El ¨²ltimo d¨ªa del uno por uno
Los argentinos se lanzan a las tiendas ante el fin de la paridad entre d¨®lar y peso
'D¨¦me dos' o 'no me d¨¦ nada'. La primera frase se o¨ªa ayer en locales de electrodom¨¦sticos y electr¨®nica de los barrios ricos de Buenos Aires, en los que la inminente devaluaci¨®n a¨²n no hab¨ªa aumentado los precios. La segunda, en los peque?os almacenes de zonas de clase media y baja, en los que el aceite, el champ¨², el papel higi¨¦nico o el vino ya se han encarecido el 20%.
Este contraste frente a la incipiente inflaci¨®n evidencia la brecha social, que se ha ampliado a niveles tan desiguales como hace 25 a?os, antes de la ¨²ltima dictadura militar (1976-1983). En los primeros a?os de ese Gobierno de facto y del de Carlos Menem (1989-1999) se produjo una explosi¨®n fugaz del consumo. Los argentinos de clase alta y media se acostumbraron al 'd¨¦me dos'. La recesi¨®n de los ¨²ltimos tres a?os y medio impuso una in¨¦dita austeridad, pero en los ¨²ltimos d¨ªas, el temor y la certeza de que la depreciaci¨®n del peso dispara los precios de los art¨ªculos importados empuj¨® a los que tienen a comprar antes del aumento.
Algunos comercios han subido ya entre el 10% y el 30% el precio del pan, la leche o la carne
Los comercios de electr¨®nica y electrodom¨¦sticos optaron por cerrar ante la incertidumbre monetaria, aumentar el 30% los valores en pesos o cobrar s¨®lo en d¨®lares. En cambio, los hipermercados, bajo la presi¨®n del Gobierno, han mantenido intacta la mayor¨ªa de los precios. Por eso en los ¨²ltimos d¨ªas se ve¨ªan carritos cargados con ventiladores o televisores.
'Estoy gastando todos los pesos que tengo antes de que pierdan valor', dec¨ªa Ricardo Lature, ingeniero de 39 a?os, en una cola para comprar art¨ªculos electr¨®nicos del hipermercado Carrefour, en el distinguido barrio de Palermo Chico. Dos d¨ªas antes hab¨ªa comprado un aire acondicionado con un 20% de aumento. 'Tuve que comprarlo por el calor que hace', explic¨®. Ayer ya se ofrec¨ªan menos aparatos, muchos sin el r¨®tulo del precio.
En un centro comercial vecino pocas personas compraban juguetes por el d¨ªa de Reyes, una festividad poco celebrada en Argentina. Las jugueter¨ªas, a pesar de la devaluaci¨®n, ofrec¨ªan rebajas del 50% en productos importados. Al igual que en Navidad, los consumidores se limitaban a pasear sin bolsas. Algunas tiendas anunciaban en sus escaparates: 'Aproveche los ¨²ltimos d¨ªas del uno a uno', en referencia a la paridad del peso con el d¨®lar que rigi¨® desde 1991. A dos calles de all¨ª, un sacerdote agustino recog¨ªa comida despu¨¦s de recibir una llamada de un p¨¢rroco de Rosario, la tercera ciudad de Argentina: 'Mand¨¢nos algo porque no sabemos c¨®mo frenar a la gente de la villa [chabolas], que quiere volvear a saquear'.
Alfredo, de 38 a?os, due?o de un peque?o almac¨¦n del barrio de Congreso, reconoc¨ªa que ha incrementado el 20% los precios de algunos pocos productos con insumos importados o con cotizaci¨®n internacional. 'Cuando la gente se entera de que aument¨®, no compra', admit¨ªa Alfredo, que particip¨® del cacerolazo que derroc¨® al Gobierno de Fernando de la R¨²a (1999-2001).
'No hay plata. Unos a¨²n no cobraron el sueldo, y los que s¨ª, se lo guardan. A m¨ª me parece que los precios a la larga se mantendr¨¢n sin cambios, porque los salarios no aumentan y la gente no consume. Los pobres siempre terminan pagando la devaluaci¨®n', concluy¨® Alfredo, que, al igual que muchos argentinos de a pie, aprendi¨® conocimientos b¨¢sicos de econom¨ªa a partir de la experiencia de tantas crisis. Este almacenero de crucifijo en el pecho y tez morena sufri¨® un saqueo el 26 de diciembre y anhela asentarse alg¨²n d¨ªa en Estados Unidos: 'Ac¨¢ no pod¨¦s tener proyectos. All¨¢ tambi¨¦n trabaj¨¢s 16 horas por d¨ªa, pero ten¨¦s futuro'.
Algunas tiendas subieron entre el 10% y el 30% los precios del pan, la leche o la ternera. Otros no. 'Mantenemos los precios', se enorgullec¨ªa Ana Dom¨ªnguez, empleada de una panader¨ªa del barrio Norte. Sus distribuidores encarecen el queso, la harina o el papel. 'No les vamos a comprar hasta que bajen los precios de vuelta', continuaba Ana, mientras recib¨ªa felicitaciones de sus clientes por renegar de la especulaci¨®n inflacionaria.
Un supermercado cercano permanec¨ªa ayer semivac¨ªo, a pesar de que sus vecinos disponen de un buen poder adquisitivo. En la entrada del local, un cartel indicaba que durante el fin de semana no se aceptar¨ªan las tarjetas de cr¨¦ditos Visa y American Express. 'Los precios est¨¢n igual, incluso el pan. Me pareci¨® que la carne subi¨® un poco', admit¨ªa Alcides Taur¨¦, portero de 60 a?os.
El desabastecimiento y el aumento de precios golpe¨® a muchas farmacias. No en la de Carolina, de 53 de a?os. '?Aceptan patacones?', le pregunt¨® un cliente, en alusi¨®n a los bonos que emiti¨® la provincia de Buenos Aires para pagar los salarios de sus funcionarios. 'No, pero pronto vamos a tener que aceptarlos', le respondi¨® Carolina, consciente de la recesi¨®n.
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