Antesala del fin de un mundo
Hay en El lugar donde estuvo el para¨ªso ambici¨®n, busca de calidades, empe?o en saltar sobre los pactos del consumo de celuloide sabido. Y hay brillantez y alta profesionalidad en la imagen, deducida de un notable esmero en la producci¨®n. Cuenta el filme un doble, o triple, cruce de amores e infortunios, que se mueve en un clima tenso y agobiante, una especie de thriller tropical de estirpe rom¨¢ntica, que agita sus tent¨¢culos emocionales en la antesala estancada, viciada, del fin de un mundo, lo que redondea, da circularidad, a la met¨¢fora del Para¨ªso de donde el filme arranca su jugo negro.
La pel¨ªcula despliega un vigoroso relato que est¨¢ formalmente trabado y conducido por las idas y venidas de sus personajes, y de ah¨ª procede la relevancia que en ella tienen las composiciones de los int¨¦rpretes y sus engarces rec¨ªprocos. La visualizaci¨®n del paisaje, la conversi¨®n en escena de ese mundo varado, existe y tiene viveza, pero por contra la precisi¨®n de esa escena se resiente de la existencia de pronunciados altibajos en el reparto y en el contrapunto de conductas escenificado.
EL LUGAR DONDE ESTUVO EL PARA?SO
Director: Gerardo Herrero. Gui¨®n: Jorge Goldenberg, seg¨²n la novela de Carlos Franz. Int¨¦rpretes: Federico Luppi, Elena Ballesteros, Gianfranco Brero, Paulina G¨¢lvez, Gast¨®n Pauls, Villanueva Cosse. G¨¦nero: drama. Espa?a, 2001. Duraci¨®n: 102 minutos.
Tal reparto est¨¢ lejos de ser homog¨¦neo y, si bien alcanza alturas de solvencia m¨¢s que considerables en la actuaci¨®n de Federico Luppi, a cambio s¨®lo el gran actor peruano Gianfranco Brero logra dar a su eminente colega argentino la r¨¦plica de t¨² a t¨² que necesita y que ni Gast¨®n Pauls ni Villanueva Cosse le ofrecen con sus ca¨ªdas en la imprecisi¨®n y, a veces, en la exageraci¨®n. Y, pese a que sostienen el tipo de sus respectivas composiciones, tampoco las dos mujeres que flanquean a Luppi, Elena Ballesteros y Paulina G¨¢lvez, aunque se elevan en r¨¢fagas hasta su altura, alcanzan la contundencia suficiente para dar energ¨ªa coral al filme, que se queda as¨ª en un recital de Federico Luppi.
El entramado argumental, bien iniciado, ofrece en la segunda mitad de la pel¨ªcula un lado impreciso en el que la madeja de la intriga se devana de manera s¨®lo enunciativa, con demasiado sabor literario, pues lo que ocurre es m¨¢s dicho que ocurrido, m¨¢s contado que representado, m¨¢s aludido que visto, lo que sin duda proviene de grietas en el armaz¨®n de la adaptaci¨®n de Jorge Goldenberg de la novela de Carlos Franz, que no alcanza a dar al director Gerardo Herrero suficientes equivalencias visuales de los sucesos. Y, as¨ª, aunque el relato es una evocaci¨®n, no hay en el flujo de la imagen tonos evocadores, lo que a?ade m¨¢s imprecisi¨®n en el punto de vista y, con ¨¦l, otra grieta en la endeble arquitectura del relato.
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