Los Ballets de Montecarlo recrean su versi¨®n de 'La bella durmiente'
La compa?¨ªa monaguesca har¨¢ en 2002 una larga gira por Espa?a
Los Ballets de Montecarlo, consolidado como uno de los conjuntos de danza punteros en Europa, ha estrenado una gran producci¨®n, La Belle, creada por Jean-Christophe Maillot. La compa?¨ªa volver¨¢ a Espa?a en junio de 2002 con una larga gira que le llevar¨¢ a Valencia, Gij¨®n, Bilbao, Barcelona y Granada. La ocasi¨®n de este estreno, adem¨¢s, ha servido para llevar los grandes ballets al nuevo teatro del reci¨¦n estrenado F¨®rum Grimaldi.
Los Ballets de Montecarlo han cerrado su habitual temporada de fin de a?o con un suntuoso estreno en 2002: La Belle, ¨²ltimo trabajo coreogr¨¢fico de su director, Jean-Christophe Maillot, inspirado libremente en el ballet La bella durmiente del bosque, que crearan Marius Petipa y Piort Ilich Chaicovski en San Petersburgo a finales del siglo XIX, con un libreto procedente del cuento hom¨®nimo de Perrault.
Maillot se remite poco al libreto original del ballet y respeta m¨¢s los entresijos del cuento. De hecho, su sinopsis est¨¢ hecha con frases originales de Perrault, creando dos ambientes muy diferenciados en escenas alternas: el universo del pr¨ªncipe y el universo de la princesa. El primero es un mundo casi real y oscuro, el segundo es luminoso, fe¨¦rico y colorista; al hombre-pr¨ªncipe lo obsesionan intrigas y fantasmas, a La Bella la rodean el azar y los imprevistos fant¨¢sticos. El resultado es un largo ballet en tres actos, de una gran belleza pl¨¢stica, con un vestuario de Philippe Guillotel que por s¨ª mismo arranc¨® aplausos del p¨²blico, una escenograf¨ªa eficiente, discreta y funcional de Ernest Pignon-Ernest que juega con las grandes posibilidaes esc¨¦nicas de la gran Salle des Princes del F¨®rum Grimaldi, las luces de Dominique Drillot y la direcci¨®n orquestal de Nicolas Brochot (que tambi¨¦n ha reelaborado la partitura original agregando otros fragmentos ajenos, pero siempre de Chaicovski), todos colaboradores habituales de Maillot, que crean un s¨®lido y compacto equipo de trabajo en el que ya se reconoce un estilo, una manera elegante de afrontar esta revisitaci¨®n de las grandes obras del a?ejo repertorio ballet¨ªstico.
La Belle sume al espectador en un viaje por el sue?o, y aqu¨ª est¨¢ el primer gui?o psicoanalista de Maillot, que no se priva de estas referencias a lo largo de la pieza, con escenas de gran belleza como el famoso Adagio de la rosa, que aqu¨ª se convierte en un adagio de las esferas, pues la bailarina principal, Bernice Coppieters, aparece dentro de una burbuja m¨®vil y et¨¦rea; a la vez, su traje de princesa gal¨¢ctica con capa vuela solo, sostenido por esferas de helio. Otra escena impresionante es la del viaje inici¨¢tico por el bosque en que el Hada de las Lilas, bailado con gusto por Paola Cantalupo, acompa?a al pr¨ªncipe (un Chris Roelandt l¨ªrico y apasionado) a trav¨¦s de la floresta encantada, que resulta ser de cristales. El hada mala, Carabosse, est¨¢ bailada por el artista corso Ga?tan Morlotti, que travestido consigue un personaje lleno de fuerza y seducci¨®n.
El tercer acto incluye la partitura de la suite Romeo y Julieta, tambi¨¦n de Chaicovski, creando un anticl¨ªmax sin rupturas est¨¦ticas, donde el final feliz y brillante es sustituido por unos d¨²os dram¨¢ticos e intensos.
Volviendo al vestuario, sus sutiles referencias al ballet imperial y al arte vanguardista ruso de Alexandra Exter, Gontcharova y Larionov, se unen a la inventiva y a una realizaci¨®n que convierte a los bailarines en esculturas m¨®viles y transparentes.
La Belle es hasta hoy el m¨¢s conseguido de los ballets grandes de Maillot y su apuesta m¨¢s consolidada tras haber hecho m¨¦ritos con Romeo y Julieta (Prokofiev), Cenicienta y Cascanueces.
Un teatro surgido de las aguas
El reci¨¦n inaugurado F¨®rum Grimaldi de Montecarlo, ideado por el arquitecto franc¨¦s Fr¨¦d¨¦ric Genin, es una bell¨ªsima e imaginativa obra arquitect¨®nica rascada al mar, robada a las olas complacientes y solares de la Costa Azul. El complejo edificio, inspirado en su perfil exterior por las pir¨¢mides precolombinas aztecas, se desarrolla sobre una estructura de acero y cristal que derrama suavemente hacia un nuevo malec¨®n con puentes de madera. El teatro que contiene (entre otras salas), con capacidad para m¨¢s de 2.500 espectadores, es comparable a La Bastilla de Par¨ªs, con todas las prestaciones t¨¦cnicas modernas y un soberbio escenario que tambi¨¦n recuerda, por sus proporciones, al del Teatro Real de Madrid. La sala, decorada en p¨²rpura, piedra gris y cristal opalescente, posee un sobrio empaque dentro de su concepci¨®n ultramoderna; en parte, ¨¦ste es un regalo que ha hecho M¨®naco a su compa?¨ªa oficial de ballet. Montecarlo no tiene un solo metro cuadrado de suelo disponible desde hace siglos, pero naturalmente, crece. Por una parte, en vertical, y por otra, hacia el mar. De hecho, la nueva sede de los ballets monaguescos se ha trasladado a la vecina ciudad francesa de Beausoleil, donde cuenta con unas soberbias instalaciones en un palacio restaurado. El F¨®rum Grimaldi programa ya ¨®pera, ballets y conciertos, mientras el antiguo teatro del Casino, que dise?ara el arquitecto Garnier (el mismo de la ?pera de Par¨ªs) es sometido a una profunda restauraci¨®n. El gran foyer del F¨®rum Grimaldi es esa pir¨¢mide truncada de cristal donde todo juega a la transparencia, una idea que, casualmente, tambi¨¦n est¨¢ en la est¨¦tica de La Belle de Maillot.
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