Los l¨ªmites de la pol¨ªtica cultural
Cuando de cultura hablamos, 'la cosa es complicada' sea ¨¦sta valenciana, espa?ola o europea. No hay excepciones. En el caso que nos ocupa, sin embargo, el debate sobre la pol¨ªtica cultural valenciana, la novedad radica en que por primera vez en nuestra ya casi treinta?era democracia se baja a la arena de los medios para afrontar los diferentes puntos de vista del hecho cultural. Y, esta vez, sin m¨¢s alforjas que un programa pol¨ªtico revalidado por dos veces consecutivas en las urnas y una sociedad civil que pese a la latencia de sus aportaciones parece despertar a medida que se consolidan los hechos. Desde la Universidad, en este caso a t¨ªtulo individual, han surgido varias voces que reclaman el protagonismo propio que le corresponde y que parece delegado por las opciones pol¨ªticas en liza.
La prensa (y con singularidad llamativa este medio, al que hay que agradecer una vez m¨¢s el alto sentido de lo p¨²blico que lo caracteriza) est¨¢ contribuyendo a un interesante debate acerca de las diversas pol¨ªticas de promoci¨®n de la cultura posibles.
Descontadas las rajas de visceralidad, ma?as y pestilencias que cada lunes surgen al calor de la pasi¨®n que va de la noche a la ma?ana y descontado tambi¨¦n el atrevimiento de quien conversa desde el desconocimiento de las bases que fundamentan nuestras intervenciones, es de saludar la vitalidad con que se est¨¢ pronunciado la sociedad civil.
Como avanzadilla de las ideas y de las inquietudes, esa aristocracia del pensamiento agazapada en las aulas universitarias, aumenta su prestigio con la percepci¨®n anticipadora de los hechos.
Sin embargo, el intercambio de reflexiones y propuestas, no legitima la pretensi¨®n de subrogarse los destinos de las partidas presupuestarias o las prioridades que deban establecerse en los programas pol¨ªticos. Entrar¨ªamos de este modo en el dirigismo ilustrado o en las vanguardias de partido ensayadas en otras ¨¦pocas. El programa que en estos momentos estamos cumpliendo -y considero que de manera concreta y escrupulosa- es el programa de cultura con el que las urnas otorgaron al presidente Zaplana el gobierno de la Generalitat Valenciana.
Sentadas estas bases, la contribuci¨®n del profesor ?ngel L¨®pez Garc¨ªa-Molins, catedr¨¢tico de Teor¨ªa de los Lenguajes de la Universidad de Valencia, ha sido la ¨²ltima aportaci¨®n a la que ¨¦l denomina 'pol¨¦mica medi¨¢tica'. Y, entre otras, retengo por su claridad la afirmaci¨®n de que ¨¦ste no es un debate que se pueda saldar con las compartimentaciones partidistas al uso. La complejidad de los bienes del esp¨ªritu sobrepasa la opci¨®n ideol¨®gica y su comprensi¨®n estanqueizada. Y aqu¨ª la nebulosa a la que ¨¦l trata de poner luz.
Define con claridad, exenta de partidismos aunque no de ideolog¨ªa, las l¨ªneas de actuaci¨®n preferencial que resume en la tr¨ªada siguiente: a) la que privilegia la contrataci¨®n de lo que ¨¦l denomina 'grandes santones' culturales para conseguir un n¨²mero elevado de impactos medi¨¢ticos; b) la que fomenta el cultivo de la 'cantera', y c) la que se solaza en reforzar el sentimiento comunitario, que otros, no ¨¦l, acostumbran a llamar 'cultureta valenciana'.
Cualquier aplicaci¨®n maniquea de antagonismos entre las tres opciones nos empujar¨ªa a un despe?adero de malentendidos, cuando en realidad las tres opciones parten de una plena legitimidad. Sin detenernos ahora en la m¨¢xima horaciana de que la virtud est¨¢ en el justo medio, s¨ª que ser¨ªa pertinente sacar a colaci¨®n aqu¨ª las excepcionalidades. Si un compositor forjado en la cantera, pongamos por caso, el maestro Joaqu¨ªn Rodrigo, tiene una inspiraci¨®n sublime y lleva a cabo una composici¨®n como El concierto de Aranjuez de marcado localismo y su difusi¨®n y fama es celebrada en todo el mundo, estamos ante el feliz cumplimiento de A+B+C. Otro tanto podr¨ªamos decir de las ciudades de Miquel Navarro o de la ingente participaci¨®n del Cor de Val¨¨ncia en la obra Las troyanas. Son excepciones, se podr¨¢ aducir. Es posible. Tan excepcionales como las que han marcado el devenir de la historia del arte hasta nuestros d¨ªas.
Sirvan estos ejemplos para anticipar que cualquier maniqueismo que pretenda imponer uno solo de los objetivos (s¨®lo A, s¨®lo B o s¨®lo C) contra los otros dos, lleva aparejada -como en el juicio de Salom¨®n- la consecuencia de que partiendo la criatura en dos, se la mata y no se la reparte. De ah¨ª la complejidad que entra?a toda opci¨®n cultural, porque nada humano nos es ajeno.
As¨ª lo razonable ser¨ªa asumir que todas las posturas deben ser atendidas en funci¨®n de las reglas o determinaciones que nos impone la realidad, no s¨®lo nuestro deseo o el 'ojal¨¢' al que todos aspiramos. Ese ojal¨¢ en el que se instala la quimera est¨¢ muy lejos del paciente trabajo diario en el que se ha asentado la promoci¨®n de nuestros artistas.
Plantear aqu¨ª que lo que 'cumple a la cultura valenciana -y a cualquier cultura, a?adir¨ªa yo- es aprovechar el fermento local para alcanzar una proyecci¨®n estable m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras s¨®lo merece la pena ayudar al que nos hace grandes y nos da a conocer en el exterior', es una proclama a la que no me cabe a?adir ni una coma. Cierto es que en la elecci¨®n de lo que nos puede hacer grandes, es donde radica la estrategia de futuro. Sartre ya nos ilustr¨® al respecto cuando aseguraba que el ser tiene que elegir a cada instante, de otra manera no existe.
Entre todos hemos de articular un trinomio, o m¨¢s concretamente un polinomio armonizable, en que A+B+C...+n sirva de base para elegir qui¨¦n y qu¨¦ nos debe representar. No tanto cu¨¢l de estas variables como ?qu¨¦ parte debe ir en la cabeza, cu¨¢l debe ser troncal y sobre qu¨¦ extremidades avanzaremos mejor?
Por otro lado, sus consideraciones de detalle no parecen desviarse mucho de lo que ha sido nuestra experiencia en estas dos legislaturas en que se viene aplicando el marco dise?ado por el gobierno del Partido Popular. Porque en la pol¨ªtica cultural, al igual que ocurre en la econom¨ªa, se trabaja sobre futuribles en que cada uno postula los errores ajenos hasta que le llega la oportunidad de poner en evidencia cu¨¢les eran los propios.
Espero, no obstante, poder continuar contando con quienes con su aportaci¨®n cr¨ªtica y razonada est¨¢n por la labor de reducir los fallos propios de cualquier opci¨®n y con ella llegar al final de la jornada en un concierto de la orquesta y coro de la Generalitat en cualquier ciudad del circuito cultural internacional. A ser posible en Valencia.Cuando de cultura hablamos, 'la cosa es complicada' sea ¨¦sta valenciana, espa?ola o europea. No hay excepciones. En el caso que nos ocupa, sin embargo, el debate sobre la pol¨ªtica cultural valenciana, la novedad radica en que por primera vez en nuestra ya casi treinta?era democracia se baja a la arena de los medios para afrontar los diferentes puntos de vista del hecho cultural. Y, esta vez, sin m¨¢s alforjas que un programa pol¨ªtico revalidado por dos veces consecutivas en las urnas y una sociedad civil que pese a la latencia de sus aportaciones parece despertar a medida que se consolidan los hechos. Desde la Universidad, en este caso a t¨ªtulo individual, han surgido varias voces que reclaman el protagonismo propio que le corresponde y que parece delegado por las opciones pol¨ªticas en liza.
La prensa (y con singularidad llamativa este medio, al que hay que agradecer una vez m¨¢s el alto sentido de lo p¨²blico que lo caracteriza) est¨¢ contribuyendo a un interesante debate acerca de las diversas pol¨ªticas de promoci¨®n de la cultura posibles.
Descontadas las rajas de visceralidad, ma?as y pestilencias que cada lunes surgen al calor de la pasi¨®n que va de la noche a la ma?ana y descontado tambi¨¦n el atrevimiento de quien conversa desde el desconocimiento de las bases que fundamentan nuestras intervenciones, es de saludar la vitalidad con que se est¨¢ pronunciado la sociedad civil.
Como avanzadilla de las ideas y de las inquietudes, esa aristocracia del pensamiento agazapada en las aulas universitarias, aumenta su prestigio con la percepci¨®n anticipadora de los hechos.
Sin embargo, el intercambio de reflexiones y propuestas, no legitima la pretensi¨®n de subrogarse los destinos de las partidas presupuestarias o las prioridades que deban establecerse en los programas pol¨ªticos. Entrar¨ªamos de este modo en el dirigismo ilustrado o en las vanguardias de partido ensayadas en otras ¨¦pocas. El programa que en estos momentos estamos cumpliendo -y considero que de manera concreta y escrupulosa- es el programa de cultura con el que las urnas otorgaron al presidente Zaplana el gobierno de la Generalitat Valenciana.
Sentadas estas bases, la contribuci¨®n del profesor ?ngel L¨®pez Garc¨ªa-Molins, catedr¨¢tico de Teor¨ªa de los Lenguajes de la Universidad de Valencia, ha sido la ¨²ltima aportaci¨®n a la que ¨¦l denomina 'pol¨¦mica medi¨¢tica'. Y, entre otras, retengo por su claridad la afirmaci¨®n de que ¨¦ste no es un debate que se pueda saldar con las compartimentaciones partidistas al uso. La complejidad de los bienes del esp¨ªritu sobrepasa la opci¨®n ideol¨®gica y su comprensi¨®n estanqueizada. Y aqu¨ª la nebulosa a la que ¨¦l trata de poner luz.
Define con claridad, exenta de partidismos aunque no de ideolog¨ªa, las l¨ªneas de actuaci¨®n preferencial que resume en la tr¨ªada siguiente: a) la que privilegia la contrataci¨®n de lo que ¨¦l denomina 'grandes santones' culturales para conseguir un n¨²mero elevado de impactos medi¨¢ticos; b) la que fomenta el cultivo de la 'cantera', y c) la que se solaza en reforzar el sentimiento comunitario, que otros, no ¨¦l, acostumbran a llamar 'cultureta valenciana'.
Cualquier aplicaci¨®n maniquea de antagonismos entre las tres opciones nos empujar¨ªa a un despe?adero de malentendidos, cuando en realidad las tres opciones parten de una plena legitimidad. Sin detenernos ahora en la m¨¢xima horaciana de que la virtud est¨¢ en el justo medio, s¨ª que ser¨ªa pertinente sacar a colaci¨®n aqu¨ª las excepcionalidades. Si un compositor forjado en la cantera, pongamos por caso, el maestro Joaqu¨ªn Rodrigo, tiene una inspiraci¨®n sublime y lleva a cabo una composici¨®n como El concierto de Aranjuez de marcado localismo y su difusi¨®n y fama es celebrada en todo el mundo, estamos ante el feliz cumplimiento de A+B+C. Otro tanto podr¨ªamos decir de las ciudades de Miquel Navarro o de la ingente participaci¨®n del Cor de Val¨¨ncia en la obra Las troyanas. Son excepciones, se podr¨¢ aducir. Es posible. Tan excepcionales como las que han marcado el devenir de la historia del arte hasta nuestros d¨ªas.
Sirvan estos ejemplos para anticipar que cualquier maniqueismo que pretenda imponer uno solo de los objetivos (s¨®lo A, s¨®lo B o s¨®lo C) contra los otros dos, lleva aparejada -como en el juicio de Salom¨®n- la consecuencia de que partiendo la criatura en dos, se la mata y no se la reparte. De ah¨ª la complejidad que entra?a toda opci¨®n cultural, porque nada humano nos es ajeno.
As¨ª lo razonable ser¨ªa asumir que todas las posturas deben ser atendidas en funci¨®n de las reglas o determinaciones que nos impone la realidad, no s¨®lo nuestro deseo o el 'ojal¨¢' al que todos aspiramos. Ese ojal¨¢ en el que se instala la quimera est¨¢ muy lejos del paciente trabajo diario en el que se ha asentado la promoci¨®n de nuestros artistas.
Plantear aqu¨ª que lo que 'cumple a la cultura valenciana -y a cualquier cultura, a?adir¨ªa yo- es aprovechar el fermento local para alcanzar una proyecci¨®n estable m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras s¨®lo merece la pena ayudar al que nos hace grandes y nos da a conocer en el exterior', es una proclama a la que no me cabe a?adir ni una coma. Cierto es que en la elecci¨®n de lo que nos puede hacer grandes, es donde radica la estrategia de futuro. Sartre ya nos ilustr¨® al respecto cuando aseguraba que el ser tiene que elegir a cada instante, de otra manera no existe.
Entre todos hemos de articular un trinomio, o m¨¢s concretamente un polinomio armonizable, en que A+B+C...+n sirva de base para elegir qui¨¦n y qu¨¦ nos debe representar. No tanto cu¨¢l de estas variables como ?qu¨¦ parte debe ir en la cabeza, cu¨¢l debe ser troncal y sobre qu¨¦ extremidades avanzaremos mejor?
Por otro lado, sus consideraciones de detalle no parecen desviarse mucho de lo que ha sido nuestra experiencia en estas dos legislaturas en que se viene aplicando el marco dise?ado por el gobierno del Partido Popular. Porque en la pol¨ªtica cultural, al igual que ocurre en la econom¨ªa, se trabaja sobre futuribles en que cada uno postula los errores ajenos hasta que le llega la oportunidad de poner en evidencia cu¨¢les eran los propios.
Espero, no obstante, poder continuar contando con quienes con su aportaci¨®n cr¨ªtica y razonada est¨¢n por la labor de reducir los fallos propios de cualquier opci¨®n y con ella llegar al final de la jornada en un concierto de la orquesta y coro de la Generalitat en cualquier ciudad del circuito cultural internacional. A ser posible en Valencia.
Consuelo Ciscar es subsecretaria de Promoci¨®n Cultural.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.