Vuelve la belleza
El mundo est¨¢ ¨¢vido de belleza', exclam¨® Tom Ford, el animador de Gucci, dos meses antes de haber terminado con las excentricidades de Yves Saint Laurent. ?Tiene raz¨®n Ford?
Varias exposiciones desde el a?o 2000 (hay una m¨¢s en Santiago de Compostela para junio de 2002 y otra en el Hirshhorn Museum de Washington) vienen insistiendo en el retorno de la belleza.
Frente a la fealdad del arte moderno, que ocup¨® casi todo el siglo XX, el retorno a la emoci¨®n de la hermosura. Es como si ante el frente desarticulador de la velocidad actual se reaccionara con la lentitud de la slow motion en la nov¨ªsima o montados en la slow food italiana frente a la imposici¨®n globalizada del fast food. El retorno a la belleza supone el gusto por el color frente al blanco y negro de la Bauhaus, consiste en el rescate del ornamento frente a las l¨ªneas rectas, en la elecci¨®n de temas pl¨¢cidos frente a la est¨¦tica del desgarro. Lo grunge, las ropas oxidadas de los desfiles de Margiela o Alexander Mqeen, los modelos ojerosos, los desfiles en minas o en siderurgias ruinosas se reemplazan por escenarios iluminados, limpios, con glamour. ?Un regreso a las maneras burguesas? ?Un triunfo de lo m¨¢s conservador?
Frente a la fealdad del arte moderno que ocup¨® casi todo el siglo XX, el retorno a la emoci¨®n de la hermosura. ?Es un triunfo de lo m¨¢s conservador?
En la pintura, en la moda, en la literatura, los experimentos con lo repulsivo, lo inarm¨®nico, lo desarticulado han dejado de interesar y provocar
Varios cr¨ªticos e historiadoras de arte han escrito recientemente libros sobre el fen¨®meno. Entre ellos, Wendy Steiner public¨® en 2001 Venus in exile. The rejection of beauty in twentieth century art (Venus en el exilio. El rechazo de la belleza en el arte del siglo XX), donde se argumenta contra el error feminista de ver en la exaltaci¨®n de la belleza de la mujer una maniobra machista. Ahora, adem¨¢s, la belleza del cuerpo masculino se halla en la publicidad al lado de la mujer, ?y qu¨¦ sentido hay en hablar de la figura femenina como un objeto subordinado? O todos son objetos o todos son sujetos en un canje que ha liberado la jerarqu¨ªa del deseo o del valor.
Wendy Steiner, que es tambi¨¦n la autora de un libro titulado The scandal of pleasure, designado Mejor Libro del A?o 1996 por The New York Times, denuncia que, como reacci¨®n a la idea burguesa de la mujer (su domesticidad, su intimidad, su romanticismo), el siglo XX ha propagado la obscenidad, la pornograf¨ªa, la fealdad y el desarreglo contra la mitolog¨ªa de la belleza.
Pero el culto a lo feo, a estas alturas, induce a la melancol¨ªa por lo hermoso, y as¨ª la cr¨ªtica literaria Elaine Scarry (premio Truman Capote 2000) y el historiador de arte James Elkin han lanzado dos obras en la misma direcci¨®n. El libro de Scarry se llama On beauty and being just (Sobre la belleza y ser justo), y el de James Elkin, Pictures and tears (Cuadros y l¨¢grimas). Como en el texto de Wendy Steiner, en el de Scarry se plantea el problema de c¨®mo exaltar la belleza (en el arte o no) sin evocar las historias de dominaci¨®n o alienaci¨®n. La belleza en Plat¨®n era la puerta de la verdad, pero ?c¨®mo no sentir que la belleza, en otro sentido, puede llegar a enmascarar lo real, encandilar, distraer sobre la penalidad o la injusticia? Estos autores, en aumento, creen, sin embargo, que la relaci¨®n con la belleza enaltece al individuo y promueve los sentimientos nobles. En la pintura, en la moda, en la literatura, los experimentos con lo repulsivo, lo inarm¨®nico, lo desarticulado han dejado de interesar y provocar. En su lugar, como alega el historiador James Elkin, la conmovedora visi¨®n de lo sublime contribuye a la recuperaci¨®n de la confianza en el mundo.
El fin de los 'malditos'
Solicitando una recuperaci¨®n de la belleza en Avignon, capital cultural europea en 2000, se celebr¨® una muestra titulada La beaut¨¦ in fabula, donde se trataba de situar a la belleza en el centro de nuestra atenci¨®n y como r¨¦plica a la calificaci¨®n de tab¨² que hab¨ªa recibido durante el siglo XX. Es decir, ?por qu¨¦ los pintores, las estrellas de rock, los inform¨¢ticos y hasta los mismos dise?adores van tan mal vestidos? ?Aborrecen para s¨ª una creaci¨®n placentera? ?Temen perder la consideraci¨®n de modernos no siendo la belleza hoy pol¨ªticamente correcta? Versace y Jean Paul Gaultier en la ropa, Naomi Wolf y Cindy Sherman, Thoman Pynchon y Don DeLillo, desde el arte a la arquitectura, desde la novela a la pornograf¨ªa, han elegido los latigazos est¨¦ticos. Ser un maldito ha sido durante d¨¦cadas y d¨¦cadas lo que se deb¨ªa ser.
Ahora, no obstante, en Santa Fe (Nuevo M¨¦xico), siguiendo una cadena de otras exposiciones anteriores, tiene lugar una suerte de manifiesto con la exposici¨®n Beau Monde, que ha coordinado David Hickey, considerado por la revista The New Yorker como 'el rey fil¨®sofo del criticismo art¨ªstico en Estados Unidos'. La bienal de Santa Fe es de las pocas, junto a la del Whitney Museum, en Nueva York, y el Carnegie Museum, en Pittsburgh, que se celebran en la naci¨®n. La que actualmente se encuentra en marcha hasta el 6 de enero de 2003 tiene dos llamativos componentes. Uno es que, contra lo habitual, el mayor n¨²mero de participantes tienen m¨¢s de 65 a?os y presentan trabajos anteriores a los a?os setenta. En segundo lugar, se trata de un homenaje al color. Frente a la represi¨®n del blanco y negro, una jaur¨ªa de colores que abate la cromofobia y que, como una revuelta contra los padres modernistas, proclaman el reino del posminimalismo. El color se ten¨ªa por femenino, extranjero (orientalista), vulgar, narc¨®tico, patol¨®gico. Ahora, en cambio, se ensalza como una se?al de una reconquista del gusto m¨¢s espont¨¢neo y popular por lo hermoso.
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