Un tribunal internacional para los pa¨ªses en bancarrota
Ahora que Argentina, en pleno torbellino pol¨ªtico, ha dejado de pagar sus deudas a acreedores de todo el mundo, dichos acreedores se enfrentan a una decisi¨®n dif¨ªcil: llevarse sus activos o aguardar a que les ofrezcan un acuerdo para el pago. El caos ha hecho que personalidades de la banca, el derecho y la universidad se pregunten si las cosas podr¨ªan haber acabado mejor de haber existido una tercera v¨ªa.
En especial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha sugerido la posibilidad de ofrecer a los pa¨ªses, a trav¨¦s de un tribunal internacional, el mismo tipo de procedimientos de reorganizaci¨®n en caso de bancarrota con los que cuentan las empresas y los ayuntamientos en muchos pa¨ªses industrializados de Occidente.
La idea, que est¨¢ en circulaci¨®n desde hace al menos una d¨¦cada, reapareci¨® en un discurso pronunciado en noviembre nada menos que por Anne Krueger, la n¨²mero dos del FMI. Uno de los primeros en proponer esta posibilidad fue Jeffrey Sachs, el economista de la Universidad de Harvard famoso por su labor de asesoramiento a Rusia y otros pa¨ªses del Este de Europa tras la ca¨ªda del comunismo. 'No se trata simplemente de unos economistas que proponen una de sus ideas raras', ha dicho recientemente Sachs.
En las tres ¨²ltimas d¨¦cadas ha habido una media de un pa¨ªs al a?o que ha dejado de pagar sus deudas nacionales. En algunas ocasiones, varias instituciones financieras importantes de EE UU y sus clientes han perdido miles de millones de d¨®lares en carteras escalonadas que depend¨ªan en gran medida del alto rendimiento de los bonos de riesgo emitidos por alguno de esos pa¨ªses. Cuando se derrumbaron las carteras, arrastraron detr¨¢s a los mercados. Argentina debe 141.000 millones de d¨®lares , sobre todo al FMI, el Banco Mundial, otros pa¨ªses y varios inversores institucionales. David Skeel Jr., un profesor de la Facultad de Derecho en la Universidad de Pensilvania, opina: 'Al menos en teor¨ªa, esta idea de un tribunal internacional de bancarrotas parece totalmente l¨®gica'.
Anne Krueger dice que uno de los motivos para resucitar la idea es la diversidad creciente de los acreedores. Las negociaciones entre pa¨ªses deudores y acreedores eran m¨¢s sencillas, dice, cuando s¨®lo estaban involucrados unos cuantos gobiernos y grandes bancos. Sin embargo, el escepticismo sigue muy extendido entre aquellos para quienes las crisis relacionadas con las deudas tienen repercusiones materiales, y no s¨®lo te¨®ricas. 'Por lo que a m¨ª respecta, no tiene la menor posibilidad', afirma Hans Humes, socio directivo de Van Eck Capital y portavoz del Comit¨¦ de Propietarios de Obligaciones Argentinas, un grupo de acreedores privados.
Walter Wriston -ex presidente de Citicorp Inc., que en una ocasi¨®n defendi¨® los pr¨¦stamos bancarios a pa¨ªses del Tercer Mundo con la famosa frase de que 'los pa¨ªses no van a la quiebra'-, coincide: 'Es una idea que, la verdad, no tiene ning¨²n peso en el mundo real'.
Las tres fases del proceso propuesto por Sachs, y posteriormente por Krueger, siguen m¨¢s o menos el procedimiento previsto en la Ley de Bancarrotas de Estados Unidos. Primero, un pa¨ªs recibir¨ªa protecci¨®n legal respecto a las deudas. Despu¨¦s, a medida que avanzaran las conversaciones para la reestructuraci¨®n, un acreedor mantendr¨ªa al pa¨ªs en cuesti¨®n provisto de dinero en efectivo a cambio de la devoluci¨®n.
Rescatar a los pa¨ªses mediante la infusi¨®n de dinero, como hizo el FMI en Rusia con 22.600 millones de d¨®lares, sale escandalosamente caro, en su opini¨®n. Y dejar que el mercado aclare las cosas mediante acuerdos voluntarios entre acreedores y deudores, como cuando Ecuador dej¨® de pagar su deuda p¨²blica en 1999, tampoco ha funcionado, dice Sachs. 'La pelea en campo abierto -es decir, que lo arregle el mercado- no funciona', afirma.
Ahora bien, es indudable que conseguir que los pa¨ªses se avengan a prometer que van a ceder pr¨¢cticamente todos sus derechos de soberan¨ªa es una tarea dif¨ªcil. La idea de un tribunal de bancarrotas ya cuenta con cierto apoyo de responsables del Tesoro norteamericano, incluido el secretario, Paul O'Neill. 'Es evidente que se trata de una cosa que el secretario O'Neill mencion¨® hace ya varios meses', explica su portavoz, Tony Fratto, 'y que considera que debe ser objeto de una discusi¨®n importante'.
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