De jefe respetuoso a estafador de jubilaciones
'Nunca pens¨¦ que alguien podr¨ªa ganar en su vida tanto dinero como el que yo he conseguido'. Esta frase de Ken-neth Lay, presidente de Enron, parec¨ªa hace meses una mala demostraci¨®n de humildad; ahora se ha convertido en una oda a la avaricia y al enriquecimiento il¨ªcito a costa de la ruina de sus propios empleados. La revista Worth, dedicada a ensalzar las fortunas y los m¨¦todos de los empresarios ricos y famosos, contaba no hace mucho que Lay tiene una estrategia para el ¨¦xito: no coger nunca su ascensor directo a su piso cuando est¨¢ dentro de su empresa. As¨ª puede hablar con los trabajadores y fagocitar cualquier sugerencia. 'Su ego es tan grande que no le importa contratar a gente m¨¢s inteligente que ¨¦l y pagarles m¨¢s de lo que ¨¦l gana para tenerlos contentos', dice un analista de Goldman Sachs.
Estos detalles sobre el respeto reverencial que demostraba hacia sus trabajadores contrastan ahora con la manera presuntamente ileg¨ªtima en la que ha engordado su cuenta corriente: vendiendo acciones con informaci¨®n privilegiada, enmascarando p¨¦rdidas para crear una ilusi¨®n de prosperidad y, en ¨²ltimo t¨¦rmino, dejando sin pensiones a los miles de trabajadores que las ten¨ªan invertidas en acciones de la compa?¨ªa.
Lay es un poder f¨¢ctico en Houston. Convirti¨® una empresa modesta de gas natural en la mayor compa?¨ªa de compraventa de gas y electricidad en EE UU y una de las mayores del mundo. Es amigo de quien hace falta, y en Tejas hace falta ser amigo de los Bush. Ayud¨® a Bush padre con donaciones. Lay dice que es ¨ªntimo de Bush hijo, el presidente dice que son s¨®lo conocidos.
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