Amor de oveja
Se lo coment¨¦ a la del puesto: ?arrea!, c¨®mo hemos degenerado. Antes en primera p¨¢gina se pod¨ªa encontrar uno con Elisabeth Taylor y hete aqu¨ª que ahora una oveja ocupa nuestros corazones. Primer¨ªsimo primer plano de Dolly, perfil de establo, ojos de oveja. Pero es que no es una oveja normal, protesta otro comprador/a a coro, sino que es una oveja cicl¨®nica. ?Cicl¨®nica!, exclamo. Al menos la mula Francis hablaba, pero esa s¨®lo bala y en la foto no se la oye. ?Dios m¨ªo!, yo antes quer¨ªa parecerme a Elisabeth Taylor, pero no ser¨¢ extra?o que a este paso acabe queriendo parecerme a Dolly, a Dumbo, o a Rin Tin Tin. Y me pregunto c¨®mo podr¨¦ hacer una s¨ªntesis entre esos mis ¨ªdolos del alma. Antes se pod¨ªan sumar la nariz de la Taylor y las orejas de Clark Gable, por ejemplo, y conformarse luego con el parecido a Mickey Rooney que le sal¨ªa a uno en el espejo. ?Pero con qu¨¦ se podr¨¢ conformar uno si sue?a con ovejas y caimanes?
Est¨¢n queriendo sustituirnos los dioses por ciclones, o sea, por bestiecillas del campo. A Dios lo asesin¨® el hombre y luego se sent¨® a esperar a quien iba a venir. Dicen que al superhombre, y puede que as¨ª fuera, pero estoy convencido de que se sent¨® a esperar en mal sitio. Pasaron por delante los camisas pardas, y los camisas negras, y los camisas azules, y los atletas rojos, y la madre que los pari¨®. Y es que el hombre se sent¨® a esperar a la puerta de un establo y al final lleg¨®, en efecto, quien ten¨ªa que venir: la superoveja. Y, mira por d¨®nde, el hombre se emocion¨®. Me dir¨¢n lo que quieran, pero las elecciones no son casuales y s¨®lo una fascinaci¨®n por la oveja puede explicar que el primer animal clonado fuera una oveja y no un conejo, por ejemplo. Y debo reconocer que hay cierta dignidad pastue?a en el perfil de Dolly, impensable en el perfil de un conejo. Nervioso, huidizo, con mirada de recelo, el conejo no nos quiere, y nosotros a ¨¦l tampoco. Mientras que Dolly, ah, ella es como la Catherine Deneuve de las bestezuelas, y ya desde el borreguito de Norit ven¨ªamos preparados para su epifan¨ªa. M¨ªrenla posar y se dar¨¢n cuenta de todo lo que se quiere... a s¨ª misma. ?C¨®mo no amarla!
La ciencia nos est¨¢ convirtiendo el show business en un circo de mala calidad. Quiero protestar por ese barrido que est¨¢ haciendo de lo sublime a cambio de prometernos una inmortalidad imposible llena de ovejas y canguros o, en el mejor de los casos, de ancinos con lifting hasta en los tobillos. Hab¨ªa una hermosura en la vejez que ya no recordamos: la hermosura de la tragedia. ?Puede Dolly llegar a ser tr¨¢gica a pesar de su artritis? ?Puede Dolly llegar a ser Marlene Dietrich? Miren, a m¨ª me parece muy bien que clonen ovejas, vacas, mofetas y hasta al odioso Gustavito con tan nobles fines como los que predican. Lo que me molesta es ese sue?o de pasto que nos est¨¢ imponiendo la tecnociencia para promocionarse, esos museos llenos de cachivaches y animales congelados o de pl¨¢stico en los que jam¨¢s podr¨¢ encontrarse uno con la mirada de Rembrandt o con las carnes sonrosadas de la Io de Correggio. Lo que me irrita es que se haya apropiado de los sue?os y los haya aniquilado convirti¨¦ndolos en pienso. El ¨²nico reducto de inmortalidad que nos quedaba ha sido sustituido por... Dolly.
Dice Zygmunt Bauman que suprimidas las instancias como la religi¨®n, la naci¨®n, la familia y la fama, que daban sentido a la transitoriedad humana, "por primera vez, los mortales humanos logran pasar sin la inmortalidad, y seg¨²n parece no les importa". Tiene y no tiene raz¨®n, pues en su soledad sin sosiego los mortales siguen buscando la inmortalidad en una chistera celular de la que emerge... Dolly. En sus sue?os de amor con Elisabeth Taylor, uno pod¨ªa ignorar la muerte y saberse en la gloria en sus ojos de color violeta. Ahora que ya el amor es s¨®lo polvo nutricio, ?podr¨¢ una oveja mantenernos eternamente en forma?
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