componer im¨¢genes pregnantes y poderosas, describir pasiones, situaciones tan extra?as como comunes, y hasta narrar con los objetos historias breves, t¨®picas, incluso cotidianas, pero de consecuencias bastante incalculables.
CARLOS PAZOS. 1969-2001. MUY ORIGINAL
Varios soportes
Fundaci¨®n Antonio P¨¦rez.
Ronda de Juli¨¢n Romero, s/n.
Cuenca Hasta el 15 de enero
'Voy a hacer de m¨ª una estrella': esa curiosa serie de fotograf¨ªas en blanco y negro de 1975, en la que Carlos Pazos se nos mostraba acicalado y metamorfoseado en tantas cosas (intelectual con pipa, pianista rom¨¢ntico, marlonbrando sin tranv¨ªa, buen amigo del gran Gatsby, chulo sin causa, joven g¨¢nster, Valentino de pega... y, hasta -vaya idea- esquiador en el Tirol), aparec¨ªa tan abiertamente narcisista, que ya estaba anunciando sin disimulo qu¨¦ es lo que cab¨ªa esperar de ¨¦l.
O, lo que es lo mismo: que
de ¨¦l cab¨ªa esperar en adelante cualquier cosa. Y, en efecto, desde entonces nos ha venido obsequiando con minuciosas puestas en escena, con instalaciones musicales y modelos de hosteler¨ªa, pero sobre todo con objetos pasablemente incalificables, buscados y encontrados, compuestos de trastos reconocibles y convertidos en extra?os cachivaches que no podr¨ªan tener m¨¢s sentido que el derivado de presentarse como obras de arte.
La exposici¨®n de Carlos Pazos que estos d¨ªas se nos ofrece en la Fundaci¨®n Antonio P¨¦rez, en la parte m¨¢s alta de Cuenca, un lugar animado por los objetos casuales encontrados por ah¨ª por el propio fundador, junto a una buena colecci¨®n de papeles y pintura contempor¨¢nea, y unos fondos de Millares y de Lucebert recientemente depositados, abarca trabajos realizados entre 1969 y 2001: casi toda una eternidad.
En este caso se trata de 'obra multiplicada', pero, como reza el t¨ªtulo de la muestra, 'muy original', desde 1969 hasta ahora. En efecto, en ella encontramos litograf¨ªas, serigraf¨ªas, puntas secas, etc¨¦tera, adem¨¢s de 'cromos' de los a?os ochenta y noventa, en series a veces nost¨¢lgicas, siempre fragmentarias y sarc¨¢sticas, formalmente bien construidas, en ocasiones abiertamente obscenas y casi siempre sensuales.
Hay tambi¨¦n libros (con textos de Mar¨ªa Vela, Montserrat Cuchillo y Eduardo Mendoza, entre otros) y cajas como libros, objetos curiosos, merchandising para fans (corbatas o camisetas, por ejemplo), piezas indescriptibles, cachivaches en bronce y un bonito souvenir de Barcelona: la tan simp¨¢tica como venerada virgen de los catalanes, la moreneta, con el gorila Copito de Nieve en su regazo. Seguramente no es esto todo lo que Carlos Pazos es capaz de hacer cuando se pone a trabajar con trastos viejos sacados de desvanes o del rastro de Els Encants barceloneses, pero s¨ª es una buena muestra de lo que ha hecho a lo largo de estos ¨²ltimos 32 a?os. Y, en todo caso, una exposici¨®n francamente ins¨®lita en Cuenca.
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