Una isla despu¨¦s de todas las batallas

Conocido poeta en catal¨¢n, Vidal Ferrando ha empezado a recrear el pasado inmediato de Mallorca, con un realismo transfigurado por ensue?os y distorsiones. Si su primera novela, Les llunes i els cal¨¤peds, se centraba en la pre-guerra civil, La mano del jardinero reconstruye sus consecuencias. Lo hace mediante compactos cap¨ªtulos, volviendo una y otra vez sobre unas mismas obsesiones.

El narrador cuenta, desde la mirada desenga?ada del adulto, la vida del ni?o que fue, hijo de una familia republicana y otra franquista. El narrador desecha ocuparse s¨®lo de su vida para modelar la historia del pueblo mezclando sucesos y personajes. Sin embargo, no todo lo que se refiere es relevante y el orden de sucesos y personajes, al albur de la memoria del narrador, no es siempre satisfactorio. La narraci¨®n gana cuando se concentra en la conmoci¨®n interior del protagonista.

Sexualidad y religi¨®n son temas omnipresentes junto a la presencia de la hipocres¨ªa social, el farise¨ªsmo de algunos, el miedo a morir y la cr¨ªtica a una educaci¨®n mojigata. Entre las mejores p¨¢ginas destacan las dedicadas a explicar la vida sexual de una se?orita de Valladolid que ha llegado al pueblo como maestra, la iron¨ªa impl¨ªcita en el serm¨®n del cura defendiendo el contrabando puesto que la Iglesia no lo prohibe expresamente, las descomunales palabras del mismo cura sobre la vida en pecado y las penas del infierno que pueden recordar el famoso pasaje de la novela de Joyce Retrato del artista adolescente, y todo lo referido a los ata¨²des que se construyen en la vecina carpinter¨ªa y que permiten al narrador afirmar sacudido de angustia que 'toda la noche estuve oyendo martillazos'.