El Depor supera el s¨ªndrome
Discreta victoria del cuadro coru?¨¦s, muy criticado por su p¨²blico tras la derrota del Bernab¨¦u
Los fantasmas de Zidane y Ra¨²l vagaron por Riazor, donde el Deportivo vivi¨® una noche muy comprometida. El s¨ªndrome postraum¨¢tico por la derrota en el Bernab¨¦u aquej¨® al equipo, triste y embotado, pero sobre todo al p¨²blico, que esperaba a los vencidos en Madrid armado de resquemores y dispuesto a se?alar culpabilidades. Sometido al duro escrutinio de la grada, el Depor s¨®lo pudo superar sus miedos en la segunda parte, cuando Irureta recurri¨® a gente sin contaminar por el virus del Bernab¨¦u y su desenfado despej¨® el camino a las semifinales.
El choque vino cargado desde el principio por una atm¨®sfera viciada. A las aprensiones y malos humores que puede haber generado en la plantilla el nuevo fracaso en Chamart¨ªn, se uni¨® la actitud decididamente combativa de la grada. Por lo que se ve, el deportivismo ha elevado su nivel de exigencia m¨¢s all¨¢ de lo imaginable, y ahora ya no le basta que su equipo se codee con los mejores, sino que le impone la obligaci¨®n de arrasar a quien sea, aunque se trate de Zidane, Ra¨²l y compa?¨ªa. El p¨²blico interpret¨® que el Depor no hizo en el Bernab¨¦u todo lo posible, y anoche acudi¨® a Riazor destilando mala leche, resuelto a disparar contra todo lo que se moviese. Desde que el bal¨®n ech¨® a rodar, los silbidos acechaban y se generalizaban a la menor ocasi¨®n. Una simple demora en el pase o un control defectuoso arrancaban de inmediato un aluvi¨®n de reproches.
DEPORTIVO 2| VALLADOLID 0
Deportivo: Molina; H¨¦ctor (Jos¨¦ Manuel, m. 46), Donato, Djorovic, Capdevila; Sergio (Duscher, m. 46), Mauro Silva; Makaay (Pandiani, m. 75), Djalminha, Fran; y Trist¨¢n. Valladolid: Bizarri; Gaspar, Pe?a, Caminero, Santamar¨ªa, Marcos; Fernando, Lozano (Jes¨²s, m. 73), Chema; Tote y Cuahtemoc (Fernando Sales, m. 64). ?rbitro: Mejuto Gonz¨¢lez. Amonest¨® a Lozano y Djorovic. Goles: 1-0. M. 46. Capdevila acaba rematando tras un barullo en el ¨¢rea a la salida de un c¨®rner. 2-0. M. 62. Gran pase de Duscher hacia la frontal del ¨¢rea, aprovechando la defensa adelantada del Valladolid, y Makaay recibe de cara al portero al que bate de tiro raso. Unos 20.000 espectadores en Riazor.
Lejos de azuzar a los jugadores, la actitud de la grada acab¨® por agravar las inseguridades del equipo. El Deportivo se encontr¨® con un Valladolid blindado hasta las orejas, que vari¨® su sistema habitual para plantar cinco defensas bajo el mando de Caminero, que ejerci¨® de l¨ªbero a la antigua usanza. Lo cierto es que el cuadro de Irureta no empez¨® jugando mal del todo. Como la posesi¨®n del bal¨®n no se la discut¨ªa nadie, intent¨® tocar con paciencia a la espera de que flaqueara la fortificaci¨®n visitante. M¨¢s bien ocurri¨® lo contrario: el Deportivo acab¨® enfrascado en un peloteo insustancial, un ir y venir del bal¨®n en el centro del campo sin la menor profundidad, mientras su adversario se crec¨ªa a medida que avanzaba el choque. De la gente que m¨¢s cab¨ªa esperar un gesto que infundiese energ¨ªa al equipo no hubo una sola se?al. Trist¨¢n parece empachado con su espectacular comienzo de campa?a, y hace ya muchas semanas que vuelve a ser presa del desinter¨¦s y el ego¨ªsmo. Djalminha sigue en la pretemporada y, como no cambie, le va a sorprender el mes de mayo a¨²n en proceso de rodaje.
Irureta hizo una transfusi¨®n al equipo en el descanso y le inocul¨® sangre fresca con Duscher y Jos¨¦ Manuel. Las novedades agradaron al p¨²blico y surtieron un efecto inmediato, porque al minuto de la reanudaci¨®n, Capdevila, escondido en el segundo palo, acab¨® resolviendo el t¨ªpico barullo provocado por un c¨®rner. Adem¨¢s de cobrar vitalidad, el Depor encontr¨® m¨¢s espacio porque el Valladolid ya se aventuraba a asomar la cabeza fuera de la cueva. Y el segundo gol tampoco tard¨®, gracias a un primoroso pase de Duscher, un futbolista cuyas apariciones este a?o han sido irreprochables, pero que, por una u otra raz¨®n, no termina de ganarse la confianza de Irureta. El p¨²blico a¨²n tuvo ocasi¨®n de seguir arremetiendo, cuando el t¨¦cnico cambi¨® a Makaay y dej¨® en el campo a Trist¨¢n, un espectro de s¨ª mismo. Pero, aun con bastantes apuros, el Depor pudo administrar la renta y dejar que el trauma se diluyese en el envenenado aire de la noche.
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