Lapidaciones
Ya sab¨ªa yo que acabar¨ªa picando el anzuelo de tan suculenta noticia, pero es que resulta demasiado tentadora como para pasar de largo. Hablo, claro est¨¢, de la galletita de Bush. Hac¨ªa tiempo que no saltaban a las primeras p¨¢ginas de la prensa titulares tan enjundiosos y con ese doble sentido (galleta igual a causa y a efecto) verdaderamente irresistible: el rostro magullado (p¨®mulo y nariz) del presidente, la letal p¨ªldora de cereales detenida en la tr¨¢quea y la rueda de prensa posterior para justificar la estupidez del incidente dom¨¦stico. La lectura es as¨ª de sencilla: todos somos vulnerables, hasta hombres como George Bush, y eso es bueno que lo sepa el ciudadano medio, acostumbrado a creer en la imbatibilidad de los grandes herederos de la gloria y en el destino insalvable de los grandes desheredados de la vida.
No ocupa portada, por ejemplo, el caso de Safiya Husaini, la mujer nigeriana condenada a la lapidaci¨®n por un supuesto delito de adulterio. S¨®lo en las p¨¢ginas de sociedad encontramos una columna donde se nos informa sobre el aplazamiento de la ejecuci¨®n para el pr¨®ximo 18 de marzo. Ya s¨¦ que es muy poco ¨¦tico mostrar en los medios los miembros amputados o los cuerpos abatidos a golpes de piedra con que las leyes isl¨¢micas castigan los pecados del mundo, pero no vendr¨ªa nada mal hacer de Pepito Grillo desde las tribunas de informaci¨®n para recordarnos a todos que cada vez que un jerarca de Occidente se desvanece por una atragantona, en pa¨ªses de mayor¨ªa musulmana se ejecuta a decenas de mujeres ante la simple sospecha de una infidelidad.
A mis a?os me estoy volviendo cada vez m¨¢s intransigente con la actitud acorazada e impasible de quienes gozamos de un c¨¢lido bienestar. Me exaspera que la guerra de Afganist¨¢n cueste 1.800 millones de euros diarios al gobierno de Am¨¦rica y que nadie mueve un dedo por los condenados que ejecutar¨¢n ma?ana en nombre de alg¨²n Dios. Alguien se est¨¢ mereciendo que le lapiden a galletazos -s¨®lo como simulacro- para que se entere por fin de lo que pasa en la tierra y de lo que es un traumatismo de pron¨®stico reservado sin derecho a la protesta.
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